EMH Stony

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El mundo y la sociedad desde tiempos inmemoriales han estado dominados por los Alfas y eso nadie lo ponía en duda. Era, es y seguirá siendo así. Por generaciones enteras, los Omegas se han sometido a éstos. Hasta el día de hoy, que la nueva generación de jóvenes Omegas luchaba por romper todos los esquemas y estereotipos.

Los Stark-Rogers eran un matrimonio donde uno de ellos era un futurista y el otro seguía ciegamente las tradiciones de sus antepasados. La boda, acontecida hacía unos cuantos años, fue la clásica boda en la iglesia, según las costumbres de Steve. Proveniente de una familia conservadora y religiosa, pidió que el matrimonio se llevara a cabo en la iglesia y los casara un sacerdote, lo que Tony aceptó. En realidad lo hizo más para complacerlo que porque en realidad quisiera. Él imaginaba una boda en la playa o en Las Vegas. Algo más... Moderno y original.

Cuando comenzaron a salir, Steve no aceptó nada excepto que lo tomara de la mano. Los besos hasta la boda, decía. Resultó difícil para Tony controlar las ganas intensas que tenía de besarlo, pero de alguna milagrosa manera lo logró. Tampoco lo había dejado tocarlo, por lo que sí cumplió con el viejo “requisito” de llegar virgen al matrimonio.
Cuando llegaron los niños, Tony decía que quería sólo dos. Cuando mucho, tres.

Harley fue el primero en venir al mundo y tenía dos años cuando llegó Johnny. Así fueron llegando uno seguido por el otro hasta que la casa se llenó con ocho niños y Steve ya esperaba el noveno. EI orden de nacimiento: Harley, Johnny, Daniel, Rubén, Sarah, María, Julián, Morgan. Y Peter... Peter venía en camino. Los niños eran muy pequeños todavía y Tony intentó convencer a su marido para organizar una cita con el médico y esterilizarlo después de que naciera Peter. Ya tenían mucho con tanto chamaco.

Los niños parecían habichuelas pintas, siendo una mezcla de lo más heterogénea. Harley y Johnny tenían los ojos azules y cabello oscuro, Daniel, Rubén y Sarah poseían ojos ambarinos y pelo rubio y María, Julián y Morgan, cada uno con un color diferente en los iris y Morgan, en vez de pelinegra, salió castaña. Con tanta variedad, no sabían cómo saldría Peter.

El día que finalmente llegó, lo primero que hizo fue abrir los ojos. Peter poseía aquella melena negra y los ojos mieles de Tony. Era el más parecido a él. Agotado, Steve no pudo más.  Sí, definitivamente él sería el último.

“Gracias a Dios”, pensó Tony aunque, siendo honesto, era completamente ateo.

††††

Los niños crecieron y, al entrar en la adolescencia, comenzaron a cuestionar absolutamente TODO. Desde las clases de religión hasta la biología misma y aquello que Steve tanto aseguraba lo ponían en duda, atacándolo con preguntas. Era normal que preguntaran, comentaba Tony. Él los apoyaba y los alentaba a no conformarse con nada que les dijeran. Morgan y Peter eran los que más cuestionaban. Sinceramente, Steve consideró eso como una enorme falta de respeto. Él nunca dudó ni cuestionó a sus mayores.

Un viernes, estando todos en casa, justo en el instante que Steve servía el almuerzo, Peter mencionó que le gustaba un chico del colegio. Por ahora todo iba bien. No había nada de malo en que le gustara alguien, para nada. El problema vino cuando agregó que su crush también era un Omega.

Steve dejó caer el cucharón por la sorpresa y abrió enormes los ojos. Claro, también quedó boquiabierto. ¿Qué clase de blasfemia era aquella? Eso iba totalmente en contra de todo en lo que creía. Así no eran las cosas en la naturaleza. Lo normal era Alfa y Omega, no esos desvaríos.

—Steve, tranquilo. —Tony lo trató de calmar antes de que soltara alguno de sus sermones religiosos. —Hablaremos de eso después. —Y dirigiéndose a Peter, le dijo. —Me alegro por ti, hijo. Les deseo lo mejor.

—Gracias, papá. —Sonrió el menor. Al menos uno de sus padres lo entendía.

El almuerzo transcurrió en silencio después de aquello para evitar más momentos incómodos. Al terminar de comer, Steve recogió todos los platos y los llevó a la cocina para lavarlos, haciendo caso omiso a las protestas de sus hijos, quienes se quejaban porque nunca los dejaba ayudar.

—Cariño, tenemos que hablar.

Tony apareció detrás de él junto con Peter.

—Por supuesto que sí. Yo lo haré, mamá.

—No hace falta. —Fue la única respuesta del rubio, absorto en su papel de ama de casa. —Puedo solo.

Como no cedía, tuvieron que sujetarlo entre los dos y arrastrarlo hacia donde se encontraban los demás, quienes lo retuvieron muy a su pesar.

—Lo mantendrán ocupado por largo rato.

—Seguro, papá.

Dicho esto, ambos completaron la misión mientras charlaban animadamente. Tenían una familia... Peculiar, pero así les gustaba que fuera.

Cortos Multishipps ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora