El amor entre vivos y muertos es meramente imposible, pues los muertos no cuentan cuentos, y los vivos no saben de amores.
Jo y Oliver son almas inseparables. Pero siempre estará aquella barrera. Jo es de carne y hueso, Oliver es un fantasma que vag...
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-El tiempo a tu lado ha sido maravilloso, sin embargo, es mi deber como tu prometido y amante declararte lo que ha estado sucediendo. Amor mío, no pienses ni por un segundo que te he abandonado. Todo cuando ha sucedido y sucederá a partir de ahora es y será contra mi voluntad. No olvides cuánto te amo. Pero es necesario demostrar mi inocencia frente a los Potter. Sabes cuánto amaban al pequeño, sé cuánto amabas al chico Potter. Te confieso en estas palabras que jamás hubiese actuado en contra del muchacho. Sé que era como un hijo para ti, y todo cuanto tu ames asimismo amaré yo. Pero tu no me conoces como los Potter, y si he de acudir a su reunión para aclarar las cosas, que así sea. Todo por demostrar que no hice acto de tales acusaciones y de que mi único delito fue haber estado en el lugar y momento equivocados. No olvides que te amo y te amaré siempre, mi amada Humphrey. Con amor, Gilderoy Beaufort-. Cuando Oliver dejó de leer, le tendió la carta a Jo, con muestra de verdadera confusión. Jo le había relatado los sucesos, desde el encuentro con aquella caja hasta la apretura de esta y el misterioso gato negro.
-Pero Humm dijo que ella lo rechazó. Que nunca fueron nada, ella y Gilderoy...-Jo frunció la frente-¿Por qué lo ocultaría?
Oliver la miró un momento. Aquella tarde se encontraba incluso más pálido que de costumbre. He de decir que aun y con aquellas pintas moribundas, el joven se veía excepcional. Con una ancha camisa de lana y un castaño cabello desordenado en direcciones opuestas. Sus verdes ojos relucían con la vida que Jo le regalaba. Y sus dedos, enfundados en un par de anillos de plata, brillaban contra la luz del sol que entraba por el ventanal del salón de baile. Estaban solos, pues los padres de Jo y su hermana se habían marchado a una tarde del té en casa de alguna mujer solterona.
-Es obvio, pequeña Josephine-comenzó Oliver. En su mirada se veía algo extraño. Era como si se encontrara a sí mismo en aquella situación-. Se amaban con locura. Iban a casarse. Iban a pasar toda una vida juntos, pero...si de lo que habla la carta es sobre asesinato, bueno...creo que los Potter culparon a Gilderoy sobre la muerte de su hijo. Creo que Humphrey intentaba protegerse. Si te decía que su prometido murió por la acusación de asesinato, si te decía las cosas...probablemente quisieras indagar más. No creo que a ella le complazca revelarte que su prometido en la juventud fue un asesino.
Jo sintió un escalofrío correr con soltura por sus terminaciones nerviosas.
-¿Crees que hable de asesinato?
-No conozco a los Potter. ¿Crees que pudieron haber tenido algún otro hijo? ¿Alguien antes de Jace? -preguntó Oliver
Jo se frotó los dedos. Sentía que su sangre corría con una descomunal fuerza por entre su cuerpo. Era como si todo cuanto sintiera fuese el doble de lo que ella era capaz de sobrellevar. Oliver se percató de lo mal que se encontraba la joven, así que extendió su mano, sin tocarla, esperando si ella deseaba envolver sus dedos entre los de él.