Capítulo 3. ¿Se Te Antoja?

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– Genaro te trajo todo lo que le encargaste, si necesitas algo más avísame para mandarlo en su búsqueda — va a ella

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– Genaro te trajo todo lo que le encargaste, si necesitas algo más avísame para mandarlo en su búsqueda — va a ella

– Aunque pudiera ya habrán mandado la orden de congelar mis cuentas — revisa las bolsas de gimnasio — Gracias Genaro

– No es nada Doña, permiso — se retira

– ¿Qué tienes ahí? — la mira

– Dinero en efectivo — se lo enseña

– Dólares — asiente

– Es más fácil hacer que la gente se mueva con ellos — da de hombros — Lo voy a necesitar para salir del país, comprar ropa, alquilar un lugar y esconderme allí

– ¿Para que comprarás ropa ahora? Genaro te trajo una maleta seguro la llenaste de ropa — cruza los brazos

– Trae unos cuantos cambios completos, maquillaje, ya sabes sólo lo necesario — cierra los ojos apoyándose en un mueble

– ¿Qué tienes? — se levanta

– Un mareo — le resta importancia — Después voy a necesitar que me ayudes con un par de cositas más

– Sabes que sólo debes pedir — la toma de los hombros — Ahora ven a descansar por favor, te atacaron hace poco

– No me siento bien — lo agarra de la camisa

– Estás muy pálida — la sostiene

– No dejes que mi cabeza toque el piso... — pide

– Por qué lo ha... ¡Altagracia! — la carga una vez se desmaya frente a él





Estuvo inconsciente por varios minutos justo cuando pensaba en llamar a algún doctor Altagracia fue reaccionando de a poco, el mareo era muchísimo más intenso y ya estaba acompañado de náuseas, por suerte había un pequeño cesto de basura ahí cerquita, José Luís tuvo que sostenerla para evitar que terminará yéndose de frente, su preocupación incrementó ahora que la veía tan mal, una vez se le pasó un poco y pudo recostarse sin sentir ganas de vomitar de nuevo, José Luís pudo decirle que llamaría a un doctor aunque obviamente ella se nego, lo que causó una discusión entre ambos pero eso fue lo que necesitaba para que las cosas en su cabeza comenzarán a cuadrar.






– ¿¡Te puedes callar un segundo!? — grita desde el baño

– ¡Altagracia no voy a callarme! — golpea dos veces la puerta

– ¡Seguir gritando no va acelerar el resultado! — se sienta en el borde de la tina

– ¿Estás segura de que no es algo grave? Hace no más de unos días fuiste atacada ¡Y la policía te está buscando! Estás bajo mucha estrés ¿Pudo complicarte más las cosas no? — insiste pero ella no responde — ¡Te estoy hablando!

Aquel Primer VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora