El amor entre vivos y muertos es meramente imposible, pues los muertos no cuentan cuentos, y los vivos no saben de amores.
Jo y Oliver son almas inseparables. Pero siempre estará aquella barrera. Jo es de carne y hueso, Oliver es un fantasma que vag...
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Los días después de aquel rechazo entre Jo y Oliver habían transcurrido plagados de soledad. Jo no se había encontrado con Oliver en ningún lugar, e incluso temió que se hubiese marchado para siempre.
Aun así, no se detuvo. No tenía tiempo que perder, pues había algo dentro de ella que le decía que era de vital importancia comprender lo que había sucedido con Gilderoy. Sospechaba que se debía a una gran injusticia, y, que sus asesinos debían pagar la condena.
Jo se dejó caer en el banquillo de su habitación, frente a su gran espejo de marco de oro. La luz del candelabro iluminaba sus negros rizos, haciéndolos parecer azulados.
Elizabeth estaba tras ella, pasando delicadamente el cepillo por sus bucles. Su hermana mayor tarareaba una canción por lo bajo mientras Jo se miraba en el espejo.
Sus bastas cejas le regresaron la mirada y por primera vez no le produjeron terror. Había pasado años odiándolas, pero ahora, viéndose bien frente a su reflejo, descubrió que en realidad eran un toque meramente hermoso, poético.
Encontró a Elizabeth y entonces se preguntó por qué sus padres las comparaban tanto.
Quiero decir, Elizabeth era igualmente hermosa, de manera diferente, pero a la misma intensidad.
Jo nunca lo había entendido, y tampoco llegaba a entender muy bien la prisa que tenía su madre de desposar a su hija menor cuando Elizabeth podría y era un mejor prospecto para el hijo de la mejor familia de la ciudad.
Jo frunció la frente.
Había pasado años, desde que se había enterado que era ella quien desposaría a Jace, dándole vueltas en la cabeza. Pero nunca había obtenido respuesta, ni siquiera una vaga sospecha.
No entendía. No llegaba a comprender si había algo, un asunto mucho más poderoso que su propia felicidad, que su madre quisiera ocultar bajo el manto del matrimonio.
-Eli-.comenzó Jo, mirándola a través del espejo. Su hermana la miró un momento.
-¿Te lastimé?
-¿Qué? Oh, no...no. Quería hacerte una pregunta-. Susurró Jo y Elizabeth frunció la frente.
-Claro, lo que sea.
Su hermana mayor reanudó su tarea, pasando el cepillo por entre los enredados cabellos negros de Jo.
La joven tomó aire y se refugió en el reflejo de sus propios ojos, la seguridad que estos le obsequiaban era abrazante.
-Tu eres la que más conoce a los Potter. eres mayor que yo...sabes lo que sucedió con ellos hace años ¿No es así?
Elizabeth se encogió de hombros.
-No los conozco lo suficiente. Nunca fui del agrado de Jace. Desde que te conoció y supo que serías su esposa, bueno...pasé a un segundo plano.
-Pero...¿Sabes si de casualidad los Potter tuvieron otro hijo?
Elizabeth detuvo su tarea sobre los cabellos de su hermana y Jo sintió los dedos de esta acariciar débilmente sus rizos.
-Sí. Lo tuvieron. Nadie habla sobre eso, fue un duro golpe para su familia. Fue unos años antes de Jace, era un niño. Un niño de mi edad. Teníamos cinco años.
Jo sintió su corazón bombear con rapidez. Sus ojos celestes encontraron los de Elizabeth en el reflejo. No quería mostrarse emocionada, no quería que su hermana sospechara que algo traía entre manos.
-¿Cómo se llamaba?
Elizabeth se removió incomoda tras ella. Dejó el cepillo en el tocador con un ligero movimiento y se sentó junto a Jo. Los movimientos de su hermana mayor eran tan ligeros como los de un gato.
-Jo, estas preguntas...¿A qué vienen?
-Simple curiosidad.
-No, Jo. De verdad. Tus preguntas no son normales, y debo de advertirte que te estás sumergiendo en un terreno peligroso. Los Potter...no son personas con las que meterse y salir bien librado.
-No me estoy metiendo con ellos.
-Tienes a Jace más cerca de lo que crees. Si tus intentos de no desposarlo fallan...estás en peligro. Sé cómo eres, Josephine. Sé que te gustan los misterios, pero el hijo de los Potter no es un misterio que debas desenterrar. Se han esforzado por enterrarlo, no eres tan fuerte como crees, hermana mía. Si descubren que haces lo que sea que estás haciendo...podrían asesinarte.
-Elizabeth...¿De qué estás hablando? ¿Por qué el tema de su hijo es peligroso? ¿Por qué nadie de ellos lo ha mencionado antes?
Elizabeth la miró un momento. Extendió sus brazos con un movimiento y enrolló sus dedos con los de Jo.
-Hay una razón por la que no lo hacen, Jo. Ten mucho cuidado con Jace, es hermoso pero...no me da confianza.
-Lo tengo muy claro, Eli.
-Prométeme que no te inmiscuirás en este tema-. Los ojos de su hermana lo imploraban. Jo contuvo el aliento. No podía jurárselo, se lo debía a Gilderoy, pero si podía mentir.
-Lo prometo.
-Bien, es hora de dormir. Descansa Josephine.
-Eli...-Jo la detuvo por la muñeca un momento. Su hermana la miró con el rostro pálido-...sólo dime su nombre.
Su hermana soltó un suspiro. La luz del candelabro se estrellaba sobre los rizos rubios de Elizabeth. Parecía un ángel, con el camisón de dormir perfectamente liso y caído.
Su hermana entreabrió los labios y las palabras que dijo a continuación helaron profundamente la sangre de Jo.
-Oliver...Oliver Potter.
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Se lo esperaban? Va es que ni yo me lo esperaba No olviden votar y comentar. Les am0000