II. ¿Quién es más egoísta?

133 19 0
                                    

No pudo ver la expresión en el rostro de su amigo, pero estaba seguro que no entendía lo que estaba pasando.

—¡¿Qué?! ¡¿Cuándo?! No me dijiste, ¿Por qué? —preguntó desconcertado, parándose frente a la silla del otro.

—Terminamos —repitió como si una vez no hubiera sido suficiente, con la mirada aún en el libro—. No hace mucho. No te lo mencioné porque no es para tanto.

—¿Cómo no podría ser para tanto? ¿Te engañó? Seguro fue con la arrastrada de Jiyu ¿cierto? —ahora parecía enojado, estaba haciendo un escándalo pero nadie parecía notarlo.

—No lo hizo —interrumpió antes de que fuera a golpear y gritarle—. Yo terminé con él por cuenta propia, no hizo nada.

—Debe haber un motivo —insistió.

— No se sentía como antes, eso es todo —siguió leyendo.

—Taehyung —pronunció con ese tono de voz que expresaba preocupación—. Te conozco desde hace tanto, sé que es difícil expresar en palabras todo, pero tu no eres así, y menos con Jungkook.

—Estuvimos juntos, de verdad me sentía bien junto a él y luego terminamos un poco después de iniciar las vacaciones. Eso debería ser todo, no deberíamos esperar estar juntos por siempre, siendo un simple enamoramiento de la juventud ¿no es así? Nadie lo espera en realidad. Es mejor si terminamos ahora.

—¿Prometes que solo es eso?
—preguntó no muy convencido.

—Sí, creo que siempre se sintió diferente, sin embargo, aún de esta forma al final se sintió como si fuéramos buenos amigos. 

Miró a Jimin, sabía que no le creía. Desvió la mirada de nuevo hacia el chico que lo observaba aún, sintiendo un escalofrío al contacto con sus ojos.

El haberse sumergido en lo cursi, lo cliché, el cuento de hadas que nuca sucede en la vida real había afectado en todo el dulce chico que lo miraba con estrellas en los ojos. Una historia de amor como de película no es lo que deberías esperar a los dieciséis años con tu primer amor.

El tiempo pasaría y ambos estarían bien, dicen que el tiempo lo cura todo y esperaba que eso no fuera otra mentira. Aunque no lo culparía si después de ese tiempo aún no podía perdonarlo, aún cuando nunca pidió perdón, lo entendía, no se lo merecía.

Pero los arrepentimos ya no cabían, porque el hecho de pensar en los diferentes escenarios en los cuales hubiera hecho y dicho cosas muy diferentes era para el inútil, tan doloroso.  

"¿Qué hubiera pasado sí...?" "¿Y si esto hubiera sido diferente?" "¿Y sí...?"

Todas suposiciones inservibles para compensar algo que hubiéramos querido hacer o expresar de manera diferente, un tipo de consuelo para aquello de lo que nos arrepentimos.

Y si le dieran otra oportunidad, haría lo mismo, al menos eso era lo que pensaba en ese justo momento.

Muchas personas no terminan su relación por el poco aprecio que le tienen al otro, ¿quién es más egoísta? Aún cuando sabía como lo tomaría, aún así decidió seguir con su propio camino para salvarse a si mismo.

°•. °•. °•. . .•° .•° .•°

—¿Tienes planeado algo para hoy? —preguntó mientras guardaba sus cosas en la mochila.

—Solo iré a casa. Hoseok regresa la próxima semana, mi madre quiere darle la bienvenida con una fiesta.

—Taehyung... —mencionó con una sonrisa disimulada y amable la cual ya sabía su significado— realmente creo que nos hemos conocido por tantos años que casi soy el hermano menor que no tienes, entonces ¿No crees que sería apropiado invitarme?

—Cierto, pero tú no quieres ser mi hermano, quieres ser mi cuñado —picó su frente y sonrió cuando vió su cara enojada al haber sido descubierto.

Hoseok su hermano mayor, su hermano mayor por siete años del cual Jimin estaba enamorado. Regresaba de Londres, donde había encontrado en trabajo muy bien pagado y, algo que no le gustaría para nada a su mejor amigo, una novia.

—Hoy me viene a recoger mi padrastro, ¿quieres que te llevamos a casa?

Pocos entendían esa fantástica relación que tenía con el segundo esposo de su madre, porque era demasiado buena, como si Jimin hubiera crecido con aquel hombre como su padre biológico. Y seguramente era por el hecho de que ambos se parecían demasiado.

—Hoy no, tengo que ir con la profesora Hwang —alzó la carpeta color azul claro que la profesora había pedido que le llevara al final de las clases.

—Es el primer día de clases y Hwang ya te está jodiendo  —se quejó como si de el mismo se tratara.

—Estoy casi seguro de que quiere hablar sobre tus calificaciones en clase de literatura y quiere que te ayude, ¿quién me quita tiempo entonces?

—No es mi culpa, ella me odia —se excusó.

—Como digas, tengo que irme —colgó su mochila en sus hombros y empezó a caminar.

—Ten cuidado de regreso a casa —alzó la voz un poco para que pudiera oírlo casi fuera del aula de clases —. Si no lo haces, ¿quién se supone que me va a ayudar a hacer la tarea de literatura?

Siguió caminando hasta la salida alzando un pulgar en alto.

La profesora Hwang era la profesora de literatura e historia, se rehusaba a jubilarse pese a que ya era muy vieja; decía que en la escuela aún había demasiados alumnos a los que necesita disciplinar, aunque los años le pesaran tanto que se había jorobado, reduciendo su ya poca estatura.

Cuando salió de su oficina todavía había muchas personas en los pasillos, hablando sobre Buda sabe qué. Por lo general, todos escapaban de la escuela apenas la campana sonaba e iban a sus casas o a algún otro lado, salvo por los del equipo de fútbol, baloncesto y natación, quienes se quedaban a entrenar un rato más.

«¡Rayos!» dijo en su mente el castaño cuando recordó aquello.

Los del equipo de baloncesto, vaya suerte la suya. Tenía que pasar justo por dónde está la cancha de baloncesto para llegar a la salida de la escuela.

No lo quería ver, no hoy, tampoco mañana y de preferencia nunca.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora