Capítulo 56. Quesadillas

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Como había quedado con Antonia, ella la pasó a buscar de su casa, se despidió de José Luís con un beso en la puerta de entrada y ya después subió al coche de su suegra, como su embarazo ya era notorio busco aquel antiguo dispositivo que modificaba...

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Como había quedado con Antonia, ella la pasó a buscar de su casa, se despidió de José Luís con un beso en la puerta de entrada y ya después subió al coche de su suegra, como su embarazo ya era notorio busco aquel antiguo dispositivo que modificaba el cinturón de seguridad, en caso de un accidente el cinturón podría causarle un aborto o hacer que el feto muera en el útero. Lo coloco en el asiento de copiloto y estuvo lista para irse, llegaron sanas y salvas. Sacaron las armas en un momento porque el tipo no quiso colaborar pero luego todo salió bien, durante el camino de regreso es que ocurrió la tragedia, una de las llantas de la camioneta explotó para Antonia fue difícil no derrapar en el asfalto, tanto que terminaron saliendo del camino por suerte no chocaron ya que los frenos respondieron a tiempo.







– Estás bien? — se quita el cinturón

– Si, tú estás bien? — la imita

– Si, no te golpeaste? El cinturón pudo lastimarte — la observa

– Todo está bien conmigo pero tal vez deberíamos salir para pedir asistencia — sugiere — No podremos regresar sino

– Tienes señal? Maldita sea, a buena hora tenía que pasar esto — desciende del coche — Las llantas están destrozadas, segura que estás bien Verónica?

– Si, el cinturón no me hizo daño — empieza a buscar señal — Presionó mi pecho y piernas pero todo bien

– No creo que podamos pedir ayuda, esta zona es muy boscosa, la señal debe ser pésima — toma aire

– En ese caso, vamos a caminar de regreso por donde vinimos — recoge sus cosas — Tal vez alguien nos ayude o llegando allá consigamos asistencia

– Eso si los drogadictos que merodean por aquí no nos secuestran o roban — la imita antes de cerrar bien el coche

– Hablas como si las dos no cargaramos con armas — sonríe — Escucha, en algún momento tendremos que caminar descalzas, hazte a la idea

– No voy a caminar descalza — regresan al camino — Podría haber restos de vidrio o algo más, ni se te ocurra quitarte los tacones Verónica

– Es una zona boscosa, no creo que halla vidrio — rueda los ojos — Escucha mis pies no van aguantar mucho, estoy embarazada así que se hinchan con más facilidad

– Empecemos a caminar entonces — decide — Pero estás muy segura de que no te paso nada verdad?

– Muy segura, relájate, el cinturón ni rozo a tu nieto, ambos estamos perfectamente — se adelanta







Caminaron alrededor de media hora, nada más siguiendo el largo camino, ni una sola vez tuvieron señal pero tampoco se les acercó algún drogadicto como había mencionado Antonia. Para la buena suerte de ambas un amable conductor de camión las vio caminando a la orilla de la ruta, se detuvo y les ofreció transporte, él también iba a San Pedro. Esto no le gustó para nada a Antonia pero no pudo negarse ya que su nuera fue la primera en treparse al gran camión, ni siquiera supo en que momento lo hizo pero ella ya estaba sentada junto al conductor, el señor pidió asistencia para la coche desde su radio, dio las coordenadas y eso fue todo.







Aquel Primer VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora