Capitulo 4: Despedidas y Comienzos.

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Sombrío.

Conforme transcurrían los días, el ambiente en la mansión Equa se volvía mas y mas sombrío. Era claro, la partida de la joven dama de la casa Equa era inminente, y los dias, no parecian ir mas despacio para nadie.

Aunque Lyna se mostraba optimista y tranquilizaba a todos con su sonrisa, por las noches podía oírla llorar desde mi habitación.

Y al igual que podía oír el llanto de Lyna también escuchaba el carruaje del Duque Equa irse antes del amanecer y volver luego de la salida de la luna.

Por lo que entendía, tanto el Duque como la Duquesa buscaban hasta el cansancio una forma de mantener a Lyna en Endra, de evitar su partida, e incluso visitaban las mansiones de todos los nobles buscando el apoyo de la aristocracia para enfrentarse al rey, quien ya había dejado claro su posición de entregar a Lyna.

Pero a final de cuentas, esa era la naturaleza humana, si les beneficiaba y salvaba sus patéticas vidas, a nadie se molestaría el sacrificio de una joven inocente.

Incluso aquellos que fueron ayudados por la familia Equa, les dieron la espalda.

Tal como en la novela sucedió, eso no cambiaria. Lyna, terminaría en Gelia.

<<Pero aun no se rinden, y salen de la mansión todos los días.>>

Algunos admiran su perseverancia, otros sienten pena por Lyna, quien a apunto de partir a Gelia, no puede pasar sus últimos días con sus padres, pues estos, jamás se encuentran en casa.

Aun así, la realidad era aun mas dolorosa, pues el Duque y la Duquesa, si bien no paran de buscar soluciones para mantener a Lyna en Endra, tampoco pueden ver los ojos de su hija.

Pues se sienten impotentes al sentir que le fallaron, y que su partida es inminente.

No importaba su poder, ni el estatus que tuvieran, al final nada parecía funcionar.

En la novela, nadie sabia que pasaría con Lyna, y al final, nunca volvió a ver a sus padres hasta el ultimo día. Si bien ellos mandaron miles de cartas para comunicarse con ella, siempre fueron denegadas.

O más bien, jamás pasaron más allá de las manos de los príncipes.

Suspire.

Incluso si lograba cambiar algunas cosas, nada era seguro hasta el final. Ni siquiera yo podia asegurar con certeza que volvería a ver a sus padres.

Mire a mi alrededor con pereza.

Me encontraba en el cuarto donde desperté la primera vez, aquella habitación que me era desconocida, pero pronto se había vuelto mía.

<<Mas bien, el cuarto de Nei.>>

Lo cierto es que si quería adaptarme, debía aceptar que yo era Nei y eso no cambiaría. Aun así, eso no significaba que pudiera olvidar mi vida anterior tan fácilmente.

Incluso si fue miserable e insípida hasta el final, era mi vida, lo único que conocía.

<<Aun así, las viejas costumbres nunca cambian.>>

Pues doblados de forma pulcra sobre la sabana de seda, se encontraban los diez trajes que encargamos a Lilian.

Aunque el hecho de adelantar el pedido le resulto imposible a primeras, cambio de idea inmediatamente con un poco mas de dinero.

Teniendo en cuenta que mañana al amanecer yo y Lyna partiremos a Gelia, me encontraba haciendo mi maleta. No había mucho que guardar realmente. No me encontraba apegada a nada aquí, pero si guarde lo que considere importante. Ropa y el dinero que Nei poseía, pues realmente no necesitaría mas que aquello.

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora