XXXIV

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Taehyung

Era de madrugada cuando por fin despertaste.

Tus padres habían ido a casa con Beomgyu y se había quedado a dormir allí después de tanto tiempo.

Yo antes había estado lejos por mucho tiempo de casa, porque en cuanto pude trámite un viaje de intercambio para poder estar junto a ti. Ya casi había pasado un año y tú todavía seguían sin poder despertar, así que me preocupaba tener que regresar sin saber si estabas bien o no.

Así que cuando por la madrugada sentí tu mano acariciando mi cabello me sobresalté, aunque había estado profundamente dormido por esas horas.

Hubiera esperado que dijeras cualquier otra cosa, incluso una tontería después de despertar cuando había pasado tanto tiempo, algo cómo que no te aceptaron ni en el cielo ni en el infierno aunque no creías en ninguno de los dos.

Pero en lugar de eso dijiste solo dos palabras, letras que se pueden contar con los dedos de las manos, pero que para ambos significaban tanto, porque lo sentí, pude sentir como si un peso se fuera de mis hombros, y tú y yo sabíamos a lo que te referías, aunque preferimos no hablarlo en ese momento.

——Lo siento, Tae —tomaste mi mano mientras una lágrima se escapaba de tus ojos, luego otra y otra seguida de la anterior—. Perdóname por olvidar. Perdóname por cambiar de ese modo. Los siento tanto.

——Jungkook —dije en un hilo de voz sabiendo a lo que en realidad te referías.

Y dos personas que creí diferentes se volvieron una.

——Lo siento por no haber dicho la verdad.

——Fue mi culpa. No te odio, fue mi culpa haber dicho eso.

Tu me abrazaste y luego vino la doctora junto con dos enfermeras para revisarte.

Tus padres y hermano vinieron a primera hora de la mañana, vinieron en cuanto los llamé. Tu hermano se lanzó hacia ti sobre la cama llorando, la cortina de humo no lo ocultaba todo y el era un niño listo, lo suficiente para saber que podría ser que no despertarás pronto, pero lo hiciste.

No volvimos a hablar sobre lo que había pasado esa madrugada hasta un año después, durante las vacaciones de fin de curso cuando fuí a visitarte.

No fue porque lo recordaramos demasiado. Sino que fue cuando notamos algo raro en Beomgyu.

Narrador omnisciente

——¿Qué es esto? —señaló la marca de color más oscuro en la piel del más pequeño, justo en el espacio de sus costillas.

——Mi marca de nacimiento, ¿No la habías visto, Jungkook?

——No, siempre fue mamá quién te bañaba y cambiaba. Nunca la había visto.

——Jungkook —intervino el castaño al recordar dónde había visto esa marca de nacimiento, justo en el mismo lugar y con forma de triángulo—. Yeonjun.

——Yeonjun —afirmó al también recordar. Pasó sus dedos por la marca y una sonrisa de melancolía se coló.

——Me h-haces cos-cosquillas —dijo el niño entre risas.

Cuando estuvieron a solas por fin uno de ellos se animó a tomar el tema.

——¿Lo recuerdas?

——¿El qué? —Lo sabía, pero necesitaba tiempo para pensar en una respuesta adecuada, aunque en cualquier caso no la había.

——Yeonjun. A mí. A ti. Ya lo sabes, cuando estábamos a tres años de empezar la universidad.

——Si.

——¿En serio eres tú? —su mirada se inundó de un sentimiento de esperanza y tocó con una mano su mejillas —Jungkook.

——Si, Tae... Soy yo.

——Lo siento —cerró los ojos con fuerza y luego juntó su frente con la contraria—. Lo siento de verdad.

——No, la culpa fue mía. Lo siento, Tae. Por todo.

Fue entonces cuando las pesadillas se fueron y el insomnio las acompañó.

Es verdad, ambos habían cambiado durante ese tiempo, pero tal y como lo había dicho Jungkook, cambiaron juntos, cambiaron ellos como personas, pero sus sentimientos siguieron intactos.

Porque las personas cambian, pero no siempre el cambio es algo malo.

Porque las personas olvidan, pero siempre queda un rastro de todo en lo más profundo, ese que sale a la luz y se muestra ante sus ojos cuando lo considera adecuado, y así pueden recordar aquello que siempre fue más importante.

Las palabras que no fueron dichas en una vida, pudieron por fin ser dichas en la siguiente, cuando ambos se dieron cuenta de que habían hecho las cosas mal y tuvieron el suficiente valor para pedir perdón.

Entonces asegúrate de tener una buena vida y ser feliz, no te culpes por lo que no deberías y pide perdón cuando corresponda, porque las personas más valientes y buenas de este mundo son aquellas que se atreven a disculparse sinceramente cuando saben que se equivocaron, dejando el orgullo atrás para conservar algo mejor.


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——Te amo, Jungkook —dijo mientras lo abrazaba por la espalda y recargaba su mentón sobre el hombro contrario.

——Espera... ¿Qué dijiste? —preguntó con sorpresa. Se giró para quedar frente a frente con el castaño.

——Si no lo escuchaste entonces olvídalo.

——No, dilo otra vez. Quiero escucharlo de nuevo.

——Jungkook yo... Tengo hambre —picó su frente y se echó a correr mientras el otro lo perseguía por toda la habitación.

——Dilo solo una vez —pidió riendo.

——No lo haré.

Y así la persecución duró, aunque Jungkook nunca pudo atrapar a Tae, pero estaba conforme con aquellas dos palabras primeras.

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Y CHAPULÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO
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GRACIAS A TODOS POR SU APOYO A ESTA HISTORIA.

TAL VEZ HAGA UN EXTRA MÁS ADELANTE, PERO NO ES ALGO SEGURO.

ESPERO LES HAYA GUSTADO, GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR.

PD: Si les gustó esta historia entonces tal vez también les guste una historia que ya tengo publicada: Amor no correspondido. La primera temporada es KookV.

Y también otra la cual ya pueden encontrar una avance en mi perfil: Algieba.

—Wale








Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora