- Hola, Irene – saludé sonriente entrando en la sala de quimioterapia
Me habían hecho analítica y me tocaba otra transfusión de plaquetas después de que el nivel fuera un poco bajo, pero me daba todo igual. Estaba feliz porque había besado Amelia y eso era lo único que me importaba porque no sabía si iba a volver a hacerlo, pero solo el hecho de haber probado sus labios por primera vez me había dado un impulso que hacía tiempo que no tenía.
- Hola, Luisita – me respondió ella abriendo sus ojos y quitándose los cascos que había traído después de que yo se lo recomendara el primer día – se te ve feliz, ¿has tenido buenas noticias? – se interesó
- Bueno, me toca transfusión, pero estoy feliz por otra cosa
- ¿Y puedo saberlo? – preguntó sonriente sacando su vena cotilla – Va, que este sitio es un aburrimiento y tú eres la única que me da conversación
Irene y yo apenas llevábamos una semana siendo compañeras en aquella sala, pero cuando compartes las horas allí, creas un vínculo muy difícil de explicar. Me había tomado al pie de la letra lo que me pidió Lourdes de que la animara y estuviera con ella y, quizás porque no era una de las personas de siempre, me había atrevido a contarle cosas que no había llegado a hacer con otra gente.
- Bueno... - quise hacerme la interesante – Venga, te lo cuento, pero solo porque eres tú – me callé en lo que Alicia me ponía la vía, mirándonos a las dos para ver que nos traíamos entre manos y bajé la voz en cuanto se fue a atender a otro de los pacientes – ayer me besé con Amelia
- ¿Qué? ¿En serio? – casi gritó de la emoción
- Quieres hablar bajo – protesté – que no quiero que se entere nadie más
- Es que es muy fuerte Luisita, ¡que te has besado con Amelia! – dijo bajando el volumen - ¿y te lanzaste tú o fue ella?
- Pues... creo que un poco las dos – confesé – yo le dije que había algo que me moría de ganas de hacer y ella en ese momento no esperó y me besó
- Ay, qué bonito – comentó enternecida – Jo, ojalá tener yo algo así alguna vez
- Y lo tendrás, ya lo verás – le sonreí - ¿qué escuchabas? – le pregunté
- No me cambies de tema – protestó - ¿cómo fue? ¿cómo llegasteis a eso?
- Mira que nos ha salido cotilla la niña – bromeé haciéndole una mueca justo antes de empezar a contarle todo lo que había pasado la tarde anterior.
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La quimio me había sentado bastante bien, pero sí que es verdad que con la transfusión y la cantidad de horas que había pasado allí, había llegado bastante cansada a casa con ganas solo de meterme en la cama y no salir de ella hasta el día siguiente.
María y Laura habían vuelto a su casa unos días antes tras ver que estaba mucho mejor y este ciclo no me estaba dando tantos problemas, al menos de momento. Eso sí, no me libraba de ellas, esperándome siempre a la salida del tratamiento y acompañándome durante alguna hora por si acaso. Además, María había informado a mi madre de lo que había pasado y todas las noches me tocaba hablar con ella para tranquilizarla y que comprobara que estaba bien y no hacía falta que se desplazara hasta la capital solo para eso.
Llegué a casa y me puse el pijama para poder estar más cómoda, enchufé el móvil para cargar la batería que casi se me había consumido entre enseñarle mensajes a Irene y ponerme a escuchar música con ella, y me tumbé en la cama con un libro consiguiendo rápidamente caer completamente rendida sin que me importara la hora ni nada de lo que pudiera ocurrir mientras descansaba.

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Un susurro en la tormenta
FanfictionUn balcón enfrente del otro, un intercambio de miradas y la vida que lo cambia todo de golpe