Capítulo 32 : Como en el Infierno

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Un día después de la masacre, Reino Desconocido.

En aquel desolado reino con un punzante olor a muerte y escenas desagradables, un joven de cabello blanco caminaba entre los cadáveres.

—Es una lástima, tantas personas inocentes muertas, no sé qué haya sucedido en este lugar, sin embargo, espero que estén en un mejor lugar.

El joven levantó su mirada y a lo alto divisó lo que era la sala de investigación de Morris.

Ya en ella, se dedicó a mirar todos los documentos que se encontraban dispersos por el lugar.

—No hay nada que me sirva, sé que el lugar que busco se encuentra en algún lugar de por aquí, pero solo hay documentos que hablan de unas Líneas de Ley....

Cuando estaba a punto de marcharse observó una línea muy peculiar que le pareció interesante.

—Según esto los documentos de estas Líneas de Ley fueron encontrados en unas ruinas al norte de la ciudad, tal vez si me dirijo hacia allá encuentre algo que me sea de utilidad en mi búsqueda.

Tomo todos los documentos en la habitación y se dispuso a seguir su camino, pero antes de ello alguien más se hizo presente y lo golpeó lanzándolo por la ventana del lugar.

Mientras caía alcanzó a darse vuelta en el aire, para caer de pie, aunque con algunos problemas.

Tras aterrizar en el suelo alzó su mirada y desenvaino su espada en caso de otro ataque.

—No sé qué haces en este lugar lleno de muerte, pero será mejor que te marches de aquí si no quieres morir, chico.

En lo alto un hombre hizo su aparición y empezó a bajar las escaleras hacia la posición del albino.

—Lo mismo digo, quien quiera que seas. Te haré sufrir si sigues bajando esas escaleras

El sujeto misterioso atacó sin avisar de una manera rápida y precisa, no obstante, el joven desvío su estocada y lo golpeó con el pomo de su espada en el estómago.

—Te lo advertí, si sigues con esto, sólo terminará mal para ti. —El albino balanceo su espada y apuntó con ella a su rival - ¿Cómo te llamas?

—Creo que te subestimé, eres más poderoso de lo que pensé para ser tan joven y por lo que veo, nuestras ambiciones están en lados opuestos.

Envaino su espada y se acercó al muchacho.

—Mi nombre es Han y yo soy el responsable de esta masacre.

Sin previo aviso le mencionó que él era el actor de aquellas víctimas, como si esperara una respuesta de enojo o algo más, pero lo único que obtuvo fue algo completamente diferente.

—El mío es Arima, no me interesa el porqué de tus acciones, no es que no me importe o que acepte tal atrocidad, ya que mi objetivo me es más importante.

Arima envaino su espada y se dio media vuelta en dirección al norte.

—Y no te vuelvas a cruzar por mi camino, Han.

Hohenheim lo observó fijamente hasta que esté desapareció tras un edificio.

—Él es parte de esa raza ¿Verdad? —Se dijo así mismo. —Es una persona muy interesante, sería una lástima que no sea parte de nuestro renacimiento.

~

Horas más tarde del encuentro, Costa noroeste del Reino Desconocido, Golfo de Remant.

Arthur se encontraba en el punto más al norte del continente y la esperanza en encontrarse a alguien se desvanecía conforme el tiempo pasaba y su única posible salvación yacía frente a él, sin embargo, el único problema, era que para llegar a ese lugar necesitaba cruzar el mar.

—Tan cerca y tan lejos... Jamás supe de que hubiese una isla justo en medio del golfo de Remant, aunque no es que muchas personas se atrevieran a llegar hasta este punto.

El hombre observó a sus alrededores en busca de algo que pudiera serle de utilidad en su objetivo, no obstante, tan sólo había rocas por todas partes y algunos árboles secos que no serían demasiado útiles.

—Estoy empezando a pensar que simplemente debería desistir y morir aquí, sin pena ni gloria, no sé porque debería seguir intentándolo después de presenciar la caída tan repentina de mi reino, ya no tengo nada por lo que luchar y mis posibilidades de sobrevivir son tan escasas que tal vez solo debería recostarme en el suelo en la espera de un milagro o la muerte misma.

Arthur se despojó de la parte superior de su ropa y se sentó en el suelo a observar la isla, desde donde estaba podía sentir que su salvación se le escapa de las manos, a la vez que un sentimiento de nostalgia empezaba a recorrer su cuerpo.

La noche tan solo empezaba y esta pareciese que solo sería un obstáculo más en las horas más horribles de su vida, el cuerpo de aquel desdichado empezó a sudar frío y el pensamiento de muerte recorrió su cabeza una vez más en aquella fría oscuridad.

En la cúspide de esa terrible noche, el hombre vislumbro una leve luz proveniente del horizonte y con todas sus fuerzas empezó a gritar sin parar.

—Es mi única oportunidad, tal vez solo esté alucinando, tal vez solo sea una forma de engañarme a mí mismo o es el pasaje a mi muerte, sin embargo, intentaré por una última vez que esto valga la pena.

La luz se hacía cada vez más grande, pero la voz de Arthur empezaba a fallar, su garganta le dolía, sus piernas desfallecieron y fue en ese entonces cuando cayó al suelo y la luz simplemente desapareció.

—No, no, no, no, no puede ser, estaba tan cerca y una vez más no pude hacer lo necesario.

Con su voz entrecortada por el dolor y sus ojos llenándose de lágrimas intentó gritar, pero su cuerpo ya no podía seguir, al final terminó desmayándose por el extremo cansancio.

~

El tiempo parecía haber pasado y sorpresivamente, Arthur yacía en un lugar oscuro pero caliente a la vez que acogedor.

—¿Dónde estoy? —El hombre se puso de pie e intento averiguar qué es lo que había a su alrededor y en su afán de buscar algo, se encontró con lo que parecía ser una persona, según su tacto.

—¿Quién anda ahí? —Grito asustado mientras retrocedía con prisa. —¡¡Que ¿Quién anda ahí?¡¡—El hombre siguió retrocediendo hasta que este se tropezó con algo.

—Con que así tratas a quien te salvo, eh. Eres una persona malagradecida, pero gracias a ti tendremos un lugar más en esta sociedad.

Sorprendido a la vez que aterrado, Arthur se percató de que la persona que le hablaba tenía la misma voz que él, no podía creerlo, el miedo se apoderaba más de él, su sudor le escurría por todo el cuerpo y el sentido de peligro estaba cada vez más claro.

—No te preocupes, acércate, no te haré nada. —La voz misteriosa se acercaba cada vez más, luego de caminar un par de pasos más hacia Arthur, se detuvo en seco y encendió una vela.

—¿Verdad?

Cuando el misterioso hombre prendió su vela, otras más se encendieron alrededor del sujeto en el suelo y no eran nada más ni nada menos que sujetos iguales a Arthur en toda plenitud.

—No puede ser verdad.

Los doppelgängers sonrieron de una forma muy macabra de oreja a oreja y apagaron sus velas, después de eso tan solo se escucharon gritos de agonía y sufrimiento por parte del antiguo rey.

El Deseo Del SaberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora