19

5.2K 270 1
                                    

— ¿Christopher? —Pregunté después de que me dejara en espera por cinco minutos.

— ¡Oh si, lo siento!

— ¿Vendrás a mi cumpleaños o no?

— ¿Puedo llevar a rosa?

— ¿Rosa es tu novia?

—Mm, no. Es una flor que encontré en mi jardín esta mañana. Es muy bonita y creo que te gustara.

— ¿Me hablas en serio?

—Apuesto a que ahora mismo tienes cara de pocos amigos. ¡Oh, espera! No tienes amigos.

Silencio. Normalmente reiría o molestaría a Christopher diciéndole que al menos mi vida amorosa no se centraba en una rosa.

— ¿Diana?

— ¿Qué? —Pregunté tan levemente que dudé si lo había dicho o pensado. Mi hermano tenía razón. No tengo amigos. Alguien como yo no tiene amigos, al menos no verdaderos.

— ¿Todo bien?

—Si es solo que... —quería inventar una excusa, cualquier cosa pero a veces el silencio habla por ti.

—Diana, sabes que bromeo.

—No, no bromeas. Es verdad. No tengo amigos. —Dije con un nudo en la garganta. Anne es una persona genial pero alguien genial y alguien como yo no se llevarían bien nunca. Ni siquiera había hablado con ella como antes desde que cambié de mesa en el almuerzo. Por las tardes, no hablamos mucho, solamente de la escuela en general.

—Mira D, no sé qué ha pasado pero si el tonto de Eddy no ha cumplido su misión de protegerte, tú y yo le jugaremos una broma el día de tu cumpleaños.

Antes de que llorara, me hizo reír. —Espera. ¿Vendrás entonces?

—Sí y me contaras que anda mal.

—Bien, lo prometo. ¿Lo prometes?

—Lo prometo.

—Chris, te extraño.

—Yo también te extraño Cariño. Por cierto, si alguien te ha hecho sentir mal recuerda que siempre tendrás cuatro hermanos felices de golpear a quien te dañe.

—Gracias, cuídate.

—Saludos a señor y señora saludable. —Hablaba de mis padres—. Y al espantoso de Adam y dile que ahora soy más guapo que él.

—Gracioso. Adiós.

Bien. Listo, todos mis hermanos estarán en mi fiesta de cumpleaños. No creo que sea una fiesta, quizás mamá cocinara algo y papá comprará mi pastel favorito. Después de terminar la llamada me di cuenta que Adam estaba parado en el pasillo, cerca de mi habitación, hablando con alguien. Iba a ignorarlo cuando escuché que alguien mencionó mi nombre. Me acerque a la puerta para escuchar a través de ella.

—Es enserio. —Dijo Adam—. No entiendo porque le das la espalda a Diana, ella te necesita. Siempre nos hemos cuidado entre nosotros. ¿Qué diablos te pasa Eddy?

—Adam, no te metas. —Respondió Eddy.

—Mira, no sé qué está pasando pero Diana ya me contó su parte de la historia y sé que no has hecho un gran trabajo como hermano.

—Ella está actuando mal.

— ¿De qué hablas?

—Ella es la que me ha estado ignorando. No le importo como solía importarle, cuando esta con Dios sabe quién no le importa nadie.

—Si claro. Diana no es así.

—Tú no eres el que está ahí en la escuela. —Recalcó Eddy furioso.

— ¡No me levantes la voz Eddy! Escúchame bien, Diana te necesita. Cuando mencioné lo de... bueno, mi punto es que ella aún no está lista.

— ¡Maldición, nadie lo está!

—Eddy...

—No.

La voz de Eddy era fuerte. Enojada. No los había escuchado discutir desde hace mucho tiempo, desde que peleaban por quien se iba a comer la última rebanada de pizza. Pero esta pelea era más seria.

—Tú no entiendes nada. Ella no fue la única que lo vio, yo también lo vi. Yo estaba ahí. Mierda, ella tiene que crecer y dejar de ser una idiota.

—No le digas así.

— ¡Diablos, Adam! Soy menor que ella y piensa que es la única aquí sufriendo, ¿Por qué no deja su maldita vida miserable a un lado? Para mí, eso es ser idiota.

Tomé un respiro y olvidé soltarlo. Mi mundo se detuvo pero al mismo tiempo giraba tan rápido que no sabía qué hacer. Mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Me llamó idiota? ¿Idiota por no superar algo tan doloroso?

—Eddy. —Grité respirando fuertemente y con furia—. Tu eres... —Antes de terminar la frase comencé a llorar.

Me tumbé al suelo y la expresión de Eddy dolió aún más. No fue lastima ni arrepentimiento. Simplemente me observó y caminó hasta su habitación. Esto no estaba bien. Él no es así.

—Diana. —Dijo Adam tomándome por los brazos—. Ven aquí. —Me llevó hasta mi cama y yo hundí mi rostro en su cuello.

—Eddy me odia. —Dije llorando.

—No, no lo hace.

—Él no lo entiende.

Adam acariciaba lentamente mi cabeza. —También sufrió, todos lo hicimos. Pero él no lo entiende.

— ¡Me llamó idiota!

—Él no lo dijo enserio.

Me separé de el para verlo. — ¿Cómo lo sabes?

Después de suspirar dijo: —No lo sé, pequeña.

—Soy tan tonta.

—Diana, no lo eres.

Me alejo de él. —Todos en esta familia parecen haberlos olvidado, ¿Cómo pueden? ¿Cómo pudiste, Adam?

Adam baja la mirada. —Diana, no puedes culparnos por seguir con nuestras vidas.

—Vete de aquí, quiero dormir.

No dice nada. Se va y me deja como siempre he estado.

Sola.

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora