- Hola, Amelia – me saludó mi compañera Marta entrando en la sala de profesores - ¿corrigiendo?
- Qué remedio – respondí yo suspirando al ver cómo tenía que volver a suspender a otro alumno más
- ¿Te hace un café? Y así descansas un rato, venga
- Pues no te voy a decir que no, que luego además tengo guardia de patio y no paro – respondí levantándome para ir hasta la cafetería que estaba justo al lado.
Marta pidió dos cafés con leche que Manoli se encargó de dejarnos en la barra mientras nos preguntaba cómo nos iba y se volvía para atender a otros profesores que había por allí.
- ¿No tenías clase ahora?
- No, bueno, de refuerzo, pero no ha venido nadie. Luego se extrañan de que suspenden
- Pues imagínate las mías que son a séptima hora, me hacen quedarme para nada, con lo a gusto que estaría yo ya en casa comiendo o tumbada en el sofá haciendo nada
- Pues sí – respondí removiendo el café – oye, ¿tú tienes clase con 4ºA?
- Sí, ¿por? No es un curso muy problemático
- No, si no lo digo por eso, pero hay alguna cosa que me preocupa. No sé, creo que Mario no está muy bien con sus compañeros y no sé si es porque lo ha decidido o porque hay algo más. Además, el otro día vino a preguntarme algo que me dejó un poco descolocada
- Bueno, es que Mario no tiene una situación fácil – comentó ella – y sus padres no le están apoyando nada – la miré interrogante – no aceptan que su hijo sea gay, lo ven como una etapa que está pasando y que ya superará y eso a él cada vez le está afectando más. Además, le ha tocado un curso bastante cerradito de mente. No sé quizás podrías hablar con él, a lo mejor contigo se abre un poco más al verte tan joven y que no ocultas tu orientación.
- Lo intentaré, sí – asentí - ¿y desde el instituto no han intentado hablar con la familia? Porque sí que hay alumnos bastante cerrados, pero también te encuentras con todo lo contrario, solo hay que ver a los míos y el departamento de orientación parece funcionar bastante bien
- Sí, pero sus padres no salen de ahí. Tiene una hermana un poco mayor que sí parece apoyarle, pero su caso es preocupante
- Madre mía, a veces piensas que la sociedad avanza, pero sigue estancada en el mismo lugar de siempre
- Pues sí – suspiró ella – bueno y por lo demás, ¿todo bien?
- Sí, estoy muy contenta la verdad
- Me alegro mucho, ya sabes que para cualquier cosa que necesites estoy por aquí – comentó mirando su reloj – y ahora voy a ver que tengo tutoría con unos padres y miedo me dan
- Ánimo – dije quedándome allí hasta que llegara la hora del recreo y me tocara controlar a las fieras más pequeñas del instituto que casi eran la peores.
-----------------------------
Terminé de comer y decidí salir al balcón con una infusión mientras respiraba la tranquilidad que parecía haber hoy por allí. Sonreí a Luisita que parecía estar pintando mientras escuchaba algo de música en sus cascos. No quise interrumpirla por lo que cogí el libro que tenía en la pequeña mesita que había puesto y seguí leyendo aquellos poemas de Alejandra Pizarnik que tanto me removían por dentro por su manera de contar su propia angustia de vida.

ESTÁS LEYENDO
Un susurro en la tormenta
FanfictionUn balcón enfrente del otro, un intercambio de miradas y la vida que lo cambia todo de golpe