Capítulo 33. Ambos Lados De La Moneda

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– Y el imbécil de su marido no puede conseguirle el tipo de sangre correcto? — lo encara — Que inútil

– Bueno que podemos esperar de Saúl — concuerda — Pero sé que sus amigas de la vecindad estuvieron poniendo anuncios para ver si hay alguien con el mismo tipo de sangre

– Por qué me contaste esto? — cruza los brazos — Sabes que no me interesan esas personas

– Porque yo sé de las pesadillas que tienes — suspira — Linda quieres un cierre, creí que debía decirte antes de que te enterarás ya cuando todos saliera mal o bien... aunque es poco probable

– Sabes de las pesadillas? — cambia la dureza de su expresión por una más leve — Por qué no dijiste nada?

– Porque sé que no quieres hablar de eso, estoy preocupado por ti — admite — Linda, no quiero que tomes una decisión precipitada por eso quiero que hablemos de esto, si tú quieres ir y donar sangre para Mónica — la encara — Yo te acompaño, déjame protegerte y si no lo quieres hacer no hay problema, estás en todo tu derecho a negarte, sabes que siempre voy a estar de tu lado

– No crees que sería muy egoísta de mi parte... no querer salvarla? — pregunta

– Mi amor — sonríe tomando su mano — No le debes nada, no tienes porqué salvarla, claro que no me parece egoísta, cumpliste con lo que te tocaba que era traerla a este mundo

– Estoy muy confundida — admite — No sé que debo hacer...

– Lo entiendo pero aquí me tienes — asegura — Los dos vamos a resolverlo, está bien?

– Si — asiente — Ahora... creo que debería de darme una ducha — murmura algo ida — Estuve fuera todo el día

– Quieres que te pida un té? — indaga

– No, podrías verificar cómo está Dani? — se levanta — Necesito tener controlado al menos una cosa

– Yo me encargo — asiente — Ve a darte una ducha

– Si — suspira saliendo de la sala

– Bueno, mejor voy preparando el kit de auxilio para estos casos — le marca a su madre — Mamá, podrías llevar a Dani a tu casa? Lo buscaré antes de la cena

– Claro que si, no te preocupes que yo lo cuido — sonríe al verlo venir en su dirección — Todo está bien?

– Eh si — asiente — Se nos presento algo aquí en la casa y no podremos pasar al club por Dani en un rato

– Bueno no hay problema, lo llevare a casa, no creo que quiera irse temprano, se está divirtiendo mucho con Lucía — guarda silencio

– Abuela, quiero helado — se escucha su vocesita — Es que tengo mucho calor

– Ahorita vamos — asiente — Dile hola y adiós a tu papá que estoy hablando con él

– Hola papi! — ríe — Adiós!









Durante la tarde luego de haberse duchado y de terminar recostada en la cama con las luces apagadas, se dispuso a poner orden a sus sentimientos, algunos pensamientos además de frenar recuerdos dolorosos. Trataba de imaginar dos escenarios, si iba sería exclusivamente para donar sangre, es cierto que su tipo es bastante escaso por lo que se necesita tener cerca a los familiares que poseen el mismo tipo en caso de que no haya en el banco de sangre. No sería la primera vez que se pasease por las calles de la CDMX con su nueva identidad, la policía no le preocupaba pues su cuerpo estaba ahí, lo habían visto, se le hizo exámenes que confirmaron su identidad así que ir hasta allá no le causaba ninguna preocupación.

Pero no quería cruzarse con nadie, tampoco quería ser confundida. Luego estaban esos rencores del pasado que aún cargaba, imaginar que Mónica conseguiría sangre sin necesitarla le daba un poco de tranquilidad pero luego recordaba las palabras de José Luís, ella moriría pronto. Aunque ya no era su problema, desde que tuvo a Dani como que aquel instinto maternal apareció del todo, sentía un profundo amor por su hijo, Mónica era un caso algo distinto pues ella la había lastimado, traicionado y decepcionado, sumándole que el tuvieron la oportunidad de que su vínculo se hiciera más fuerte pero ella prefirió escoger a Saúl ante cualquier cosa, toda esta situación la estaba agotando cada vez más.









– Dijiste que no al té — cierra la puerta — Pero creo que lo necesitas

– Gracias cielo — se sienta

– Pudiste descansar un poco? — enciende la luz para luego ir a entregarle la taza — O hiciste trabajar a tu cabeza al doble que siempre

– Lo segundo — suspira — De verdad no tengo claro lo que quiero hacer, me siento muy perdida...

– Lo imagino — se sienta a su lado — No lo decidas ahora, trata de bloquearlo por hoy

– Eso intento — asiente — Cómo está Dani?

– Muy bien, mamá va a llevarlo a su casa para que siga jugando con Lucía — sonríe — Ahora deben estar yendo por un helado

– Me alegra verlo tan feliz — le da un sorbo a su té

– Creo que los tres estamos más felices desde que llegamos — acaricia su pierna — Tenemos nuestra propia casota, Dani hizo sus primeros amigos

– Han pasado muchas cosas buenas — sonríe leve — Eso es extraño en ambos

– Si — ríe — Pero ya nos tocaba, como que la vida se espero a que estuviéramos juntos para que todo nos salga bien

– Me hice una prueba de embarazo — comenta — Por ahora es negativa pero quería decirte que estoy tomando la idea de tener otro bebé con más cariño y que tal vez lo podamos adelantar

– Compraste una? — se recuesta — Tuviste alguna sospecha?

– Fue idea de tu mamá, ambas disfrutamos molestar a Irene — ríe — Aprovechando que ya tenía una caja, decidí hacérmela nada más para ver que salía

– Sentiste nervios como con Dani? — toma su mano

– Un poco, no fueron tan intensos porque ahora estamos en una buena situación — admite — Tener un bebé no nos pondría en riesgo

– Admite que ya quieres uno ahora mismo — deja besos sobre sus nudillos — Uno chiquitito parecido a Dani

– Ay! Ya! — sonríe — Claro que quiero uno, son las cositas más tiernas

– Le daremos un hermanito a Dani pronto — celebra

– Bobo — niega — Muy pronto pues todavía pero si, tienes razón, le daremos un hermanito








Luego de haberse terminado su té aprovecho la cercanía de su marido para recostar la cabeza sobre su pecho y de paso recibir mimos, sólo en ese momento pudo relajarse lo suficiente para lograr dormirse, lo malo es que esa tranquilidad no duró demasiado pues pronto estaría con los ojos abiertos. Ahí fue cuando José Luís implemento su "kit" le trajo oreos junto con Nutella, sabía que aquello era su más grande debilidad con la comida, de hecho cuando lo vio atravesar la puerta sonrió negando enseguida, colocó una buena película y ambos se dedicaron a comer las oreos con Nutella, cuando se las terminaron la trajo a un abrazo confortable para tratar de transmitirle su tranquilidad, aunque no era la gran cosa pues estaba preocupado por ella.

Aquel Primer VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora