35. El deseo de Belle

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-Georgia-

Al día siguiente, Freddy y yo fuimos llamados al despacho de la directora antes de entrar a clase, a primera hora de la mañana. Él y yo ya no nos hablábamos, de modo que fui a ritmo rápido, con tal de no tener que caminar junto a él, y él llegó un par de minutos después. Sin embargo, la secretaria esperó a que estuviéramos los dos para hacernos pasar al despacho.

Shirley Pitches, la directora, era una mujer afroamericana de mediana edad (*), y como muchos profesionales dedicados a la enseñanza, era cordial y cálida cuando estaba de buen humor (Darla, por ejemplo, la adoraba), pero inflexible cuando se cabreaba. En aquel momento estaba bastante cabreada.

Nos indicó que nos sentásemos ante su mesa con un gesto. Ambos obedecimos, cada uno tratando de ignorar la presencia del otro.

—Me imagino que saben por qué los he llamado —comenzó la mujer. Ninguno de los dos contestó—. Uno de los vigilantes de pasillo, el agente Moran, me informó de un incidente ocurrido entre ustedes ayer en uno de los pasillos, a la hora de la comida.

—El agente "Morrón" me tiene manía desde hace mucho —declaró Freddy, como justificándose.

—...Si le llamas "agente Morrón", no me extraña —repliqué en voz baja.

—¿Alguien ha dicho algo? Creo haber oído algo, como una brisa...—comentó él—. O más bien, una opinión que nadie pidió, y que a nadie le importa.

—¡Señor Freeman! —le riñó la señora Pitches—. Por lo que he oído, su lengua afilada es famosa entre sus profesores, pero le aconsejo que la contenga, por su propio bien.

—...Y que no se la muerda, o morirá envenenado —añadí yo.

—Me estás confundiendo contigo.

—¡Ya basta! —volvió a imponer la directora—. Está claro que tienen un problema, y no se van a ir de aquí hasta que me expliquen qué pasó. Señorita Sinclair, ¿es verdad lo que he oído, que agredió a su compañero?

Yo no contesté, solo respiré hondamente. Odiaba que se dirigiesen a mí con aquel apellido, no me identificaba para nada con él. Sentí unas ganas horribles de gritarle que dejase de llamarme así. Mi verdadero nombre era Sivana, ¡Sivana!

—Señor Freeman, ya que su compañera parece haberse quedado muda y usted es siempre tan locuaz, ¿le importaría explicarme qué ocurrió?

Aunque me esforzaba por no mirarle, por el rabillo del ojo pude ver que se cruzaba de brazos, con cara de chiquillo enfurruñado.

—No tengo nada que decir.

—Ah, precisamente ahora no tiene nada que decir.

—No.

—Bien —dijo la señora Pitches, muy seria—. Supongo que ya saben que las normas del centro prohíben todo tipo de violencia, ya sea física o verbal, entre los estudiantes.

—Pues ya podría decírselo a los hermanos Breyer en lugar de a nosotros —salté, sin poder evitarlo—. Pero nosotros no tenemos a nuestros padres en la junta directiva del colegio, ¿verdad?

El rostro de la directora se endureció como el granito, y me di cuenta de que Freddy también se había quedado impresionado por mi atrevimiento.

—Si tiene alguna acusación de favoritismo, debería sustentarla con pruebas, señorita Sinclair —repuso la mujer con tono helado.

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora