Capítulo 69. Soledad

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Después del entierro Verónica fue la primera en irse, ya no soportaba seguir allí, además Dani y Mau se estaban quedando dormidos

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Después del entierro Verónica fue la primera en irse, ya no soportaba seguir allí, además Dani y Mau se estaban quedando dormidos. Recostó a cada uno en sus cuartos y luego fue a la sala, sabía que nadie iba a molestar allí, podría haber llorado en su cuarto pero no quería despertarlos, conocen aquel frío que te recorre el cuerpo cuando cargas con mucha tristeza? Incluso te nace esa necesidad de abrazarte a ti misma porque sabes que no hay quien lo haga, entonces buscas aquel calor humano que ahora mismo no puedes conseguir de nadie más que ti misma.

Recorrió las manos por sus brazos sintiendo lo cálidas que estaban, de a poco sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas una vez más, sentir esa calidez llegar una vez más a tu cuerpo siempre te genera ganas inmensas de llorar, está vez se dejo llevar sin embargo no emitió ningún sonido, simplemente se inclinó hacía adelante y comenzó a llorar, habría seguido de no ser porque Constanza aparecer, de echo iban a venir todos pero fue la primera en llegar, detuvo su llanto para contestar el teléfono y liberar su entrada, después se levantó para abrirle la puerta, estaba descalza ya por supuesto.







– Lamento no traer los tacones puestos — camina al sillón — Es que, ya no podía seguir con ellos

– Querida, está es tu casa, no debes disculparte — la sigue

– Te ofrezco algo? Agua, jugo, café o un té? También tengo licores fuertes pero ni siquiera es mediodía... o si? — pregunta algo confundida y abrumada

– Verónica... — se acerca tomándola de las manos — No tienes porqué llorar sola, está bien?

– Ha decir verdad... me siento muy sola — admite volviendo a llorar — Antes me gustaba estar sola... bueno no pero lo aceptaba... ahora — ahoga un sollozo — Lo odio, odio está casa — lamenta — Odio que no esté aquí, lo odio por haberse ido tan temprano...

– Ven aquí — la trae a un abrazo — Llora, llora todo lo que necesites

– Odio ver a Dani tan triste — solloza apretando levemente su mano — Odio no poder hacer nada para que no le duela la ausencia de su papá...

– Va a pasar — soba su hombro — Te lo prometo, todo esto que sientes va a pasar tarde o temprano

– Me dejo sola Constanza... qué voy hacer sin él? Tengo dos niños para criar y él no estará aquí — cubre su boca con la mano libre







Lastimosamente Constanza no tenía respuestas para sus preguntas, por eso simplemente la dejo desahogarse mientras le daba aquel soporte que estaba necesitando, Verónica continuo llorando sin ningún tipo de vergüenza o pudor a pesar de que los demás habían llegado, esta vez la que abrió la puerta fue una de las amas de llaves, no quiso molestar a su patrona con preguntas ahora que estaba tan vulnerable. Cuando Antonia llegó, pasó a sustituir a Constanza, se dedico a abrazarla y darle algunas palabras que realmente estaban sirviendo, ella sabía de perdidas, además conocía bastante a su nuera.






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