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Nos estacionamos a una calle de la escuela. Mientras caminábamos podía ver varias chicas sonriendo y abrazando a sus parejas. Esta noche era genial.

Las paredes del gimnasio fueron decoradas con grandes corazones rojos y plateados, en el suelo había confeti en forma de corazón. Algunos globos colgantes en la esquina y todo lo que podía ver era corazones y cosas rojas.

La música me recordaba la primera vez que vi a Rilley y nuestro primer beso. Quizás, después de todo, esta relación si podía ir más allá de lo que yo había planeado.

Melinda llegó junto con un chico alto y delgado con cabello marrón. Era atractivo y creo que se veían bien juntos. Rilley y la cita de Melinda comenzaron a hablar y nosotras nos apartamos de ellos y nos sentamos en unas sillas al fondo.

— ¿Has visto a Jessica? —Pregunta girando su cabeza buscando a alguien.

—No.

—Bien, no importa. La humillación sucederá por ella misma. Así que hay que divertirnos ¿no?

—Sí, esta noche es nuestra. —Aseguré. No se lo decía a Melinda, me lo decía a mí misma.

Después de nuestra pequeña charla, Melinda y su pareja comenzaron a bailar. Rilley y yo nos unimos a la pista de baile unos minutos después. Bailamos por mucho tiempo. El acompañante de Melinda resultó ser su nuevo novio y su nombre era Mitch. Él  era divertido y nos contaba chistes mientras bailábamos, no podía evitar reír pero Melinda no pensó que fuera gracioso.  Rilley dijo que saldría a ver si J había llegado. Mientras tanto, pude ver a Anne del otro lado de la pista de baile. Eddy no estaba con ellos.

—Hola. —Saludé a Anne.

Ella me sonrió pero no se veía muy feliz. —Diana, me encanta tu vestido. —Dijo automáticamente. Es como si alagar y hacer sentir bien a la gente fuera parte de su ADN.

—Te ves bien tú también. —Y era verdad. Su vestido, a diferencia de la mayoría de chicas por aquí, era azul y era largo. Muy elegante—. ¿Dónde está Eddy?

Ella se rascó el cuello y me sonrió rápidamente. —Él, esté con Donny. ¿No lo viste? —Había visto a Donny, no a mi hermano.

—No.

—Él tuvo un problema hoy y Donny y yo le ayudamos pero ya vendrá.

Donny se acercó rápidamente y le habló a Anne sin mirarme pero luego Anne hizo un gesto con su cabeza y él volteo.

Y él me sonrió.

—Diana. —Dijo sin aliento—. Te ves fantástica.

Me sonrojé. —Gracias.

Nuestras miradas se unieron por unos segundos pero para mí fue toda una eternidad. Amaba sus ojos eso no era nuevo, pero esta noche estando aquí, viéndonos. Comencé a sentir magia en mi estómago y en mi corazón y en todo mi universo.

Pero el momento no duró.

—Diana. —Rilley llegó por detrás, me tomó por la cintura y me acercó a él.

La mirada de Anne fue de asombro. ¿Estaría feliz de que Rilley fuera mi cita? La mirada de Donny fue dura. Si alguien pudiera matar con la mirada, Rilley estuviera muerto ahora mismo.

—Ven, tenemos que hacer algo. —Me tomó por la mano y apresuró el paso. Quise voltear pero Rilley me arrastro fuera del gimnasio.

Llegamos hasta donde estaba el auto y abrió la puerta trasera y se quitó su corbata.

— ¿A dónde vamos? —Pregunté.

—Ninguna parte. Entra.

—Pero... —Antes de poder objetar, él me tomó por las caderas y me besó el cuello rápidamente.

—Te deseo. —Susurró despegándose de mi cuello.

Presionó su cuerpo contra el mío y estaba buscando el cierre del vestido. Lo empujé cuando sentí su mano en la parte baja de la espalda.

— ¡Rilley pensé que habías dicho que esto no iba a suceder!

Frunció el ceño y tensó la mandíbula, retrocedí tres pasos y mi corazón se aceleró. Él no hacía nada más que observarme de pies a cabeza. Luego sacó un sobre cuadrado. Definitivamente un preservativo.

—Esto. —Dijo con una sonrisa con odio—. No lo traje por gusto, Diana. Esto va a suceder quieras o no. ¿Qué más quieres de mí? ¡Dije toda esa mierda de estar enamorado de ti! Sabes que lo quieres

—Rilley, no quiero tener sexo contigo.

—Mira, la cuestión aquí es que no necesito tu opinión.

—Rilley. —Tenía miedo.

—Mira pequeña tonta, hay muchas chicas aquí que matarían por una noche conmigo pero aquí estoy, tu vestido ni siquiera es como te dije que lo quería. Vamos a hacerlo. Y te va a gustar. No te hagas la niña santa, eres tan perra como las demás. ¡Me besaste sin conocerme! No finjas que no quieres.

—No. —Solté rápidamente. Quería llorar. Fui tan tonta al besarlo esa noche.

—Sí que lo harás. —Se abalanzó contra mí y me tiró directo al asiento del auto. No sabía qué hacer. Todos estaban en el baile. Nadie escucharía mis gritos. Eddy tenía razón. Donny tenía razón. ¡Todo el maldito mundo tenía razón! Incluso Adam.

Adam.

Vamos Diana, has algo bien por primera vez en tu vida.

—Rilley. —Dije calmada—. Escucha lo siento. —Él estaba sobre mí besando mi cuello, luego paró—. Tienes razón, haz hecho mucho por mí y yo también quiero tener sexo contigo pero necesito urgentemente enviar un mensaje de texto a mis padres. —Tomé el cuello de la camisa y lo besé. Asco sentía dentro de mí. Sus manos se pasearon por mis piernas y quería llorar pero eso arruinaría todo el plan y no tendría salida—.  Así tendremos más tiempo.

Me sonrió y me ayudo a salir pensando que me tenía en la palma de su mano. Pensando que tendría sexo con él. Pensando que aún era la idiota que calló a sus pies.

Lo odio tanto ahora mismo.

—Pero antes. —Dije acercándome a el—. Un beso. —Estaba recostado en el auto y cuando estaba a punto de besarlo, subí mi rodilla y golpeé su parte baja. Me aparté y se quejó de dolor, luego con mucha ira, golpeé su mandíbula con mi puño muy apretado y el pulgar de fuera, como Adam me había enseñado.

— ¡Eres un maldito cerdo! —Grité y corrí. Necesitaba salir de aquí.

Mientras corría y lloraba recordé todas las palabras de todos los que trataron de prevenir este asqueroso momento. Esto no era mágico. Era una mierda.

¿Cómo pude ser tan estúpida? 

Antes De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora