Capítulo 63

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Iniciar el día siendo encarcelado no era la mejor manera de empezar, sin embargo, al saber que su vida no era para nada normal, no encontraba raro ser sentenciado al exilio fuera de las murallas solo para esperar su muerte, o eso era lo que creía ...

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Iniciar el día siendo encarcelado no era la mejor manera de empezar, sin embargo, al saber que su vida no era para nada normal, no encontraba raro ser sentenciado al exilio fuera de las murallas solo para esperar su muerte, o eso era lo que creía horas antes de conocer su destino.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que fue encarcelado, hasta que su atención se fijó en el nuevo preso de la mazmorra, siendo llamado por otros presos como el "hijo de titán". Su interés aumentó al escuchar ese apodo, mientras observaba al que, a simple vista lucía como un chico normal, intentar escapar de su celda, sin tener éxito alguno en ello.

Esbozó una sonrisa socarrona antes de dirigirse a él—. ¿Tratando de escapar? Muy audaz de tu parte —amplió su sonrisa mientras saludaba con su mano izquierda, formando una señal de paz—. Si los guardias te descubren, te verás envuelto en otro lío, otra vez... —explicó con experiencia, encontrándose en una sensación molesta al verse ignorado por el pelimarrón—. Solo decía...

—¡Maldición! —golpeó los barrotes el otro chico, asustando al rubio—. ¡Maldición! ¡Maldición! ¡Déjenme salir!

Con una sonrisa bastante fingida, comenzó a carcajearse al ver el intento fallido del chico—. Ja, ja, ja, ja. ¡Ríndete! ¡Jamás saldrás de aquí! Además, estás bajó tierra. Nadie puede escucharte aquí —intentó explicarle, aún siendo ignorado por los gritos que lanzaba el tuerto—. La única persona que puede escucharte... Bueno, aparte del diablo...

Antes de que pudiera completar su frase, los pasos molestos que daba el Guardia y que eran pasados por alto debido a los gritos del pelimarrón, provocaron que se dirigiera hasta el recién ingresado, recibiendo un gran golpe con su mazo.

—¡Cierra la boca, titán inmundo! ¡Enemigo de la humanidad! —lo insultaba y golpeaba sin cesar aquel fornido hombre, mientras que el rubio se tomaba de los barrotes, impotente y con inmensas ganas de devolver cada golpe a aquel, sintiéndose sorprendido ante sus sentimientos—.

—Oh, querido, traté de advertirte —fue lo único que pudo decir tratando de calmar al guardia, quien instantes después se fue de ahí. Preocupado por cómo estaría, habló de nuevo para tratarlo de calmar—. ¿Cuál es tu nombre? Pareces muy joven, ¿qué eres? ¿Ladrón?, ¿asesino? ¡Ya sé! ¿Podrías se un revolucionario?, ¿la cicatriz de tu ojo es alguna insignia de honor? —torció su rostro a una sonrisa incómoda al verlo aún sin hacerle caso, soltó una pequeña carcajada burlona antes de volver a hablar—. Es una perdida de tiempo tratar de escapar de aquí, solo terminarás haciéndote daño como hace un momento, ¡ríndete! —una vez que se cercioró que el guardia estaba lo suficientes lejos de ellos, alzó su mano cubriendo un costado de su boca, mientras que en un susurro gritó—. Si vas a intentarlo, tienes que ser más listo. De hecho, es un poco fácil salir de aquí —sonrió más relajado, recibiendo una reacción del pelimarrón—.

—¡¿De verdad?! —exclamó el tuerto, recibiendo como respuesta otra carcajada del rubio—.

—Oh. Así que puedes escucharme —soltó otra risa burlona—.

Orgullo, Prejuicio Y Titanes (Levi×Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora