Shipp: {Stony ❤️💙}
#corto #stevetrans
(Este escrito fue hecho con el único fin de entretener. No es mi intención ofender a nadie con esto. PRIMER AVISO).
Esa mañana las blancas sábanas de la cama amanecieron manchadas de un intenso rojo sangre. Tony suspiró. Era de esperarse. Sucedía todos los meses y, en serio, cómo los odiaba. Se levantó y fue a preparar un té para su esposo, que se quejaba encerrado en el baño.
Al entrar a la cocina, decidió que haría un caldo de pollo. Steve necesitaba algo caliente cuando estaba en esos días del mes porque eran lo peor del mundo. Sinceramente, su humor cambiaba frecuentemente y le dolía todo, además de que solía pasar largas horas en el baño. No quería saber qué demonios hacía. Buscó en la despensa unos chocolates, los favoritos del rubio, y cuando tuvo todo listo subió sujetando entre sus manos una bandeja con la comida. Las sábanas blancas ya no estaban, Steve las había cambiado por unas más oscuras y parecía una estrella de mar tumbado en la cama.
—Buenos días, amor. —saludó el castaño dejando un beso en los labios de su esposo. —¿Cómo amaneciste hoy?
—¡Me quiero morir! ¡Cómo duele! —sí, Steve era todo un dramático cuando de su periodo se trataba pero no mentía en que le dolía y mucho.
—¿Algo que necesites, cielo? —preguntó Tony.
—Un cojín caliente porque no aguanto este dolor. —el ojiazul se retorcía en la cama, adolorido. —Y mucho helado de chocolate.
—Pero si ya tienes chocolates...—Tony se confundió.
—Dije que necesito Helado de Chocolate. —enfatizó aquellas palabras. —Y no te olvides de las toallas. —se sentó como pudo para agarrar el tazón con la sopa y empezar a beber esta.
Tony le besó la cabeza y salió de casa para ir camino al supermercado para complacer a su esposo.
††††
Cuando estuvo en el área de higiene íntima en el súper mercado, estuvo mirando entre los distintos tipos de toallas y sinceramente no tenía idea de cuáles usaba Steve. Habían unas que eran tan largas y anchas que a él le parecieron pañales. Sin estar seguro, tomó entre sus manos varios paquetes de aquellas y las puso en el carrito. Verificó que estuviera todo, incluyendo el helado.
Se dirigió a la caja y pagó. Una que otra señora se le quedó mirando, tal vez extrañadas de ver a un caballero comprando productos de higiene “femenina”. Si supieran...
Tomó sus compras y regresó a casa, donde lo esperaba su esposo con no muy buena cara.
—Espero que cambies esa expresión porque te traje tu helado de chocolate. —vio que los ojos se le iluminaron al rubio con la sola mención del helado. —...Y también te traje de esas. Muchas. —añadió para ser callado por un beso.
—Eres el mejor. —Steve agarró el tarro de helado y fue a la cocina por una cuchara.
Tony rió. Sí, “esos días” también tenían su gracia.
Al menos para él.
