Capítulo 37: Apariencias Oscuras y Corazónes Brillantes.

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Cálidos.

Fueron los cálidos rayos del amanecer los que bañaron aquella imponente mansión, que por la noche, se perdia entre las sombras.

Lo supe, porque desde que desperté en el crepúsculo, gracias a aquel extraño sueño, no había vuelto a pegar un ojo.

Y el lejano sonido de un carruaje aún seguía grabado en mi mente, impidiendome pensar en otra cosa.

Entonces, lo supe.

El encuentro que quería evitar a toda costa, aquel que en un tiempo pareció imposible, ahora estaba más cerca que nunca.

<<He llegado hasta aquí...>>

Fueron mis propias decisiones las que guiaron mi camino, y las manos de otras personas quienes lo volvieron una jaula.

Estaba segura que podría reír por la ironía, sino fuera porque en este momento, estaba frente a un gran e improvisto problema.

<<Demonios...>>

Cuando desperté y decidí tomar un baño, no solo me espero una tina helada, sino que en cambio, al terminar caí en una aterradora verdad.

<<No tengo ropa.>>

Todos y cada uno de mis trajes, habían quedado hechos un maldito desastre.

Había aprendido tarde que las manchas de sangre que no se podían quitar de la ropa.

Me lamente el no haber sido más precavida en el pasado.

En cualquier caso, ahora me encontraba de pie frente a mi cama, con el cabello suelto cayendo por mi espalda y solo con una pequeña prenda de baño que no cubría mucho más que lo sumamente necesario de mi cuerpo.

Aun así, era mejor que la alternativa.

—No me pondré eso.—Murmure.

Lo cierto es que en mi pequeña valija, lo único que había eran zapatos y ropa íntima, sin contar un par de accesorios que Lyna me ofreció más jamás use.

Pero la verdad era que escondido en lo profundo de mi armario, lejos de cualquier mirada curiosa, había dejado olvidado un vestido que Lyna me regalo el día que fuimos de compras en Endra.

Según la protagonista, era necesario tener un atuendo diferente a mi habitual vestir, el problema era sin duda alguna, que aquel vestido estaba diseñado para ser usado en un baile.

Con una gran falda hecha completamente de seda rosada, que caía cuál cascada por mi edredón hasta tocar el suelo, hasta un escote que cubría los brazos y clavícula con una fina y transparente tela.

Detalles plateados lo adornaban, y cubrían delicadamente.

Era hermoso, y aunque jamás había dudado del buen gusto de Lyna, estaba segura de algo.

Este vestido era demasiado para mi y sin lugar a dudas, perfecto para ella.

Me resultaba imposible verlo y no pensar así.

Recordaba preguntarme en aquel entonces, porque había elegido para mi, algo que en realidad, era como ella.

Sacudi mi cabeza.

Lo mirara por donde lo mirara, no podía caminar por este lugar con tan preciosa prenda.

<<Pensaran que he enloquecido.>>

—¿Que se supone que haga ahora?

Mire a la bola de pelos.

Sus ojos amarillo simplemente me observaron curiosos, como si el también estuviera ansioso de saber la respuesta.

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora