XI. Como una brutal estaca de hielo en el pecho

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Los siguientes días fueron igual que los anteriores, trataba de dormir un poco más, mi familia vigilaba que comiera bien y se acabaron las largas seciones de meditación y yoga por las madrugadas y cambiaron a la tarde antes de que el sol se ocultara.

Pasamos todos esos días adornando la casa con luces y esferas. Fue una navidad feliz, más de lo que ya lo era, ya que estaba mi hermano, salimos a recibir el año nuevo junto a Jimin y su familia.

Luego de eso vinieron de nuevo las clases, Jimin me abrazó de nuevo como si no nos hubiéramos visto en más de un año y empezó a hablar demasiado.

El me había contado sobre los estudiantes de intercambio del próximo año. Faltaba más de medio año para que terminara nuestro segundo año de preparatoria y el ya estaba planeando a detalle todo el tercero. Aunque no era el único que hablaba de eso, también nuestros demás compañeros hablaban sobre ir a la universidad, algunos felices y otros un poco menos ya que los estresaba la idea de tener que elegir carrera tan pronto, y luego estaba el tema que más se susurraba en los pasillos, los estudiantes de intercambio que vendrían a la escuela el año siguiente.


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Las respuestas a mis preguntas llegaron unos días después de que las clases comenzaran.

——Llegué —alcé la voz al no ver a nadie cerca y luego ví a Helena bajar las escaleras —Hola, ¿Y mi madre?

——Ella y tu hermano están afuera, en el jardín, están moviendo algunas cosas.

Solo asentí y colgué mis llaves donde siempre.

——Alguien vino a buscarte —hizo una pausa, se me hizo extraño lo que dijo, no esperaba a nadie—. Era una mujer como de la edad de tu mamá. Traía una caja algo grande, le dije que la dejara y que cuando llegarás te la entregaría, pero dijo que prefería dártela en persona —ella me miró intentando descifrar lo que estaba pasando, pero ni yo mismo sabía que podría querer y que sería tan importante para querer entregarlo en persona.

De repente tuve una remota idea de quién había sido la persona que fue a buscarme.

——Helena, ¿La mujer tenía el pelo corto y traía puesta una mascada de flores?

——Ah, si. Su cabello era negro y era muy delgada.

A la velocidad más rápida que la de un día de escuela llegando tarde, dejé mi mochila derrumbada en el sofá pequeño de la sala, le dije a Helena que le dijera a mi madre que volvería para la hora de la comida, tomé de nuevo mis llaves y salí.

Tomé mi bicicleta que durante un tiempo no había sacado y emprendí el camino. Al llegar estacioné la bicicleta en al acera si que obstruyera el paso y fuí por le camino de piedras con pasto al rededor, hasta llegar al pórtico y tocar el timbre de aquella casa.

La ví con unos grandes sacos debajo de los ojos, más oscuros que la última vez que nos vimos. Sonrió amablemente y me invitó a pasar, nos sentamos en la sala y esperé a que hablara.

Sus palabras pasaban por mi mente una y otra vez tratando de procesar que esto no era un sueño o una pesadilla, muchas veces me pregunté si lo era, desearía que lo fuera, desearía despertar.

Muchas cosas pasaron además de sus palabras por mi mente. Ese día en el centro comercial cuando fuimos por los adornos de navidad, las noticias de un domingo en la mañana cuando estábamos desayunando y mi padre prendió el televisor para hacer lo que era costumbre, las faltas que tuvo Jiyu durante la semana después de eso.

Ella lloraba pero yo todavía no lo hacía, después de eso se levantó y fue hacia la cocina, regreso con una caja mediana. Le pregunté que era lo que contenía, ella solo dijo que tenía que averiguarlo por mi mismo.

No debió hacerlo, Jungkook, incluso cuando yo deseaba que lo hiciera, aún cuando había un uno porciento de probabilidad de que al final todo estuviera bien, es mejor estar seguro y ahora no hay vuelta atrás.

Salí de aquella casa en la esquina de la calle, puse el paquete en la canastilla trasera de la bicicleta y empecé a pedalear como una acción automática que hacía mi cuerpo con la mente en algún otro mundo independiente del que estaba.

Casi choco con otro chico que iba en bicicleta también, en uno de los cruces por no mirar hacia ambos lados y revisar que no hubiera nadie que fuera a cruzar. Ni siquiera por la impresión de un casi accidente mi mente se conectó de nuevo a mi dimensión, solo seguí mi camino igual de distraído. No fue hasta que, en un movimiento descuidado, caí de la bicicleta directamente contra el concreto.

Las palmas de mis manos tenían raspones al igual que mis rodillas, y en mi mejilla, unos centímetros abajo de mi ojo, pude sentir el dolor, junto con el ardor de un corte del cual salían gotas y gotas de sangre.

Hay muchas cosas que no puedes distinguir en los sueños, tus manos, la respiración, la lógica común de una persona que ha vivido lo suficiente como para saber cómo son las cosas en la vida real, una de ellas es el dolor, la respuesta es que en los sueños no puedes sentir dolor, tal vez por eso me encontraba durmiendo siempre. Y en este caso, sentado en la acera, tibia por el contacto de los rayos del sol de la tarde, estaba sintiendo dolor en mi mejilla, en mi cabeza en general por el tremendo golpe, mis palmas y mis rodillas, la sangre manchaba un poco mi ropa.

El dolor fue el que me dijo, como una brutal estaca de hielo gélido en el pecho, que esto era real, que esto era completamente real, que no era una de mis tantas pesadillas durante las noches de invierno después de que Jungkook se fue, que aquel chico ya no estaba y me habían dado lo único que el quería que tuviera después de haber muerto en aquel accidente de avión.

¿Cómo tuviste la valentía de regresar?

El siempre dijo que yo era la persona más valiente que el conocía. Sin embargo creo que yo no hubiera tenido la misma valentía que tú tuviste para odiar a alguien de esa forma, yo no tendría la valentía de regresar solo por una persona, yo no tendría la valentía de enfrentar todo a cambio de una sola persona y de verdad lo siento.

Lamentablemente no tuve la oportunidad de decírtelo.






Hola, aquí Wale.

Este es el final de la primera parte.

Pero tranquilos que la espera no será mucha.

Regresaré el 25.01.2022

Justo cuando escribo esto aún es diciembre de 2021, se siente raro escribir 2022.

Gracias por su apoyo.

Me ayudaría mucho si votan y si les gusta está historia consideren leer mis demás historias o seguirme.

Nos leemos en unos días.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora