24. Una cosa terrible

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-Georgia-

Casi no me acuerdo de cómo bajé de la torre. Todos mis recuerdos de aquel momento están borrosos, desdibujados en la maraña de angustia, miedo y culpa que me atenazaba en aquel momento.

No recogí nada: ni mi bolsa, ni mi abrigo, nada. Tan solo emprendí el descenso por la escalerilla de mano, temblando de frío y también por el aturdimiento tras lo que acababa de ocurrir. Creo que resbalé un par de veces y estuve a punto de caer también, pero apenas le di importancia. Tenía muchas ganas de llorar, pero mi tensión interior era tan grande que ni siquiera era capaz de darme el desahogo de las lágrimas.

Belle se había salvado. El Ciclón Rojo la había atrapado cuando estaba a punto de estrellarse contra el suelo y la había salvado de una muerte segura, pero eso no cambiaba lo que había ocurrido.

Mi hermana había estado a punto de morir.

No, yo había estado a punto de matar a mi hermana.

Y todo por el plan que había diseñado papá.

Incluso los mejores planes tienen imprevistos, pero no sabía en qué momento se había estropeado el nuestro. ¿En qué me equivoqué? Tal vez pequé de imprudente, fiándome demasiado de mi convencimiento de que Belle no iba a subir a la torre, de que solo yo estaba poniéndome en riesgo. Como había dicho antes, subestimé su amor por mí.

¿Qué importaba cuál había sido mi error de cálculo? ¡La había cagado!

¡Y Belle habría muerto por mi culpa, de no haber sido por el Ciclón Rojo!

Como un enjambre de avispas furiosas, multitud de pensamientos y emociones lacerantes aguijoneaban mi mente. ¿Qué habría pasado si el Ciclón Rojo no hubiera estado allí, si mi hermana hubiera muerto? No habría podido vivir con ello. Mucha gente creía que, por ser Belle la melliza linda y simpática y por vernos discutir tantas veces, yo la odiaba y habría preferido que no existiera, pero no era así.

Lo admito, la envidiaba en muchos aspectos. Sí, nos peleábamos a menudo. Y era verdad, casi nunca coincidíamos en nuestras ideas y yo la consideraba una niña fresa y hasta un poco tonta a veces... pero era mi hermana. Habíamos estado juntas desde antes de nacer. La quería más de lo que nunca habría estado dispuesta a admitir, ni siquiera ante ella (sobre todo ante ella). Exceptuando mi padre, no había otra persona por la cual hubiese dado mi vida.

¡Y había estado a punto de matarla!

Me limpié los ojos con la manga de mi jersey y me sorbí los mocos mientras salía, dando tumbos, de la base de la Torre. El frío y el viento eran tan casi inhóspitos abajo como lo habían sido arriba, y el vendaval y las lágrimas me dificultaban la visión. Sabía que Belle estaba viva, pero no sabía dónde estaba. El Ciclón Rojo se la había llevado, y no veía a ninguno de los dos por ninguna parte. ¿Estaría bien? No había razón para que no lo estuviera, pero yo aún seguía intranquila. Hasta donde sabía, aquel idiota lleno de músculos no conocía el parentesco que la unía a nuestro padre, su principal enemigo, pero nunca podías fiarte del todo. Si se atrevía a hacerle daño, juré que...

—-¡Georgia!

Pegué un respingo al oír la voz de Freddy junto a mí. ¿Por qué demonios siempre estaba dándome esos sustos? Mi corazón ya no estaba para muchos más sobresaltos aquel día.

—-¡Freddy! —-Le aferré por los brazos, angustiada—-. ¡Es B-Belle...! Me siguió hasta arriba, y cayó y...

—-Sí, yo también lo he visto —-asintió con los ojos muy abiertos—-. Pero está bien. El Ciclón Rojo llegó a tiempo, la salvó. ¿A que ya no te parece tan estúpido? —-añadió un tanto socarronamente, como restregándome que él tuviera la razón al admirarle y yo no al insultarle el día que nos conocimos. Si bien no se me escapaba lo paradójico que era deberle la vida de mi hermana a quien considerábamos nuestro enemigo mortal, tener que darle la razón a Freddy era lo que me faltaba.

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora