Odelia Baumeister y Levi Ackerman, cada uno a su manera y, no obstante, de forma muy semejante, deben ayudarse y madurar para superar las crisis de un mundo lleno de titanes y aprender de sus errores para poder encararse en un futuro común, superand...
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Regresaron a Trost donde Erwin se recuperaría para continuar con los planes que hubieran, si es que no hubiera algo que pudiera interrumpirlos. Odelia y Levi quedaron a cargo de cerciorarse de los experimentos de Hange con Eren, quien comenzaba a tener avances en su titán.
Odelia llamó a la puerta de Erwin, quien tras unos días de reposar, comenzó a recibir visitas de sus compañeros, quien lo vio primero fue Odelia por petición de ambos.
La castaña abrió la puerta al escuchar que le cedían el paso, frente a ella se encontraba el comandante de la Legión. Este le sonrió levemente al verla.
—¿Qué tal ha ido todo afuera? —preguntó el rubio mientras Odelia tomaba asiento en la orilla de la cama.
—Todo está bien por ahora, Hange ha manejado las cosas bastante bien. Es una buen líder —ambos quedaron un rato en silencio sin saber qué decir, Erwin fue quien habló:
—¿Es cierto que a los residentes de la Muralla Rose los llamaron a quedarse en la ciudad subterránea? —Odelia suspiró y asintió.
—Es verdad. Siendo sincera, me preocupa bastante lo que pueda ocurrir allá abajo, ambos sabemos cómo es, y si hay más personas, cuando la comida se termine comenzarán a pelear.
—Lo he pensado también y coincidimos en lo mismo, habrá que hablar con quien sea necesario hacerlo. ¿Crees que puedas hacerlo por mí? —Odelia asintió—. Gracias Oda.
—¿Y tú cómo te sientes?
—Es como si sintiera que mi brazo está aún ahí, pero no es así —dirigió su visita a su brazo y nuevamente a la castaña, sorprendiendose de ella—. ¿Oye, por qué lloras?
—Por mi culpa...
—No fue tu culpa —le interrumpió severamente el rubio—. Y no vuelvas a pensar así, yo decidí estar ahí, probablemente si no hubiéramos estado todos, habríamos quedado allí. A pesar de la formación, la situación está completamente fuerad de control después del choque con el enemigo, sin embargo, nosotros sabemos que este tipo de situaciones si luchamos...
—Sin tener la menor idea de qué es el enemigo —soltó instintivamente la castaña con la mirada fija en el suelo, Erwin se sorprendió de las palabras de la castaña, pero luego se asustó al verla tomarse de la cabeza con fuerza—. No otra vez...
—¿Qué ocurre? —trató de levantarse de su reposo preocupado por verla, pero Odelia se lo impidió—. ¿Tienes otra vez esos dolores de cabeza?
—S-sí. Hace mucho que no los tenía.
—Deberías ir a checar con un doctor.
Odelia negó— Algo me dice que no debo hacerlo. Siento que pronto podré saber lo que ocurre conmigo. Por favor, no me obligues a ir.
Erwin suspiró rendido— Aunque intentara obligarte, te conozco bien como para que me hagas caso en eso, eres muy desobediente aunque eres de las más estrictas.