XXXII. Cortina de humo

38 7 0
                                    

Así que ahí estaba, a tal solo media hora de llegar a otro país, por suerte sabía la dirección de Jungkook, pues este se le había dado cuando le dijo que le quería enviar algo por paquetería por navidad.

Se lamentaba un poco por haberle mentido a su madre, pero el sabía que estaría muy preocupada de que su hijo menor, aunque ya era un adulto, estuviera de camino a un país totalmente desconocido, tampoco le había dicho a su hermano sobre el viaje.

Jimin le había ayudado, diciendo a su madre que estarían estudiando para los exámenes y poniéndose al día sobre la vida del otro, ya que estudiaban en universidades distintas.

El padrastro de Jimin, después de muchas súplicas del chico, aceptó cubrir su mentira, siempre y cuando tuvieran cuidado y le notificaran cada detalle de su estancia en el extranjero, incluso les había alquilado un pequeño lugar con dos habitaciones y todo lo que pudiera necesitar. Sin duda el hombre era bastante abierto, además conocía a Taehyung, podía confiar en que estarían bien a pesar de que Jimin fuera, en algunas ocasiones, difícil de controlar por la emoción.

Ya para cerca de medio día, ambos se encontraban frente a la dirección de la casa del chico, tocaron el timbre dos veces hasta que una mujer más baja que ellos abrió la puerta, traía puesto un uniforme de trabajo y les preguntó qué era lo que se les ofrecía.

--¿Aquí vive la familia Jeon?

--Si, pero justo ahora no están en casa. ¿Se puede saber qué se les ofrece?

--¿Sabe en cuánto tiempo van a regresar? -preguntó Jimin en cambio.

--No creo que los encuentren muy seguido por aquí, solo llegan a asearse y por mudas de ropa.

--¿Les pasó algo? -preguntó el castaño ante lo raro que le parecía el asunto.

--Es un asunto privado. Pero si es urgente lo que necesitan, llamen a este número -tomó una de las tarjetas de presentación que estaban en un mueble cerca de la puerta y se la ofreció-. Es el número del secretario del señor Jeon, si tiene tiempo libre les dará una cita.

Le agradecieron a la mujer en voz baja y esta cerró la puerta.

Cuando bajaron el porche, a un lado vieron a un niño de no más de nueve años salir por un lado de la casa, viniendo del jardín trasero de esta y posicionarse frente a ellos, mirándolos con curiosidad hacia arriba.

--¿Puedes agacharte? -le dijo a Taehyung en cuanto lo vió, sin decir nada más, solo preguntando aquello que hizo extrañar a ambos amigos.

--¿Por qué?

--Solo baja, estás muy alto para que lo pueda ver.

El chico no entendía a lo que se refería el niño, así que en un intento de saberlo, hizo casi al niño y flexiono las rodillas lo suficiente para quedar a la sutura del pequeño, quién en cuanto lo hizo, llevo una de sus pequeñas manos hacia su cabello, en específico hasta el mechón color blanco que caía por su rostro y cubría parte de su ojo.

--Taehyung -dijo en un susurro aún sosteniendo el cabello blanco.

--¿Me conoces?

--Tu eres el novio de mi hermano, ¿cierto?

Aquella pregunta hizo que Jimin soltara una carcajada al ver el rubor en las mejillas de su amigo que intentaba disimular.

--¿Vas a verlo al hospital? Si es así, ¿Puedes llevarme contigo? Quiero ver a mi hermano, pero mis padres nunca me dejan ir con ellos.

¿Al hospital? A ese punto, el hecho de que Jungkook nunca le había contado que tenía un hermano menor se quedó sin importancia ante la preocupación que se adueñó de el al escuchar que Jungkook estaba en el hospital.

--¡¿Qué le pasó?! -sostuvo los hombros del pequeño que estaba confundido por sus palabras tan agresivas.

--¿No lo sabías? Tuvo un accidente en la escuela, mis padres dijeron que se pegó en la cabeza y le dolía un poco, así que se tenía que quedar en el hospital.

Lo entendieron, claro que lo entendieron, porque es mejor que a un niño no le digas las cosas con toda la verdad, porque a veces es mejor si piensas que las cosas están bien. Porque así es como vivimos con tanta felicidad, por no saber lo que pasa en realidad, por esa cortina de humo que los adultos más responsables y buenos ponen frente a nuestros ojos, esa cortina que nos impide ver todos los problemas y cubre el dolor, para que podamos ser felices. Porque la verdad puede ser dolorosa y cuando crecemos nos damos cuenta de todo eso.

Cuando estaba a punto de decirle que se metiera de nuevo a casa, el niño corrió hasta la puerta principal y asomó solo la cabeza para luego gritar que iba a jugar a casa del vecino, y luego ser respondido con un simple: Está bien.

El niño tenía el cabello de un color castaño oscuro, aunque tenía los razgos de la cara un poco más parecidos a los extranjeros. Y era inteligente, valiente en todos los sentidos, porque no muchos niños se atreven a eso, tal vez era algo tonto por ir con dos chicos desconocidos a cualquier lugar.

Les dijo el nombre del hospital donde estaba su hermano y pidieron un taxi para poder llegar. Al parecer había memorizado cada uno de los datos importantes que había dicho sus padres durante algunas platicas angustiadas; el nombre del hospital, el doctor encargado y el número de habitación.

Al llegar le preguntaron a una enfermera sobre la ubicación y fueron de inmediato hacia allí.

En las sillas que había afuera de la habitación, estaban una mujer y un hombre, hacia los cuales el niño corrió y abrazó.

--Beomgyu -dijo la mujer limpiando lo que quedaban de las lágrimas en sus mejillas en cuanto sintió el cálido abrazo de su hijos menor-, ¿Qué haces aquí?

--Taehyung me trajo -apuntó hacia un lado donde se encontraban los dos chicos.

--Pero, Tae...

La mujer pareció reconocerlo porque su mirada cambió.
























El drama, el drama, el drama de nuevo, una y otra vez.

Gracias por su apoyo. Ya falta poco para el último capítulo.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora