Ex VIII : El Destino Que Elegí

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En el momento en que la vi caminar hacia mi supe que mi momento había acabado, que hasta aquí había llegado mi vida y aunque no fue la mejor de todas, al final creo que no fue una mala forma de morir o eso es lo primero que se me vino a la cabeza antes de que ella llegará.

Mil y una cosas pasaron por mi cabeza en ese largo trayecto, mis sueños, mis pecados y la razón que me llevo a luchar una pelea que parecía inútil y tal vez lo fue, pero algo en mi interior me dijo que eso era lo correcto, aunque aún me preguntó el porqué.

El tiempo en ese suelo me parecía eterno, el frío en mi cuerpo se empezó a expandir y mis piernas empezaban a perder un poco de sensibilidad, el precio por haber llevado el simple cuerpo de un humano como yo empezaba tomar factura y entonces fue en ese mismo instante en que algo dentro de mi dijo que ya era hora, de que ese era el momento adecuado para que mi vida terminará.

Toqué mi pecho, cerré los ojos y por una última vez, pensé en todo lo que me llevo hasta este punto, pero lo más importante, fueron las personas que me dieron ese empujón después de sentir que mi vida ya no tenía nada más que ofrecerme.

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Luego de los sucesos en los que en una noche un pedazo de tierra suspendido en el aire, apareció en los cielos de Prima Tellus nada fue igual o al menos para mí, después de aquel día, mi curiosidad me acechaba cada vez más y decidí volver a aquel sitio en el que me encontré con aquella mujer, dediqué bastante tiempo en estudiar y tratar de descifrar todo lo que tenía, sin embargo, no tuve mucha suerte.

Tras varios intentos fallidos, creí darme por vencido, hasta que un día me convertí en capitán de un pequeño escuadrón, de dos jóvenes chicas y un chico. Las semanas pasaban y la confianza de mi hacia ellos empezaba a crecer más y más, sin embargo, aún había algo que me inquietaba, algo que no me dejaba en paz y eso era, las inscripciones de aquella vieja pared.

Un día decidí llevarlos conmigo, se quedaron tan sorprendidos como yo la primera vez que lo vieron y desde ese entonces, nos dedicamos tanto a entrenar con la espada, el cuerpo a cuerpo y las inscripciones de aquel muro.

No fue sino hasta año y medio después que empezamos a estudiarla juntos que empezamos a entender parte de ella, pero yo fui el primero en conseguir algo más de ella que simple conocimiento del mundo antiguo.

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Cuando la joven albina sé posicionó frente a mí, vi que, aunque sabía lo que debía hacer, dudaba al menos un poco sobre si debía hacerlo o no, entonces fue que asentí con mi cabeza y le dije que lo hiciera o al menos eso fue lo que pensé. Al final me límite en sonreír ante el destinó que elegí y le di las gracias, aunque al final ni siquiera yo supe por qué.

El Deseo Del SaberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora