Capítulo 8 : Descenso

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La frontera de Gilbrar y Prima Tellus, se conformaba por una gran cordillera la cual empezaba por el Golfo de Gilbrar y terminaba en el Mar de Luna. Las montañas que las conforman llegan a medir hasta dos mil quinientos metros de altura, además de tener una escalada imposible donde han muerto muchas personas al tratar de conquistar una sola de ellas.

Justo por el medio de la cordillera un camino se abre, por ahí es donde los mercaderes y viajeros cruzan hacia ambas regiones del continente.

En la región de Gilbrar, Damián y su rubio compañero ya en posesión de la reliquia se dirigían a la capital.

—El trabajo fue muy sencillo, ni siquiera lograron percatarse de nuestras intenciones. Para serte sincero fue algo decepcionante.

El sujeto rubio con sus brazos alzados caminaba lentamente detrás de su jefe.

—Ese era el punto idiota. Aun así, hay algo que no me cuadra del todo, aunque no importa demasiado en estos momentos, debemos reunirnos con nuestro empleador.

Damián, que sujetaba el objeto obtenido en su misión lo miro con detenimiento y le dio un par de vueltas. Al observar que todo está correcto lo tapo con una tela de color negro y lo guardó en su bolso.

Casi a la par de ellos a tan solo unos 10 metros dos siluetas los observaban con cuidado.

Una hora después.

Tras un recorrido caluroso y sin mayor preocupación se reunieron con el resto de su grupo.

—Necesito que me escuchen, esto aún no ha acabado. Tenemos que entregar esto, la capital aún está lejos y me temo que alguien nos está siguiendo.

Los miembros no paraban de hablar y la paciencia de Damián no era demasiada, sin más que hacer alzó la voz e hizo que todos en la sala se callaran.

—Necesito que se separen en tres grupos yo y el fanático religioso iremos con el primero, los dos restantes llevarán señuelos. Partiremos en 30 minutos, estén preparados.

Los preparativos estaban terminados cada uno de los integrantes había acatado su orden y se encontraban preparados para la distracción.

—Fanático, tu y yo nos iremos por el túnel, saldremos en la mitad del pueblo. Los demás saldrán uno después del otro.

El grupo dos y tres salieron uno detrás del otro, ambos caminaron juntos por algunos metros. Justo en la mitad del pueblo se separaron dando inicio al engaño.

En el centro de la ciudad el grupo de Damián había salido de los túneles, tras revisar de que todo fuera bien todos salieron de él, con unas túnicas negras y encapuchados.

En las alturas los perseguidores observaban a los dos grupos señuelos. Uno de ellos se disponía a empezar la persecución cuando el otro lo detuvo para señalar que había un tercer grupo.

En el norte del pueblo casi llegando a la salida, el grupo número uno no se había encontrado con ningún percance.

En medio de una plaza, en la salida, dos hombres se presentaron ante ellos.

—Era una buena idea, sin embargo, nosotros somos mejores. Ahora, denos todas sus pertenencias.

El hombre rubio del grupo se empezó a reír a carcajadas y se quitó su capucha.

—Oh, suenan muy confiados. ¡Ahora!

De los tejados los demás integrantes cayeron al suelo y rodearon a sus perseguidores.

—Creo que alguien cayó en nuestra trampa. Jamás fue nuestro plan tratar de huir de ustedes, al contrario, está siempre fue nuestra meta.

En medio de los hombres, Damián aparece y se acerca a ambos sujetos, saca su cuchillo y lo acerca a uno de ellos. Entonces voltea hacia atrás llamando al fanático.

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