12. Una familia distinta a la nuestra

173 18 7
                                    

-Georgia-

¿Estás bien? Te ves sofocada dije a Belle, que salía precipitadamente del baño.

Todo bien masculló y bajó la vista, como si le avergonzase mirarme. Billy salió detrás de ella, y estaba igual de rojo.

¿Qué había pasado ahí dentro?, me pregunté, y mi lado malicioso comenzó a elucubrar. ¿Tal vez se habrían enrollado? Pero siempre había considerado a Belle demasiado mojigata como para hacer algo así con un chico al que conocía de apenas unas pocas semanas. Yo, en cambio, no habría tenido ningún problema en hacerlo, si Billy hubiera sido mi tipo (aunque no era el caso).

Tal vez, Billy había intentado hacer algo en el baño y ella lo había mandado a freír espárragos. No me pegaba mucho, a él lo veía casi tan inocentón como a ella, pero nunca se sabía con los chicos. Incluso el que parece más inofensivo es un cerdo pervertido en el fondo. Para mí, "pervertido" era un adjetivo que va implícito en el género masculino, en especial los chicos adolescentes.

Pero Belle era demasiado inocente como para percibir eso. Creía que todo el mundo tenía las mismas buenas intenciones que ella. Antes, por poco se me había saltado la carcajada al verla pidiendo a los chicos que fuesen oliéndole el pelo como si estuviera tratando con nuestras antiguas compañeras del internado, incapaz de ver la diferencia. Tal vez Billy hubiera interpretado mal esa confianza y le había salido el tiro por la culata.

Pero no, no era eso. Me di cuenta nada más sentarnos en la mesa para cenar. Belle no parecía molesta con él, como lo habría estado si hubiera intentado propasarse con ella; solamente bajaba la vista tímidamente cada vez que Billy la miraba. Lo extraño es que también hacía lo mismo cuando la miraba yo.

Manos al centro, familia dijo el señor Vázquez, una vez estuvimos sentados para cenar. La mesa era larga para aquella casa, pero aun así las nueve personas que estábamos teníamos que apretarnos un poco para caber bien. Faltaba Mary, la universitaria, que al parecer solo venía a casa los fines de semana: si hubiera estado ella, posiblemente alguien habría tenido que comer fuera de la mesa.

Los chicos de aquella rara familia unieron sus manos en el centro de la mesa, como si fueran un equipo deportivo antes de salir a darlo todo al campo.

Vosotras también podéis uniros, si queréis nos ofreció Rosa Vázquez con una sonrisa.

¿En serio? ¡Gracias! exclamó mi hermana y añadió su mano, tan contenta como si le hubieran dado un pase VIP al Dolphin, uno de los clubs más de moda de Filadelfia. Yo solo alcé la mía con un gesto negativo que esperaba no fuese muy descortés:

Estoy bien, gracias.

No te preocupes, no es obligatorio hacerlo repuso el señor Vázquez.

¡Está poniendo la misma cara de Billy en su primera noche! saltó Darla, y el aludido sonrió algo azorado ante el recuerdo.

Resulta raro las primeras veces, pero luego te acostumbras dijo en nuestra dirección.

Vivir para ver: el antiguo "buscaproblemas" y escapista del sistema estatal de acogida, integrado en aquella "tribu de los Brady", como si le hubieran lavado el cerebro.

Aunque en realidad, se le veía bastante feliz. Como a los miembros de una secta, añadió mi lado más mezquino.

El señor Vázquez comenzó con la salmodia:

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora