XVIII. Y fueron débiles

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Jungkook no pudo dormir más allá de las siete de la mañana, que fue cuando sus ojos se abrieron de golpe detectando la luz que pasaba por su ventana, de los primeros rayos de sol mañaneros que se asomaban desde atrás de las montañas más allá del lago. Intentó seguir durmiendo de nuevo, cubriéndose por completo hasta la cabeza para que todo se volviese oscuro de nuevo, pero esto no funcionó. Se sentía con energía, como si antes hubiera corrido cinco vueltas alrededor de la casa y su corazón estuviera activo.

Entonces se levantó con total ligereza aunque hubiera querido seguir durmiendo. Tendió la cama que estaba muy poco desarreglada, pues solo había dormido un par de horas ahí, y salió de su habitación viendo a los dos lados y en cada puerta que cruzara su vista para ver si había alguien despierto pero no lo hubo, claro, la mayoría prefiere dormir hasta tarde en sus vacaciones. Entonces bajó hacia la cocina pues su garganta estaba reseca, estaba completamente helada a pesar de ser pleno verano. Fue entonces cuando lo dolor que atravesó desde su nuca y se mantuvo severo en el costado de su cabeza azotó, era como ese dolor que te da cuando comes algo muy frío muy rápido, quiso adjudicarselo a el agua que había tomado pero era algo más, algo que le hizo cerrar los ojos por lo intenso del malestar que sentía.

Tuvo que sostenerse de la isla de la cocina que estaba frente a el para evitar caer y el vaso que sostenía se tambaleó sobre la superficie para terminar cayendo de lado y derramando la poca agua que tenía aún.

Fue una voz que sonó como un eco en su cabeza, fue como una cegante luz que sus párpados no detenían por completo porque aún con los ojos cerrados la podía distinguir tan claramente que pudo jurar que en realidad estaba pasando.

Tae... Tae... Tae... Oye, ¿Estás bien?

—¿Qué haces?

—¿A qué te refieres?

—Lo siento por lo de Yeonjun, lo siento mucho. Pero de verdad no entiendo a qué estás jugando Choi Jungkook.

—De verdad no entiendo a qué te refieres.

—Espero te recuperes pronto, tengo que volver con la enfermera.

Fue casi como un recuerdo, o más bien algo que su cabeza había inventado, porque nunca vivió eso, nunca había visto a aquel chico más allá de las citas con el doctor y aquel viaje de vacaciones.

——Jungkook, ¿Qué te pasa? —preguntó su amigo una vez que pudo ingresar a la cocina y ver cómo a Jungkook le costaba respirar y mantenerse de pie.

——No es nada, solo un mareo. Creo que es porque me hace falta dormir.

——Esto ya se está poniendo serio, si sigues así parecerás un zombie pronto. También podrías morir de una sobredosis de pastillas para dormir.

——No he tomado pastillas, no en algunos días. Ayer dormí algunas horas más.

——Estar aquí es de ayuda entonces —se acercó a la barra para buscar un trapo y limpiar el agua en la superficie de la isla.

——Si claro, eso debe ser  —dijo dudando para luego tomar el vaso que se había caído y volviendo hacia el dispensador para servirse más.

°•. °•. °•. . .•° .•° .•°

Por la noche, Jungkook, quién sabía que no podría dormir, decidió salir de la casa y pasear un rato por el lugar aunque no fuera algo tan normal ir por allí vagando por el bosque en la noche. Bajó las escaleras una vez que ya todos estaban en sus habitaciones, casi todos dormidos y cogió su abrigo para luego salir.

Taehyung, quién había estado leyendo hasta ese momento sin darse cuenta de cuánto tiempo había pasado realmente, cerró su libro una vez que vió el reloj colgado en la pared y confirmó lo tarde que era. Dejó el libro en la mesa de noche antes de levantarse e ir hacia la ventana para correr la cortina y cerrarla, dejando abierta la ventana para que el aire fresco pasará, y estaba apunto de hacerlo cuando vió a alguien afuera, una silueta que era conocida, pero no por cierto chico rubio que había conocido hace poco, sino por un chico castaño que seguía en su mente después de tanto tiempo.

Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos confirmando que no era algún engaño de su mala vista en la oscuridad. Era ridículo pensar que era el, porque ya no estaba, pero aún así se colocó los zapatos rápido y salió de la casa sin siquiera pensar en que afuera el clima era frío y un suéter habría sido de gran utilidad.

Buscó a los alrededores al chico respirando pesado, sin poder parar el sube y baja de su pecho al meter y sacar el aire de sus pulmones. Entonces miró a alguien de espaldas, caminando a paso tranquilo en dirección contrario a la suya, así que corrió tras el hasta alcanzarlo, detenerse un poco sobre el camino de tierra entre los árboles altos y tomarlo del brazo para verlo frente a frente.

——¡Jungkook! —el lo miró sin decir nada esperando una razón para seguirlo —No te vayas por favor —el rubio no entendió lo que pasaba y porqué le pedía con tanta desesperación que no se fuera —Perdóname, lo siento tanto. Fue mi culpa, por favor no me odies.

——Estás... Llorando —llevó su mano con inseguridad hacia su mejilla hasta lograr crear contacto, sus mejillas estaban mojadas y calientes, mientras que las yemas de sus dedos que secaban estás estaban fríos.

——No te vayas. Lo siento.

«Me recuerdas a alguien a quien le hice mucho daño. Alguien a quien me gustaría pedirle perdón».

En ese momento lo entendió, en ese momento comprendió mejor la razón de porqué el chico había estado en un psiquiatra por tanto tiempo. Estaba oscuro y nada se podía distinguir bien en realidad.

——Pero... Yo no soy —se detuvo entonces aún con sus manos actuando el rostro contrario, viendo el brillo en los ojos que lo miraban con súplica directo a los suyos, el brillo que hacia el reflejo de la luz de la luna cuyos rayos se colaban entre las ramas de los álbumes y las lágrimas aún no derramadas en sus ojos. Se dió cuenta de que el también había empezando a llorar cuando una lágrima llegó a sus labios, el sabor era salado y la sensación inexplicable —No me iré, prometo que no me iré —tomó sus hombros acercando su cuerpo más al propio y juntarse en un abrazo, aferrándose el uno al otro, sintiendo un calor que ninguno de los dos sabía cómo explicar. Y fueron débiles ante todo lo que estaba pasando en esos instantes.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora