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Martes.

El día que Diana Adams cometió la decisión más grande de su vida. Y la más estúpida.

Anne no asistió a clases. Eddy tampoco. Éramos solo Donny y yo en el almuerzo. Todo era tan incómodo y raro.

— ¿Crees que pueda hablar con Anne?

—No lo sé, no te ofendas pero eres su hermana.

—No me ofende.

Después de tanto tiempo, de nuevo me sentaba frente a Donny. Tenía que verlo a los ojos para decirle lo que estaba pasando.

— ¿Qué crees que pase ahora? —Pregunta.

—No lo sé.

—Tenemos que hacer algo, por ellos.

No respondí.

Mi mente estaba viajando más allá de los problemas de Anne y Eddy.

—No podemos hacer esto.

— ¿Por qué no? —Preguntó—. Mira, hagamos un plan. Podemos hablar con ellos, escuchar sus versiones y...

Lo interrumpo. —No. Nosotros.

— ¿Nosotros?

—No puedo seguir con esta relación.

Sonrió. Pensó que bromeaba. — ¿De qué hablas?

Pude haberle dicho que lo amaba pero que no me sentía lo suficientemente buena para él. Pude haberle dicho mi pasado y pedir que me entendiera. Pude haberme perdido en sus ojos de nuevo y jamás haber pronunciado esas palabras.

Pude haber hecho tanto.

Contuve las lágrimas. —Donny, tu encontraras a alguien mejor.

Y si, como la gran y enorme cobarde que soy. Corrí del lugar.

Así terminó mi relación con Donald Andrew Mudd.

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora