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PATINAJE / cuatro. ▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
SIGO SIN SABER LA RAZÓN POR LA QUE TE HAS EMPEÑADO en acompañarme a echar gasolina.—Mi hermana aparca en la gasolinera esperando su respuesta antes de bajar del vehículo.
—Me aburría en casa Allison. Diría que en Beacon Hills no pasa nada interesante pero sería mentir.—Levanté mis hombros sin darle mucha importancia.
Mi hermana salió del coche suspirando. Mientras que la esperaba me quedé dentro escuchando y pasando canciones de la radio al azar. Escuché un breve ruido y salí del coche estando alerta. Rápidamente miré hacia todos lados y al no notar ni ver la presencia de nadie, decidí volver dentro.
Me fue imposible ya que en un movimiento brusco me pusieron una bolsa en la cabeza.
Debía aprovechar la situación y postura del atacante. Estaba de espaldas a él por lo tanto, me coloqué entre su pierna derecha y doblé mis rodillas sin esfuerzo para agarrar su pierna, la doblé sin preocupación y por ende el atacador cayó.
Debía ser rápida y actuar con cabeza. Me quité la bolsa de la cabeza para poder ver bien y obtener mejor visión al atacante y facilitar el ataque, mientras que mi brazalete comenzaba a descender.
Por último siempre debía de ir por encima a la persona que me estaba atacando. Cuando la pulsera tocó el suelo, señal de que ya había descendido lo suficiente lo agité repetidas veces, así se convirtió en látigo al instante. En un ágil moviendo envolví sus manos, pensando en que ahora sería la víctima.
¿Papá?
—¿Qué haces aquí?—Pregunté con la voz cansada. Recogí el latido y comenzó a ascender mientras se enrollaba en mi muñeca a modo de brazalete.—¿Darnos las buenas noches?—Hablé irónica al ver la forma en la que lo hizo, mientras que ayudaba a mi padre a levantarse del suelo.
—Tú hermana no ha superado la prueba.—Señaló a su coche donde se encontraba Allison, con una bolsa en la cabeza, amordazada y atada de pies y manos.—Por el contrario tú sí.
—Llevo el triple de años en esto papá, empecé con seis y ella el año pasado, dale tiempo. Lo conseguirá.—Mi padre me pasaba varias cosas y yo las dejaba en el asiento de copiloto, justo el que yo ocupaba. Por último me pasó las llaves del coche de Allison.
—Eso no es excusa, si quiere liderar junto a ti tendrá que aprender duramente. Síguenos con el coche.—Me subí sin rechistar al Toyota negro y salí de la gasolinera siguiendo al coche de mi padre. Este último comienza a perderse poco a poco por las carreteras oscuras de Beacon Hills.
