Sentados a la mesa estaban: Victor en la cabecera, a su derecha estaba Virginia y al lado de esta estaba Maite, mientras que en el lado izquierdo estaba Christopher entre su padre y su mujer.
A Dulce le hubiese encantado decir que Maite estaba siendo una perra, que durante la cena no había parado de tirar indirectas, de hacer notar que ella no era parte de la familia, o que se la había pasado gran parte de la noche haciendo alianzas con Virginia, o coqueteando con Christopher. Pero lo cierto es que ninguna de esas cosas había sucedido. La morena, hasta ahora, había sido un modelo de comportamiento.
Hablaba solo cuando se lo solicitaban, siempre muy amable, y la mayoría de las veces lo hacía para interactuar con Victor, quien se mostraba, ciertamente, tan encantado con ella como Virginia. ¿Eso la hacía sentir mal? ¡Claro!, pero luego veía los ojos de amor con los que Christopher la miraba e inmediatamente se le pasaba. En ese momento recordaba que a quien debía agradar era a él, no a su familia.
—Estuve a punto de pedir que prepararan el Lomo de cerdo con Vegetales que tanto te gusta, hijo —comentó Virginia cuando estaban en la mitad del plato fuerte—. Pero, afortunadamente, Maite me recordó que Dulce María es vegetariana.
La pelirroja se limpió los labios con educación, luego de tragar el pequeño trozo de la Musaka de Berenjenas que hace poco comía y le sonrió a la morena.
—Que linda, Maite. Gracias por recordarlo.
—Es que Maite es muy detallista —comentó Virginia con el orgullo del que se habla de una hija.
—Y tú, mamá, eres muy persistente —dijo Christopher con sorna—. Papá es muy cortez, mi Dulce es muy bondadosa, dentro de muchas otras cosas. Y yo, ciertamente, tengo mucha paciencia. ¿Alguna otra virtud que tengamos que decir en esta mesa? Digo, para que Maite no se lleve todos los halagos.
Dulce le apretó el muslo a Christopher bajo la mesa para que se calmara, mientras ella hacia amago de toda su fuerza de voluntad para no soltar una carcajada, pues esa respuesta le había parecido ciertamente brillante.
Hubo un pequeño silencio en aquel comedor, el cual Maite rompió con una tímida carcajada.
—Es cierto, madrina. A veces parece que quieres venderme al mejor postor —rió.
—¿A veces? —agregó Victor con las cejas levantadas—. Creo que te quedaste corta, cariño.
De una u otra forma todos soltaron una pequeña sonrisa.
—Eso, búrlense de mí —dijo Virginia con falso pesar—. Yo solo te presumo porque te quiero como a una hija, May.
—Y te lo agradezco, nina. Pero creo que puede ser algo molesto para los demás.
—En fin —intervino el padre de Christopher—. ¿Cómo va la textilera, Dulce? Se comenta que Archway se ha posicionado muy bien en el mercado nacional.
Dulce le dio un sorbo a su copa de vino, un poco sorprendida por la interpelación directa de su suegro, ya que este nunca antes se había molestado en cruzar ni una sola palabra con ella.
—Así es, señor. Y pronto nos expandiremos internacionalmente, solo faltan los resultados del último estudio de mercado que hicimos en España y comenzaríamos con la exportación a finales de este año.
Christopher sonrió mirando a Dulce completamente embobado, pues el amor y el orgullo que sentía por ella apenas y le cabía en el pecho. Entonces, se permitió desviar su mirada hacia su madre por un instante y notó como su mirada estaba fija en su plato, casi frustrada, probablemente sabiendo que no había nada en lo que pudiera destacar a Maite en este momento.
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El Testamento
FanfictionDulce María Espinoza estaba segura de que su abuela había perdido un tornillo antes de morir, pues no había otra explicación a lo que estipulaba su testamento. Le había contado a la anciana todo lo que había vivido con el excesivamente guapo y muje...