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De inocente sólo tenía la cara, esa carita de “no rompo ni un plato” era capaz de engañar a cualquiera. Menos a Steve, que ya lo conocía. Resultaba extraño aceptar que su Alfa destinado era un niño de apenas ocho años cuando él era ya un Omega maduro, hecho y derecho. El destino les jugó una mala broma. Bien pudo decirle que su alma gemela sería alguien más, tal vez algún colega de la guerra. Pero no. El capricho del destino para con él fue tal que designó como su alma gemela a un pequeño castaño, vivaracho y curioso. Y peor aún... El hijo de su mejor amigo, Howard Stark.
¿Lógica? No había. No tenía la menor idea de cómo fue que esto sucedió. Sin embargo, para ser todavía un niño, Tony aprendió rápidamente lo de las relaciones sexuales y, cuando anochecía, se metía al cuarto donde dormía Steve para entonces cerrar la puerta detrás suyo, sin hacer el menor ruido. El Capitán, profundamente dormido, no se percató de cuándo se subió a su cama y comenzó a jugar con sus manitas curiosas en su cuerpo. Todo empezó con un juego para luego terminar con el pequeño genio dominando por completo al soldado, que cayó de rodillas a sus pies perdiendo todo equilibrio. No importaba la edad, no importaba la experiencia. No importaba nada. La ley concerniente a las castas se imponía. El Alfa mandaba, el Omega obedecía.
Esa noche, con el trasero colorado como un tomate por tantas palmadas y el cuerpo perlado por el sudor, los gemidos de Steve eran ahogados por la almohada, que los recibía gustosa, mientras su interior era llenado deliciosamente por un dildo de plástico con el que Tony amaba jugar sólo para torturarlo. Una nalgada, otra y otra más... Howard nunca se enteraría de que su adorable hijo sometía en la cama al honorable y casto Capitán América, que en ese momento se encontraba hecho un manojo de nervios y le temblaban las piernas, abiertas de par en par, con el propósito de flaquearle para dejarse caer en el colchón, agotado. Imposible.
Una pequeña mano agarraba con fuerza la cadena que sobresalía del collar puesto en su cuello, negándose a dejarlo caer en la mullida superficie como lo quería. Después de largos minutos de tortura, logró hacerlo gemir y jadear hasta el hartazgo, hasta que el pobre Steve quedó totalmente ronco. Para Tony la diversión apenas comenzaba y lo obligó a recostarse de lado en la cama, tomándole una de las piernas para ponerla sobre su pequeño hombro introduciéndose de a poco dentro de él y causándole gemidos más sonoros que los anteriores. Diablos, esto era tan malo pero se sentía tan bien que no quería parar. Quería ser marcado, quería hijos con él. Mas eso era imposible, ¿o no?Howard siguió sin enterarse de todo el embrollo hasta un día cuando, por accidente, los descubrió durmiendo juntos. Ambos estaban desnudos. Encolerizado y totalmente histérico, los despertó con sus gritos. Ese mismo día, por la tarde, todo el ejército estaba reunido, al igual que los civiles, para llevar a cabo una ejecución. Entre la multitud silenciosa, se escuchaban los sollozos de un pequeño castaño que, impotente por no poder hacer nada debido a su corta edad, se culpaba a sí mismo por ello.
Obligaron a Steve a subir a la tarima para que lo viera todo el mundo. Se mantuvo con la cabeza gacha, sin hacer contacto visual. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. La multitud lo abucheaba, le lanzaban insultos y algunos incluso tiraban piedras en su dirección. Fue forzado a quitarse la ropa hasta que quedó como lo trajeron al mundo. También lo forzaron a que se pusiera de rodillas y pidiera perdón frente a todos. Las disculpas no sirvieron, aún así. Latigazos inmisericordes dejaban franjas en su espalda y un oficial los iba contando. Cachetadas, puñetazos, inclusive cortes en la piel. Hicieron todo lo posible para torturarlo y prolongar su sufrimiento.
Un arma hizo contacto con su sien y, con las pocas fuerzas que le quedaban, logró mirar a Tony, que lloraba a mares.
—Te amo, Tony. Nos vemos en otra vida.
Esas fueron sus últimas palabras para recibir el disparo que terminó con su vida.
Un chillido agudo abandonó los labios de Tony, que se zafó del agarre de su padre y se abrió paso entre el gentío para subir al escenario donde aconteció todo. Sujetó entre sus brazos el cadáver de quien fue su amor y se aferró a él. No quería estar sin él ni en esta vida ni en la otra, así que hizo lo primero que pasó por su mente.
Vio el arma que había sido utilizada para matar a Steve. Realizó el mismo procedimiento consigo, causando alboroto entre los presentes y desgarrando el corazón de su padre.
Ahora estarían juntos y nada ni nadie los separaría.
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Cortos Multishipps ✨
FanfictionPorque una única shipp nunca será suficiente. TERMINADA.