XII. ¿Qué haces una noche como esta?

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Seis meses después...

El estaba otra vez en ese aeropuerto, el mismo aeropuerto en el que se despidió, el mismo en el que aquel vuelo debió aterrizar pero nunca lo hizo. Los meses habían pasado rápido y ya había llegado el verano nuevamente.

--¡Hoseok! -alzó la voz para que lo pudieran escuchar en medio de toda la gente mientras alzaba su brazo derecho, saludando.

La pareja se acercó a el, ambos con grandes sonrisas y se saludaron con un gran abrazo.

--Veo que ya estás mejor -dijo la novia de su hermano tomando una de sus manos entre las dos propias-. Mantén esa sonrisa, más te vale estar comiendo y durmiendo bien -pellizcó sus mejillas.

--Lo hago -rió con dificultad por el agarre de la otra chica, aunque tal vez no se debía solo a eso-. Mamá preparó demasiada comida, se levantó muy temprano para empezar. Hace dos días se volvió loca en el super mercado.

--¿Y Jimin? -preguntó su hermano sorprendiendo a ambos.

-Jimin está bien -miró a su hermano y luego a la chica junto a el -, está emocionado por los estudiantes de intercambio. Ya sabes, cosas de adolescentes locos que ni tú, ni yo, entendemos.

--Incluso haces bromas. Hace mucho que no te veía así de bien -dijo con ironía.

«Las apariencias engañan» pensó.


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Kim Taehyung

Helena y Hoseok volvieron a Londres no mucho después de aquel día.

Para mi segunda vez en el hospital, Helena decidió intervenir, tenía un amigo de la universidad el cual era muy bueno en su trabajo, un psicólogo, dijo que habían estudiado juntos en Londres, había regresado a Estados Unidos para estar de nuevo cerca de su familia y había abierto su consultorio no demasiado lejos de la preparatoria a la que yo asistía.

Al principio lo tomé como una broma, algo que no necesitaba, pero tanto insistieron que al final decidí que tal vez, solo tal vez, lo necesitaba y tampoco perdía el tiempo con intentar lo que sería una vida mejor, algo que después de tan solo medio año no podía creer que pudiera pasar.

Después de un par de meses asistiendo a consulta semanal ya estaba mucho mejor, de una manera rara.

Pero aún cuando todo estaba bien, no podía evitar que los recuerdos de mis diez años recobran vida, tampoco podía olvidar lo que había pasado un año atrás y mucho menos podría olvidar y dejar de sentir aquella opresión en mi pecho cuando recordaba esa sensación de dolor después de haber caído de la bicicleta, no por el golpe, sino porque el dolor me dijo que no estaba teniendo una pesadilla.

¿Qué es lo que haces una noche como hoy antes de dormir?

Solo cerrar los ojos y pensar cosas sin sentido para que mi cerebro decida que ya no es funcional su completo uso en este momento y me haga dormir hasta la mañana siguiente.

Todos los días al levantarme veía aquella caja, no la había abierto aún, estaba a sobre el armario, allá arriba donde a nadie le importaba su existencia, allá arriba donde no tan fácil la puedes tocar, pero tan fácil la puedes mirar desde abajo.

Choi Jungkook, si de verdad se puede reencarnar, tal vez hubieras deseado tener el cabello color arcoiris para resaltar entre todos, aunque estabas lunático y eso ya te hacía resaltar. Tal vez hubieras querido tener un hermano menor, para poder protegerlo y que tus padres fueran más unidos. Espero que hayas deseado tener una historia de amor como en esas comedias románticas, porque ahí las cosas son más felices.

El chico que estaría feliz si en si próxima vida tuviera poliosis igual que yo. El que estaría feliz siempre y cuando le prestara atención.

La misma persona que dejó algo para mí, solo por si acaso.

Le gustaban los finales de cuentos de hadas, le gusta jugar siempre básquetbol después del colegio porque era la única hora en la que yo podría verlo anotar, le gustaba sentarse en clase detrás de mi para poder recargar su mentón en mi hombro, viendo por encima de este, leyendo en silencio conmigo.

Había empezado a leer cada libro que yo leía, solo para poder hablar conmigo sobre la trama.

El pequeño niño que necesitaba atención cada que se enfermaba porque no se sentía nada bien. Al cuál tenía que perseguir por toda la habitación para lograr que tomara el té de jengibre que ni siquiera yo hubiera ingerido por lo amargo que era, pero su madre quería que bebiera.

El chico que esperó hasta el último segundo a qué yo llegara a su partida, el que esperaba que yo lo detuviera diciendo que no me dejara. Miró a la entrada del aeropuerto y luego se fue.

Pero ya lo había hecho, una vez ya le pedí que se detuviera, que no se fuera. Pero no lo hizo.

La persona más valiente, porque ser valiente significa resistir hasta en los momentos más difíciles.

Hasta ahora me atrevo a buscar algo en la computadora, se muestras algunos resultados. Veo los encabezados de las noticias y las fechas hasta que lo encuentro.

Accidente de avión que había partido desde Carolina del norte, con destino a Corea del Sur. Causando trece muertes.

Evité ver la fotos y cerré la computadora.

No pude saber cuándo fue que me quedé dormido, tal vez fue mientras pensaba en aquella sombra extraña detrás de la cortina, pero no tuve la suficiente fuerza de voluntad para volver a pararme de la cama.

Entonces llegó Hoseok con una campana que hacía demasiado ruido.

Eran las malditas cinco de la madrugada de nuevo y el ya había empezando una vez más con sus rutinas de meditación y agradecimiento, a solo el sabe quién.

--¿Por qué no vamos a acampar lo que queda de las vacaciones? Se que no has salido durante un tiempo, te hará bien -dijo mientras llevaba un gran trozo de carne a sus labios. Aparte de la campana llevaba un plato de comida, aun siendo tan temprano el ya tenía hambre.

--El clima ha estado bien estos días -comentó mi padre con la vista en el televisor que mostraba las noticias en la sección del clima.

--Da igual lo que diga la rubia oxigenada del clima -reprochó mi madre-. Igual deben ir bien abrigados, ya que nunca se sabe y es mejor estar precavidos.

--¿Y las citas con el doctor Ahn? -pregunté. Todavía tenía que ir a consulta, no me daban de alta aún, decía que me estaba recuperando poco a poco, tal vez tardaría más tiempo de lo que habíamos pensado.

--Podemos decirle sobre el viaje, seguro que estará de acuerdo, además debes tomar tu medicamento a tiempo -comentó Helena, ella se había vuelto como mi madre, ahora era como tener dos madres y un padre, y también un hermano claro, aunque también tenía un instinto paternal.

--Pueden aprovechar entonces. A ti no te gusta mucho el ruido Tae. No les había dicho pero la casa de enfrente a la nuestra ha vuelto a ser vendida, se mudarán y seguro harán ruido.

--Mientras no tenga que ir a ninguna cena, comida o almuerzo de bienvenida está bien.



















En el anterior capítulo decía que regresaría el 25 de este mes, pero es porque lo escribí desde diciembre entonces había olvidado cambiarlo.

Aquí está un nuevo capítulo. Espero les esté gustando está historia.

Por fin cambie la portada.

Gracias por su apoyo.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora