Capítulo 30 : El Nuevo Mundo

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Una hora y media antes de la muerte de Atlas.

El antiguo y renacido rey de la ahora inexistente Innenstadt se encontraba en lo que, según él, describía como la que podría ser la batalla más importante de su vida, no porque supiera a qué se enfrentaba o hasta qué grado repercutiría una derrota de parte suya, sino porque su temporal cuerpo joven sentía un cosquilleo que le indicaba que algo más grande que todo lo que ha vivido se jugaba justo en ese instante.

Viktor, observaba al sujeto frente a él con sumo cuidado tratando de encontrar una apertura y así empezar su ataque, sin embargo, sintió un aura extraña en él, la cual le impedía pensar correctamente su movimiento inicial.

—Veo que eres una persona con mucha experiencia en el campo de batalla, para haber sido un rey me tienes bastante sorprendido, por lo general esos idiotas no se arriesgan demasiado y solo salen para lucirse frente a las personas, el simple hecho de que no te hayas lanzado al ataque sin más habla más de tu sentido de supervivencia que cualquier cruce entre nuestras armas.

Sin siquiera pestañear, Viktor trago un poco de su saliva, se notaba el nerviosismo en su cuerpo, empezaba a sudar frío y sus manos empezaron a temblar levemente, pero más que nada era por la emoción de tener a un oponente tan capaz.

—Parece que tú fuerza no solo es física si no también psicóloga. "Esto será más complicado de lo que creí". Será mejor que ataques a no ser que quieras matarme con solo palabras.

El hombre frente a él sonrió y tomo su espada con la mano derecha.

—Ten cuidado con lo que pide, su majestad.

En un parpadeo Hohenheim apareció frente a él y le lanzó un tajo en diagonal, de abajo hacia arriba, Viktor lo bloqueó sujetando su espada con ambas manos, no obstante, la fuerza del ataque era tan potente que lo lanzó un par de metros hacia atrás, pero sin caerse al suelo o perder de vista a su oponente.

Rápidamente fija su postura y se lanza hacia su enemigo, este último corre hacia él y chocan sus espadas unas cuantas veces en repetidas ocasiones, bloqueándose y atacando con suma precisión, pero sin dejar huecos en sus posturas.

Por un breve momento Viktor sujeta su espada con una sola mano para tomar una daga de su cinturón, Hohenheim vio una oportunidad para acabarlo, pero eso era lo que el viejo rey quería, este último lo esquivo y deslizo su arma por el costado de la de su rival y con la otra lanzó una puñalada con la daga a las costillas de su oponente, sin embargo, esté se dio cuenta a tiempo y le lanzó un rodillazo al antebrazo a Viktor y este perdió su pequeña arma.

Sin dejarse llevar por el dolor en su brazo derecho, se lanzó hacia él tratando de darle una estocada con la espada en su mano izquierda, aunque solo consiguió hacerle una pequeña herida poco profunda en su pecho.

Hohenheim retrocedió rápidamente y se tocó su pecho.

—Hace tiempo que nadie lograba herirme ni siquiera de una manera tan leve. "Mi hermano Rein, fue esa última persona, en la que ha sido la única derrota que he tenido en mi vida y eso me llevo a estar encerrado en el Tártaro por varios años". Le felicito por tal hazaña su majestad.

Tan solo con esos intercambios de golpes, Viktor se dio cuenta de que su oponente era muy superior a él, sin embargo, también se percató de que no peleaba con total seriedad, eso lo irrito un poco ya que al ser mayor que él y al haber estado en incontables batallas en el pasado, creía que su experiencia equilibraría un poco la batalla.

"Tengo que tener cuidado, si me da uno o dos toques contundentes con su espada, estaré acabado antes de siquiera poder parpadear".

Para ser un simple ser humano, me impresiona a que grado pueden llegar tus reflejos, además claro de la ayuda que obtuviste para poder rejuvenecer en un momento crítico como este, si los humanos fuesen consientes del poder que pueden llegar a tener fuésemos una raza tan superior que nunca nos tendríamos que doblegar ante nadie.

El Deseo Del SaberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora