Capítulo 116. Empapados

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– Luís puedo bajar sola del coche — niega cuando le abre la puerta

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– Luís puedo bajar sola del coche — niega cuando le abre la puerta

– Sé que puedes pero eso no quita que te quiera ayudar, vamos no seas necia — insiste

– Carga con mi tapete — se lo avienta y aprovecha para bajar

– Eso no es justo! — ríe

– Si bueno, hoy no tengo ganas de ser una persona justa — amarra su cabello — Vienes?

– Ya te alcanzó — asiente — Voy a cerrar las puertas

– Me daré una ducha, no andes invadiendo quieres? — camina a la entrada






Lo de las puertas era una simple excusa, quería verla caminar hasta dentro de la casa, desde hace rato no la veía usando ropa de ejercicio y tenía la impresión de que la había dejado de usar por esa pequeña inseguridad con el embarazo pero le alegraba que dejara atrás eso, ella se veía realmente bonita y no sólo lo decía porque es su esposa. Para darle algo de tiempo se dedico a algunas cosas en la casa, guardo el tapete en el área del gimnasio y cuando creyó que era momento de invadir el cuarto lo hizo, nada más que Verónica seguía bajo la ducha, sin más se recostó a esperarla.






– Luís — le mueve la pierna — Luís...

– Qué!? — se sienta de golpe — Estás bien?

– Si — ríe — Pero te acostaste sobre mi bata

– Ah — la busca con la mirada — Y para que la quieres? Los chicos todavía no regresan del colegio

– Guarde en la nevera una crema y quería ir por ella, sólo que no pienso pasearme en ropa interior — dice obvia

– Espera aquí y te la traigo — se levanta

– Aprecio que me quieras cuidar don preocupon — se sienta — Pero no debo dejar de hacer cosas y lo sabes

– Si pero hoy ya hiciste mucho, deja que te ayude — despeina su cabello a medida que se acercaba a la puerta

– De acuerdo — accede — La puse en el compartimento de arriba, es la única crema no comestible ahí

– Ya regreso — sale del cuarto

– Ni se les ocurra salir antes de estar fuera de peligro — les advierte — Sino su papá va a ser el triple de intenso




Cuando José Luís regreso, ella estaba buscando la posición que le resultara más cómoda para sentarse, se le quedó viendo por un minuto con una sonrisa hasta que ella le aventó una almohada.




Aquel Primer VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora