XXV. No dejaré que te caigas

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Primer día de escuela, si, no había sido tan malo, uno menos y faltaban unos doscientos más.

Durante el almuerzo no había podido leer ni párrafo de su libro, pues el rubio no lo había dejado concentrarse y no de la manera bonita.

Había llegado por fin la hora de ir a casa, el Señor Yoon le había llamado para preguntar si quería que lo pasara a recoger a pesar de que Jimin ya no estaba en la escuela, pero le había respondido que no era necesario, iría caminando de nuevo a casa para hacer algo de ejercicio. Antes habría considerado ir todas las mañanas a la escuela y de regreso en su bicicleta, pero a su madre le daría un infarto cuando no pudiera encontrarla en el garaje, pues desde el día que había ido a visitar a la señora Choi a su casa quién ahora había cambiado a su apellido de soltera,  y regresó con raspones a casa explicando a su madre alterada que solo se había caído de la bicicleta, no lo dejaba volver a montarla, su madre era una protectora de primera.

Entonces era ir con Jimin a la escuela y perder veinte preciados minutos de sueño o levantarse un poco más tarde e ir caminando, no estaba tan lejos de igual manera. Pero ese día le tocaba ir de regreso a pie.

Eso había pensando hasta antes de poder cruzar la calle una bicicleta color negro y azul índigo se había estacionado frente a el.

JK: Sube, te llevo a casa.

TH: Está en la dirección contraria hacia dónde tú vas.

JK: Tu no sabes dónde está mi casa —entrecerró los ojos al haber descubierto su mentira —Voy hacia allá —señaló el frente.

TH: Pues mi casa está para el lado contrario —eso era mentira, estaba justo en la misma dirección, pero no quería subir a la bicicleta.

JK: No hay problema, igual puedo llegar un poco tarde a casa, así que te puedo llevar a la tuya aunque no esté de paso —se empeñaba en evadir las múltiples excusas que ponía ese chico raro que ya no sabía ni lo que estaba diciendo.

TH: Soy pesado, no vas a poder aguantarme.

JK: Soy mínimo siete centímetros más grande que tú y se que no pesas más de cincuenta y cinco kilogramos, estás demasiado flaquito —dijo jalando la manga larga de su playera la cual le quedaba holgada a pesar de que no era tan ancha, tan delgado como una de esas idols de la televisión.

TH: No confío en tu estabilidad de manejo, si nos caemos en el camino y tengo un solo raspón mi madre hará un drama que no te puedes imaginar.

JK: No dejaré que te caigas y es mentira eso de que no confías en mí, se que lo haces, a pesar de que quieras negarlo.

No dejaré que te caigas

Fue con un eco interminable, uno que se alejaba con forme el tiempo pero no se dejaba de oír. Y vió una seguridad en ese ojos café claro que no sabría cómo distinguir, debería traer a un poeta para que pudiera escribir sobre eso.

TH: Pero...

Y entonces Jungkook se cansó, se dió cuenta que por las buenas no se podía convencer al chico frente a el, seguía poniendo excusas aunque veía que sus piernas se movían como si ese extraño cerebro pensará si era buena idea subir al asiento trasero de la bicicleta con el o no.

El castaño ya había mirado hacia atrás varias veces confirmando que varios de sus compañeros miraban atentos lo que estaba sucediendo y comprendió lo que pasaba al notarlo.

JK: Nada de peros. Sube, o gritaré aquí mismo que eres mi novio.

Tan atrevida advertencia le hizo tensar todo el cuerpo y abrir los ojos a más no poder. Miró hacia los lados sabiendo con certeza que hablaba en serio, porque si alguien se atrevía a desafiar las reglas que Kim Taehyung había impuesto indirectamente, era ese chico.

TH: Baja la voz —colgó el tirante suelto sobre su hombro y subió al asiento trasero de la bicicleta.

JK: Es mejor que te sujetes bien, si no quieres caer.

TH: Estoy bien, dijiste que confiara en ti. Empieza a avanzar, todos nos están viendo —miró hacia el lado contrario a el edificio de la escuela evitando las intensas miradas de todos ahí.

JK: Agárrate fuerte o no voy a avanzar.

Con resignación y algo de pena empezó a subir ambas manos hacia la cintura del rubio, solo tomó los lados de su camisa, alcanzando a tomar solo la tela y sin hacer contacto con la piel. Aquel acto hizo que el chico sonriera y seguido de eso empezó a avanzar un poco a punto de dar media vuelta.

TH: Mi casa si está hacia ese lado.

JK: Entonces eso quiere decir que me mentiste cuando habías dicho que tu casa estaba para el lado contrario —frenó ofendido.

TH: Apúrate si no quieres que mi madre salga de casa con una manguera cuando lleguemos por haber llegado tan tarde.

JK: Tal vez me invite a comer.

TH: Mi mamá no está en casa, nadie está en casa ahora, así que nadie te invitará a comer o lo que sea.

Jungkook empezó a pedalear nuevamente, está vez en la dirección correcta.

JK: Sabes... Me acabas de decir que tienes casa sola.

TH: Cállate imbécil.

Todavía Tenemos Que Pedir PerdónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora