VII. Dos personas que dejaron un pedazo de ellos en el corazón del otro

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——¿Por qué estás diciéndome esto?

——Eres la única persona a la que podía contarle —su expresión era de sinceridad—.¿Podrías hacerme un favor? —volvió a hablar.

——Jungkook, de verdad creo que esto es lo mejor. Solo déjalo ir, después puedes odiarme si quieres —soltó la cuchara para luego cruzar sus brazos sobre la mesa.

——Justo ese es el problema, de verdad no puedo odiarte -—su expresión le podía decir mucho, tal vez lo había intentado, en odiarlo—. ¿Tu me odias?

——No lo hago —contestó de inmediato—. Yo de verdad... —se detuvo y miró hacia otro lugar—. Cada llamada, cada mensaje, no era como si estuvieramos en esa clase de relación —hizo una pausa para averiguar dentro de el mismo que sería lo siguiente que podría decir—. De verdad siento lo de Yeonjun —finalizó.

——Trato de entenderlo aún —no supo a qué era a lo que se refería—. Te voy a extrañar, Taehyung.

Parecía que quería que respondiera con un "Yo también, Jungkook". Solo asintió ligeramente y volvió a mirar la comida.

——¿De verdad ya no sientes nada?

A veces se preguntaba si siempre fue débil ante el dolor de los demás provocado por sus acciones, o solo no podía soportar los lágrimas en sus ojos solo porque era Jungkook.

Nunca estuvo tan seguro de si sentía algo como amor por el, tal vez ese fue el error desde el principio, para él era tan fácil decir que Taehyung le gustaba, que lo quería y de demostrarlo. Pero para Taehyung era tan difícil entenderlo, siempre decía que estaba aburrido, siempre decía que lo amaba.

——Ya deberías irte, si tus papás se enteran, solo diles que viniste porque era necesario.

Lo vió una última vez y se levantó de la silla, se dirigió hacia la puerta, no sin antes dar un último vistazo hacia el castaño, el cual lo miraba desde la mesa de la cocina.

——Me voy el próximo sábado a las diez de la mañana, me gustaría verte antes de irme. Podemos seguir en contacto, solo si aceptas.

——No creo que sea buena idea, ninguna de las dos —dijo en un tono cortante—. Adiós, Jungkook —mientras decía aquello no lo miró en ningún momento, un nudo se formaba en su garganta mientras revolvía la comida con el tenedor.

——Adiós, Tae —su nombre fue tan solo un susurro que hizo eco en la cabeza del contrario, lo vió alejarse una vez más, e irse por esa puerta.

Durante los días siguientes trató de evitarlo siempre que pudiera. Durante ese tiempo quiso ir y decirle "Me gustas, pero si aceptara estar contigo te estaría mintiendo de la peor forma. Porque si recordaras estoy seguro de que me odiarías. Lo siento".

El tiempo hizo que llegara el sábado, así como el viento trajo las hojas secas de otoño a las calles. Pensó mucho en ir con el para decirle adiós por última vez, a primera hora de la mañana se parí de la cama y miró por la ventana, estuvo ahí por un largo tiempo hasta que lo pudo ver, el auto color azul índigo del padre de Jungkook, pudo verlo por la ventanilla en el asiento del copiloto, el miró en dirección a su casa, pero el castaño se escondió tras la cortina. Observó el auto alejarse y desaparecer a lo lejos.

Traté de forzar su cuerpo a no sucumbir ante un fuerte impulso que le decía que fuera tras el, no para detenerlo, sabía que no debía, solo para verlo una última vez y decirle que nada de esto fue su culpa, por primera vez la obligación de pedir perdón se la atribuyó  solo a él mismo.

Aquel impulso sobrepaso los límites del autocontrol, se puso los zapatos y una chamarra de mezclilla. Llamó a un taxi y les dijo a sus padres que tenía algo importante que hacer fuera de casa.

Cuando llegó al aeropuerto el ambiente era aún más frío, lo buscó por todas partes y por fin logró identificarlo. Estaba sentado junto a su padre a lo lejos, tenía el cabello algo desordenado, tal vez por el viento que soplaba afuera, tenía la vista fija en su celular por lo que no pudo ver al castaño aún cuando estaba de frente a el, aunque a varios metros más alejado.

Sintió una lagrima correr por la mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios. Si lo hubiera visto así, era seguro que no se podría ir, si Taehyung le pidiera que no se fuera, lo haría, pero... ¿Por qué decirlo si tampoco podía prometer que se quedaría con el?

Al final se alejó, no lo suficiente para perderlo de vista, durante un buen tiempo. Cuando anunciaron su vuelo se levantó y miró al rededor, sin lograr ver a quién buscaba. Parecía impaciente ¿Estaba esperando que viniera aún cuando dijo que no lo haría?

Se quedo mirando unos segundos más hacia la entrada del aeropuerto hasta que su padre tomo su hombro y le dijo algo que Taehyung no pudo escuchar, el bajó la cabeza y tomó su maleta para luego seguir a su padre hasta el acceso del avión.

Vió su avión despegar y perderse en el cielo azul y las nubes que cubrían parte de el.

Había visto demasiadas películas donde alguno de los protagonistas se iba muy lejos y el otro lo veía irse, y después de tantos años, por alguna casualidad a la que solían llamarle destino, se volvían a encontrar y volvían a estar juntos como si los años no hubieran pasado.

No deseaba que eso pasara algún día, solo quería seguir con su vida como lo era antes, rogaba más porque el también lo pudiera hacer. Era una de las personas más fuertes que había conocido, si alguien podría con esta vida llena de altibajos, era el.

Tal vez en unos ocho o diez años ambos pensarían en ese tiempo como un buen recuerdo de juventud, dos personas que se cruzaron, se conocieron, dieron lo mejor de cada uno y dejaron en pedazo de ellos en el corazón del otro para que pudieran aprender de sus errores.

Justo en ese tiempo parecía un melancólico recuerdo, en el futuro solo sería una anécdota de como fueron sus días en la preparatoria, un recuerdo que vendría a su mente tal vez una vez al año o menos, preguntándose como habría sido la vida del otro y después siguiendo con la propia sin tomarle importancia.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora