CAPÍTULO 36: PRETENSIONES.
El destello del boleto dorado sobre su mesita de noche fue suficiente para que Jo frunciera el ceño. En un movimiento fugaz tomó el boleto entre sus dedos y leyó la inscripción:
Teatro Morgan Butler
"HAMLET"
8 H
F. 13 A. 7
Tratando de comprender de dónde había salido, revoloteó sobre sus papeles y encontró un sobre adicional debajo del boleto dorado: un sobre con una carta dentro. Cuando la abrió leyó el nombre de Jason Potter y unas breves letras que básicamente decían que la esperaba en el vestíbulo a las siete de la noche, con un vestido y su mejor sonrisa.
Jo sintió un aleteo en el estómago. Nunca nadie la había invitado al teatro. Quiero decir, en el pasado había ido incontables veces con su padre o con Elizabeth, pero jamás en sus largos dieciséis años un hombre la había invitado.
¿Cómo había llegado la invitación y el boleto hasta sus aposentos?
Su pregunta se resolvió inmediatamente cuando la puerta se abrió de golpe y el regordete rostro de su madre apareció bajo el umbral. Aun llevaba su camisón de dormir, pero se había arreglado el cabello, lo que significaba que pronto se estaría bamboleando por la casa con sus acostumbradas faldas imposibles.
-Espero que ya estés lista-su madre entró sin siquiera preguntar. Jo bien podría estar desnuda y a Lilian no le importaría.
-Justo acabo de enterarme.
-Será mejor que te apresures.
-Madre, son las diez de la mañana.
-Una buena señorita se arregla desde antes de que salga el sol. Tomando eso como referencia, se te está haciendo más que tarde.
Jo soltó un bufido.
-¿Tu dejaste esto en mi mesita? Me sentiría incómoda al pensar que Jace se pasea por mi habitación mientras duermo.
-La dejé ayer cuando se marchó. Me la dio a la hora del té.
Cuando Lilian menciono aquello, Jo no pudo evitar sonrojarse. La hora del té ahora significaba algo más que una simple hora en la tarde para Jo.
Significaba el primer beso y la primer traición.
Lilian se percató de lo rojizas de sus mejillas, y la mujer sonrió.
-¿Qué te sucede niña?
Jo la miró mientras se dejaba caer frente a su espejo. Tomó el cepillo que Elizabeth utilizo la noche en que le reveló la procedencia de Oliver y sintió un nudo en la garganta al mirar el mango de hueso.
ESTÁS LEYENDO
LOS MUERTOS NO CUENTAN CUENTOS ©
ParanormálníEl amor entre vivos y muertos es meramente imposible, pues los muertos no cuentan cuentos, y los vivos no saben de amores. Jo y Oliver son almas inseparables. Pero siempre estará aquella barrera. Jo es de carne y hueso, Oliver es un fantasma que vag...