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d i e z

—Esto está muy bueno —dice Yoongi en un gemido con las mejillas llenas de comida.

Ha vaciado con bastante rapidez cada plato de comida que le han servido. ¿Hace cuánto que no come algo tan delicioso? La comida que le sirven en la cafetería, tanto de la universidad, el internado y donde trabaja, no es mala, pero no se compara a esto. Extraña la comida de su abuela. Lo más casero que ha probado el último mes es la comida de Hoseok, que tampoco es que esté mal.

—Creo que jamás te he visto comer así.

—Siempre como mucho —replica Yoongi volviendo a llenarse la boca.

—No siempre.

Casi siempre.

—Recuerdo que, cuando te veía en la cafetería del internado durante la cena, comías bastante poco. De hecho, bebes más de lo que comes.

—Psicópata —refunfuña Yoongi, volviendo a poner su atención total a los pocos trozos de carne que le quedan.

—Fuiste el primero en mirar, siempre lo recuerdo... El primer día, en la cafetería.

Se le abrigan las orejas y luego las mejillas. Recuerda lo que pensó ese día. Y que Hoseok sigue siendo igual o más atractivo desde entonces. Inclina la cabeza y se desliza hacia abajo en su silla. Sus oídos escuchan una burla.

—Fue mutuo, Yungi.

—Silencio.

—Aunque admito que desde ese día quien mira más soy yo.

Pinchazo.

Culpa.

No, no, no.

Fue un tonto.

O tal vez sólo tenía que ser así.

No lo sabe.

Probablemente jamás.

—Hoseok... —inicia alzando la mirada.

—No pasa nada —interrumpe Hoseok. Parece dispersar el tema con su mano—. Come.

Yoongi se acomoda sobre la mesa, con ambos codos sobre ella y la barbilla entre sus manos. La barriga está que le revienta. Desvía la mirada hacia los alrededores del pequeño local, viendo gente entrar y salir con suma normalidad. Tal vez ellos llevan una vida de esas en las que no hay muchas preocupaciones más allá de lo cotidiano. Siente celos de cada pareja que tranquilamente va y viene, pudiendo aceptar y mostrar su afecto con libertad. Sin que la piel les queme de miedo y vergüenza. Sin tatuajes que ya no sirven.

—Hey, Yungi.

La voz de Hoseok lo llama. Gira su rostro para tomarle atención, encontrándolo frente a él y sus labios unidos en cuestión de segundos.

—Te detesto —bromea Yoongi, su rostro vuelve a inclinarse, un poco más exagerado esta vez con tal de no ver esa sonrisa ganadora y evitar que note la vergüenza acumularse en su expresión una vez más.






—¿Hay algo más que quisieras hacer? —cuestiona Hoseok una vez está a su lado fuera del restaurante—. ¿Estás molesto?

—No, ¿debería?

—Creí incomodarte.

—No seas tonto. —Le golpea con el codo en las costillas—. Sólo no estoy acostumbrado.

—¿A qué?

—A eso.

—¿A qué?

—A sentirme tan bien.



Astronómicamente Inexacto ♫ yoonseok. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora