Capítulo 49 : Ocaso

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—Es hora de irnos, los vendaré de los ojos y cuando estemos en los túneles se los quitaré.

Pasaron unos minutos hasta que llegaron a los túneles y seis hombres a parte de ellos mismos se encontraban en el lugar.

—Es hora de irnos.

El lugar no era muy grande, pero una persona cabía sin problemas; había mucha humedad y eso provocaba que todos en el interior sudaran continuamente y con ello la sed empezaba a hacerse presente, por suerte sus escoltas estaban al tanto de ese problema e iban muy bien equipados para la ocasión.

Pasado un tiempo el calor empezaba a ser más insoportable, así que decidieron acelerar el paso.

—Ya casi estamos en la salida, aceleremos la marcha.

Un par de minutos después la puerta yacía frente a ellos, rápidamente los escoltas abrieron la puerta, pero no sin antes vendar a los hermanos una última vez.

Varios metros después los destaparon y se despidieron de ellos.

—Será mejor que cumplan su misión o nuestro jefe hará hasta lo imposible para que jamás lo olviden.

Tras esas últimas palabras tanto Han como Rein se dispusieron a seguir su camino a través de su territorio.

—¿Qué haremos al llegar? ¿Seguiremos todo al pie de la letra?

—Aún no lo sé, Han tu nos metiste en esto, así que hay que idear un plan infalible, no quiero averiguar qué es lo que ese hombre es capaz de hacer o si quiera que tan corrompido esté nuestro reino si es que tratamos de buscar ayuda.

Ambos se quedaron callados por un buen rato hasta que llegaron al lugar donde se encontraba su campamento, como era de esperarse ya no había nada, pero decidieron quedarse un momento a descansar en los alrededores.

Algunas horas después de su llegada notaron un silencio demasiado incómodo y fue entonces que notaron la presencia de alguien a los alrededores, rápidamente se pusieron de pie y se escondieron detrás de unos árboles, no pasaron mucho tiempo ahí cuando vislumbraron a un hombre en la lejanía.

Cuando Rein se preparaba para acercarse sigilosamente al sujeto, Han lo detuvo y lo miró a los ojos antes de mencionarle que la persona que se encontraba en aquel lugar era su compañero Lucius Vanheim.

—Será mejor que vayamos con el antes de que haga alguna otra cosa estúpida.

—¿Olvidaste lo que te dijimos o qué? Bueno no importa, ahora que estás aquí no te queda de otra que acompañarnos a la ciudad, no queremos ninguna pregunta, cuando sea el momento sabrás lo necesario ¿entendido?

Sin siquiera poder hablar, el joven Lucius asintió con la cabeza y se dispuso a seguir con ellos su camino.

A menos de cien metros de llegar a la entrada de la ciudad ambos hermanos pararon en seco y llamaron a su acompañante. Fue entonces que todo lo que los llevaría a los hechos que sucederían unas décadas más adelante daría inicio.

—Escucha con atención, no podemos hablar demás, sin embargo, queremos que nos sigas al lugar que nos dirigimos con sumo cuidado, no dejes que absolutamente nadie te vea, ni siquiera nosotros sabemos lo que nos podría llegar a pasar, no obstante, en caso de que las cosas se salgan de control no confíes en nadie de los altos mandos.

Lucius sumamente confundido y con muchas preguntas que realizar les contesta.

—¿Qué diablos sucede? ¿A caso hemos sido traicionados?

Han, toco su hombro derecho y cerró los ojos por un par de segundos antes de contestar.

—No lo sé, solo sé que tenemos que realizar este encargo, a y una última cosa, en caso de que algo me suceda quiero que vayas con mi prometida y la protejas a toda costa, tengo un mal presentimiento.

El Deseo Del SaberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora