CAPITULO 38: BESO DE DESPEDIDA.
El carromato paró en medio de la calle frente a la casa de los Turner. Jace fue el primero en saltar hacia los adoquines, que estaban húmedos por la lluvia nocturna e iluminados con los faroles de gasolina de la acera.
Jo entrelazó sus dedos con los de Jace y el joven la ayudó a bajar, procurando que no resbalara sobre el asfalto.
Jo le agradeció con una sonrisa y esperó a que el joven subiera de nuevo al carruaje, sin embargo, Jace no la soltó ni un segundo y la condujo hacia las rejas de la entrada.
-¿Qué haces?
-Quiero asegurarme de que llegues bien a casa.
Jo frunció la frente, sin embargo, lo siguió dentro. Las rejas se abrieron con un rugido espectral y Jo sintió un escalofrió subir por su espalda desnuda.
Subieron juntos por la escalinata y entonces Jace se detuvo.
-No tuve la oportunidad, en el teatro, de darte algo que tengo para ti. Estabas demasiado sumergida en Dinamarca que no tuve ánimo de distraerte.
-Lo siento-Jo sonrió fugazmente, soltándose del agarre de Potter-.No tenías que obsequiarme nada.
-Sé que no, pero mi madre me dijo que era especial...que era importante.
El nerviosismo invadió a Jo cuando Jace rebuscó entre los pliegues de su abrigo y de este extrajo un pequeño libro encuadernado.
-¿Un libro?
Jace se lo tendió, y cuando Jo lo tomó se percató con recatada vergüenza de que Jace acarició sus dedos fugazmente.
-Sé que tienes demasiados libros, muchos provenientes de mi, pero no es cualquier libro.
Jo frunció la frente, sin embargo, en sus labios afloraba un deje de sonrisa.
Amaba los libros.
Jace ni siquiera tenía que darle explicaciones.
-La cabaña del tío Tom-leyó Jo en medio de un susurro gélido, que salió en forma de volutas de vapor.
Jace asintió lentamente.
-Pero eso no es todo. Ábrelo.
Jo sintió un cosquilleo, una fuerza superior a ella que la obligaba a obedecer. Tomó el libro con ambas manos y en un solo movimiento este se abrió, como si estuviese marcado por dentro para abrirse justo en aquella página.
Y Jo entendió por qué.
En medio de las páginas antiguas y amarillas había una gargantilla. El zafiro que pendía en el centro, en medio de una cadena de diamantes, centelló contra la luz de los faroles e iluminó su rostro en tonalidades azuladas: casi como si estuviese mirando el océano en la profunda oscuridad de su interior.
Jo alzó el rostro hacia el joven, incapaz de contener su sonrisa y su emoción.
-Jace...esto es demasiado.
El joven negó con la cabeza y se acercó a ella. Tomó la gargantilla entre sus dedos y se colocó detrás de la chica, pretendiendo colocarla en su delgado cuello.
Jo obedeció y con su mano libre tomó los sueltos mechones de su negro cabello.
-Nunca nada es demasiado para ti, Josephine. Este collar perteneció a mi madre, y a mi abuela antes de ella. Este collar ha estado por generaciones dentro de mi familia.
-No puedo aceptarlo, me sentiría terriblemente mal...
-Jo...-la voz de Jace era cálida contra su oído. Jo se quedó estática cuando sintió los dedos de Jace acariciar su cuello. Estaban helados, pero al encontrar la piel de Jo se derritieron en su calor vital.-Ahora te pertenece, y no puedes negarlo...no puedes hacerlo porque luces hermosa con él.
Jo cerró los ojos y sintió las manos de Jace envolver su cuello con una descomunal suavidad mientras se giraba y encontraban sus rostros.
Jo no se atrevió a abrir los ojos. Sentía su cuerpo demasiado pesado y miles de escalofríos recorrían sus terminaciones nerviosas.
-Jace...
-¿Puedo besarte?-Jo abrió los ojos de golpe.
Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en Oliver o en Minerva.
La joven asintió lentamente, con miles de dudas saliendo por cada poro de su piel.
Jace inclinó la cabeza y, con lo dedos presionando su cuello, besó a Josephine Turner.
Bajo el manto de la oscuridad y rodeados por la bruma de la lluvia y el vapor de la ciudad que dormía, sus labios se encontraron con una suave caricia que llenó el alma de Jo.
Se aferró a sus muñecas, pues caería ante el deseo si no se sujetaba a algo.
Jace sonrió sobre sus labios y la sujetó de las caderas mientras se inclinaba sobre ella.
Pasaron mucho tiempo besándose bajo la luz de las estrellas, que cuando Jace se separó de ella y se alejó, Jo seguía sintiendo el cosquilleo en la piel de sus rojizos labios.
Mientras el carromato de Potter se alejaba sobre el asfalto y se perdía en la oscuridad, otro Potter apareció junto a ella.
Cuando sus ojos negros y verdes se encontraron en la oscuridad, Jo sintió su corazón encogerse y no hizo otra cosa más que entrar a la casa.
No tenía ganas de entablar ninguna clase de conversación con Oliver Potter.
La entendía.
Y Jo se perdió dentro, dejando al joven de negros cabellos con el corazón abierto y sangrante de sentimientos encontrados sobre la escalinata del jardín.
_________________________________________Pobre Oliver:(
🖤En fin, no olviden votar y comentar, espero les vaya gustando.🖤
Nos vemos el domingo
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LOS MUERTOS NO CUENTAN CUENTOS ©
ParanormalEl amor entre vivos y muertos es meramente imposible, pues los muertos no cuentan cuentos, y los vivos no saben de amores. Jo y Oliver son almas inseparables. Pero siempre estará aquella barrera. Jo es de carne y hueso, Oliver es un fantasma que vag...