33. Es solo un chico normal

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-Georgia-

Nunca debí haberme puesto aquel estúpido vestido.

No había podido dormir bien la noche anterior (llevaba sin hacerlo desde lo ocurrido en Roxborough) y aquella mañana, mientras me duchaba, me asaltó la idea repentina de intentar algo diferente con mi imagen. Ahora que no estábamos obligadas a llevar uniforme como en el internado, yo siempre solía usar jeans rotos de algún color oscuro, deportivas y camisetas amplias o sudaderas, de las cuales tenía decenas. A primera hora de la mañana, con la tensión por los suelos, pasaba de complicarme la vida, al contrario que esas chicas populares que parecían llevar un outfit salido de Pinterest cada día.

Pero esa mañana, sin saber por qué, quise cambiar, verme distinta. Belle solía decirme que yo era guapa (era la única persona que me lo decía), y que solo tenía que cuidar algo más mi imagen: ponerme ropa favorecedora, arreglarme el pelo o maquillarme un poco. Yo nunca le había hecho el menor caso, pero ese día me había despertado muy temprano y tenía tiempo de sobra. No perdía nada intentando comprobar si su teoría era cierta.

No era cuestión de pasarse, únicamente... ponerme algo que no fueran jeans rotos, y quizás un pelín de maquillaje. Tampoco resaltaría tanto: muchas de mis compañeras de curso, y de cursos superiores, iban a clase con faldas cortas y pintadas como puertas, como si en lugar de dedicar la mañana a estudiar fueran a un night club (aunque yo nunca había ido a uno, y desconocía totalmente de qué forma debía vestirse una para ir).

Así que, mientras Belle estaba en el comedor desayunando, me metí en su cuarto y me puse a revisar su armario. Habría debido pedirle permiso, pero sabía que si lo hacía, ella se entusiasmaría y se ofrecería a ayudarme en plan "estilista", lo que me pondría muy nerviosa y me quitaría las ganas de lo que estaba tratando de hacer.

Elegí uno de sus vestidos, uno de punto de lana morado que semejaba un jersey largo, y que me pareció discreto y ponible para clase. También tomé prestado un par de medias gruesas para combinar con unas botas de cordones mías, de aspecto militar (y sin tacón, claro, que tampoco era cuestión de romperme un tobillo). 

De vuelta en mi habitación, traté de maquillarme de forma que se viera bien, pero tampoco demasiado llamativo. Era el tipo de cosa que a Belle se le daba de maravilla, realzar sus preciosos rasgos de forma que quedaba vistoso pero a la vez muy natural. Por desgracia, yo no tenía práctica, ni habilidad, ni paciencia. También agarré la plancha del pelo y traté de ondular un poco mi melena, pero lo dejé cuando mi cabello empezó a echar humo.

Suspiré, contemplándome en el espejo con ojo crítico. El vestido no estaba mal, pero obviamente no me quedaba igual que a Belle, ya que yo tenía menos pecho y caderas que ella. El delineado de ojos me había salido demasiado grueso y me había chamuscado el pelo en un par de sitios (cosa que traté de arreglar colocándome una cinta). Pero en fin, de donde no había, no se podía sacar.

Por un instante, pensé en cambiarme a mi ropa de siempre y lavarme la cara, pero mi hermana ya me estaba llamando para marcharnos a la escuela: después de tanto arreglo, se me había hecho tarde. Sentí una momentánea oleada de pánico al ver que, efectivamente, tendría que ir así a clase, pero un nuevo vistazo al espejo me convenció de que, aunque no estuviera perfecta como Belle, tampoco me veía tan mal.

Tal vez incluso me veía bien.

Tal vez él lo pensaría, pensaría que yo era bonita.

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora