I. ¿Qué es lo que piensas?

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Sus ojos se abrieron de par en par con lentitud, la escasa luz que se filtraba a través de las delgadas cortinas blancas, apenas alcanzaban a hacer visible todo a su alrededor.

Sabía que día era, lunes y no solo el primer día de septiembre, sino también el primer día de clases, para su mala suerte. El chico apenas y había salido unos pasos fuera de su jardín en el último mes, por obligación tendría que hacerlo de nuevo para ir a la escuela.

Después de un mes y medio de vacaciones, muchos de los alumnos de preparatoria regresarían con corte diferente de cabello o alguna otra cosa que se hiciera notar, algo para distinguirse ante el resto. Pero esa lógica no cabía dentro de la cabeza de Kim, quién se había esforzado al máximo para no llamar la atención desde siempre, cosa que tal vez no estaba haciendo del todo bien.

¿Qué es lo que piensas al despertar?

Todas sus mañanas se habían enfocado en el hecho de que sus pensamientos no fueran más allá del techo de su habitación. Sin embargo, en algún punto volvía al mismo recuerdo a pesar de estar concentrado en la pintura blanca.

Todo parecía estar en paz, pero la alarma no apreciaba aquel momento de tranquilo, sonando estruendosamente con ese tono que cualquiera podría detestar.

En cuanto desactivó la alarma se pudieron oír los pasos apresurados de sus padres, sobre el piso de madera que rechinaba por los años, mientras se preparaban para ir al trabajo.

Durante el viaje de camino a la escuela, no hubo más que las palabras de despedida apresurada antes de bajarse y entrar en aquel edificio cuya pintura había cambiado de blanco a gris por lo viejo que era.

Todo era un caos durante el primer día, personas yendo de un lugar a otro, tratando de encontrar la dichosa oficina del director o el aula de clases que les correspondía.

Muchas personas corrían a abrazarse como si no se hubieran visto hace años, como si alguno de ellos hubiera estado en una isla desierta sin poder comunicarse con otro ser humano.

Dentro del panorama pudo apreciar a una de esas personas, que corría hacia el con una gran sonrisa.

Se había lanzado hacia el, casi había caído por intentar sostener su propio peso y el de su amigo.

Dió pequeñas palmadas en su espalda dando entender que se apartara un poco y el de inmediato pareció entender, ya que lo soltó, pero siguió teniendo esa gran sonrisa.

—Te extrañé Taehyung —expresó Jimin eufórico.

A veces no entendía cómo es que podía sonreír de esa manera siempre,  a el seguro le dolerían las mejillas.

—Yo también, Jimin. —Tal vez había extrañado su compañía, sus muestras de cariño no tanto.

El director dió su largo discurso de bienvenida, otros profesores dijeron algo sobre el deber que tenían de esforzarse para tener un futuro mejor, aunque sabía bien que la mitad de todos ahí teminarían como vagos.

Y las clases eran presentaciones y más presentaciones, todos decían su nombre, más alguna otra cosa que pedía cada maestro, como sus pasatiempos o materia preferida. El punto del primer día de clases era que nadie aprende algo útil.

Al llegar el descanso, Jimin le había contado sobre sus vacaciones en casa de su abuela con el resto de su familia, Taehyung asintía de vez en cuando porque no tenía nada más que agregar a la conversación. El solo había conocido a cinco personas en su familia, ambos padres y dos hermanos mayores.

No solía ser fan de escuchar pláticas tan triviales, aunque con el tiempo los relatos de su mejor amigo lo habían hecho sentir más cómodo.

El día se había pasado rápido, aunque eso no quitaba que había sido cansado. Una de las maestras había ido tras unos diez minutos de haber comenzado la última hora, en la cual no había aparecido el profesor de matemáticas, anunciando que esté último había caído por accidente en las escaleras.

Taehyung le había dicho que cambiará esos lentes, seguro que el incidente había tenido algo que ver con ese defecto.

Todos empezaron a charlar, mientras el sacó un libro, empezando a leer de inmediato, sin querer hablar con alguien más.

No había leído ni tres páginas cuando sintió un toque no muy seguro en su hombro y sabía que era Jimin, porque solo el le hablaba allí. Terminó no el párrafo que estaba leyendo y puso el separador entre las páginas.

—¿Qué pasa? —preguntó suave.

—Tú y Jungkook... —parecía buscar la manera de decir aquello— no han hablado en todo el día y no deja de mirarte justo ahora —apuntó con la cabeza hacia el otro extremo del salón.

Siguió el movimiento con la mirada, acabando en los ojos color avellana que lo miraban fijamente, pero no con una sonrisa como siempre solía hacerlo, está vez su expresión era fría, como si quisiera demostrar un tipo de valentía.

El contacto de miradas no duró más de un par de segundos. Volvió sus ojos hacia su amigo, el cual no dejaba de mirarlo, esperando una respuesta. Su mirada era de preocupación y decidió solo decirlo sin rodeos.

—Terminamos —declaró sin más y volvió a su posición de antes para seguir leyendo como si hubiera dicho algo tan simple como lo que comería esa tarde, aunque la verdad era que no se pudo concentrar de nuevo en las palabras sobre la hoja, su corazón latía como loco y contenía las ganas de llorar, formándose una extraña sensación en su paladar.









Soy la persona más impaciente que hay en este mundo cuando se trata de esto. Aquí está el primer capítulo, cuatro días antes de lo planeado.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora