❝ xix. hello there? am i the only one who thinks? ❞
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄▄
SCOTT, STILES Y YO. NOSOTROS TRES estábamos en el apartamento de Derek contándole al hombre lobo todo lo que la loca y psicópata de su novia había hecho en el recital. Recordé lo último que tuve que hacer.
—Por favor, quedamos después. Coopera con mi padre y mi hermana, es por el bien de todos. Te quiero.
No estaba muy convencida de que Isaac pudiera trabajar en equipo, y menos cuando se trataba de mi familia, aquellos que quisieron matarle. Pero como le dije, esto era por el bien de todos. Teníamos el mismo enemigo en común y se hacía llamar Jennifer Blake, alias la profesora aburrida que no tiene hobby's y sacrifica a la gente.
—Y bien—dijo ella a la defensiva en cuanto notó nuestra presencia tras la puerta—, ¿te han dicho que soy yo la que se lleva a la gente?
—No solo eso—me crucé de brazos dirigiéndole a la profesora una fría mirada—. Menos mal que ha pensado con la cabeza de arriba y nos ha creído—Jennifer quería hacernos creer que era una inocente, por eso se comportaba como tal.
—¡Oh, claro que sí! ¿Cometer sacrificios humanos? ¿Cortarles las gargantas? Sí, probablemente lo haga en mi hora del almuerzo así puedo volver a mis clases de inglés el resto del día. Eso tiene mucho sentido.
—No utilices el sarcasmo, no se te da bien.
—¿Dónde está mi padre?—pidió saber Stiles.
El apartamento no estaba iluminado, todas las luces estaban apagadas. La única poca visibilidad que teníamos provenía del gran ventanal, de la luz exterior. Entre algunos que otros rayos causados por la horrible tormenta que caía por las calles del pueblo podían iluminar un poco el rostro de mi mejor amigo, dejándome ver su cara. Él había llorado, aún quedaban un par de lágrimas por sus mejillas.
—¿Cómo voy a saberlo?—me preguntaba si se hacía la tonta o solo lo era—. Derek, dime que no te crees esto.
—¿Sabes que ha pasado con el padre de Stiles?—le preguntó su novio. Bueno...novio, novio, no mucho. En esa rara pareja faltaba la confianza y sinceridad algo que Jennifer no le dio jamás.
—No.
—¡Y a Lydia!—avancé pocos pasos sin darme cuenta mientras se lo reprochaba—¡Casi la matas!—me alteré al ver cómo no hablaba, seguía callada alterándome aún más—¡Habla de una vez!
—No, no sé nada sobre eso. Sé que estos chicos por alguna razón equivocada te están comiendo la cabeza con una historia absurda. ¡Y que no pueden demostrar, por cierto!