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El día de la boda de María y Laura por fin había llegado. No es que fuera yo una persona a la que le encantaran este tipo de eventos, pero me parecía precioso ver a dos mujeres como ellas, que se querían y que habían encajado desde la primera vez que se vieron, se dieran el sí quiero en un lugar tan bonito como el que habían elegido y rodeadas de todas las personas que las querían.

Laura apenas tenía relación con su familia, solo con su hermano mayor, el único que la quiso allí de verdad y que la iba a acompañar hasta el altar, sabiendo lo importante que era para ella tener a alguien cerca. A mi hermana la iba a llevar mi padre, que estaba nervioso desde hacía una semana, con miedo a tropezarse en algún momento mientras la acercaba a la que iba a ser su mujer.

Habían escogido como lugar para la celebración un pequeño palacio que había en un pueblo cercano al nuestro y que se dedicaba a este tipo de eventos. Lo habían decorado a su gusto, con luces de colores, velas y flores, como las que le había tocado llevar a mi hermana Catalina en la cabeza en forma de diadema, siendo la niña encargada de llevarles los anillos.

Habíamos comido todos juntos en un restaurante de la zona, intentando animar a María, que no entendía por qué no podía ver a Laura y comer todos juntos y, habíamos vuelto al hotel que teníamos reservado para descansar un poco y prepararnos para la ceremonia.

- ¿Por qué no nos damos un baño relajante tú y yo? – pregunté entrelazando mis brazos alrededor del cuello de Amelia

- Luisi que nos conocemos y de relajante va a tener poco. Además, ¿no deberías estar con tu hermana un rato?

- No quiero agobiarla. Ha conseguido que mi madre se quede un rato en su habitación y ella iba a ir a la suya a descansar y hablar un rato con Laura. Va, un bañito tranquilo, que luego se vienen los nervios y no sé si voy a ser capaz de decir todo lo que tengo pensado

- Después del discurso que diste ya el otro día. El papelón me ha tocado a mí

- Pero es que tú eres filóloga, amor, te sale solo

- Ya, claro

- Bueno, ¿vienes o no? – volví a preguntar poniéndole mi mejor cara

- Voy, voy

Nos metimos en el cuarto de baño y accioné el grifo del agua caliente para que se fuera llenando mientras nos desvestíamos la una a la otra. Acerqué las toallas que nos habían dejado y la morena entró primero, dejándome un hueco delante de ella para unirme. Enseguida sus brazos rodearon mi cuerpo y yo apoyé mi cabeza sobre su pecho, estirando bien mis piernas, que se unían a las suyas.

- ¿Quieres que ponga algo de música?

- Sí, porfa

Amelia conectó su móvil con algo de música relajante y yo me permití el lujo de cerrar los ojos mientras ella me dejaba pequeñas caricias que sabía que me gustaban. Las dos nos quedamos en silencio, disfrutando del momento, hasta que mi móvil sonó interrumpiéndonos

- Cógelo, anda, a ver si va a ser importante

- No quiero – renegué con los ojos todavía cerrados

- Va, Luisita

Me levanté, un poco de mala gana por haberme cortado aquel momento de paz, y me envolví en la toalla para ir a por el móvil cuando vi el nombre de mi hermana en la pantalla.

- ¿Se puede saber qué quieres, Meri?

- No me digas Luisi que os he pillado follando. Que es mi boda, no la tuya. Debería ser yo la que está follando ahora mismo y no aquí encerrada que parezco una adolescente a la que han castigado

Un susurro en la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora