Capítulo 42: Un Espejo del Pasado.

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Silencio.

Un sepulcral silencio inundaba el dormitorio del primer principe.

Era así, tanto que Keeran podia escuchar su propia respiración.

Lenta y suave.

Apenas habia despertado de su sueño cuando Isel le aviso con urgencia sobre una carta.

Miro con pereza el gran ventanal, el sol ni siquiera había salido aún, y la luz de la luna, alumbraba tímidamente su torso desnudo.

Con cuidado, observo la negra papeleria en sus manos.

Parecía aun un sueño, temia que un simple movimiento pudiera hacer que todo se esfumara.

<<Después de tanto...>>

Todo finalmente terminaría.

Era inexplicable la desesperación en la que se había sumido Keeran durante el último tiempo.

Y solo había una responsable.

Había dias en que la deseaba y detestaba con la misma fuerza.

A veces soñaba con su largo cabello negro, esos ojos violetas lo miraban duramente en sus sueños, era entonces cuando comenzaba a perseguirla.

Pero al despertar, la estela que dejaba, desaparecía, y lo hacia volver de golpe a la realidad.

A una realidad donde no estaba. Donde no le había abandonado.

Una realidad en la que ella, simplemente se atrevió a huir.

Entonces era cuando la odiaba, por haberlo dejado. Por haber negado sus sentimientos hacia el.

No existían palabras para definir las emociones tan confusas que le provocaba.

Pero a Keeran no le importaba, porque cuándo la tuviera, aceptaría sus sentimientos.

Lo quisiera o no, el se los impondría, pues algun día, finalmente caeria a sus pies, encadenada completamente, sin lugar donde huir, no habría elección.

Ninguna más que ceder ante el.

En el pasado, le prometió que nada sería venenoso, y que la jaula en la que la mantendría cautiva, sería espaciosa.

Un hermoso pájaro cuyas alas serian arrancadas.

<<Pero ahora...>>

Tal parecia que, aquella, sería una promesa que no podría cumplir.

Keeran no era bondadoso, y menos aún cuando se trataba de Nei.

Después de todo, ¿No le había dado demasiadas oportunidades?

Al ver la carta alli, sonrio cruelmente.

—Mocosa.—Murmuro.—Has perdido todo privilegio ahora mismo.

Pondría un pie en Gelia, más no volvería a salir.

¿Quería Jugar?

Bien, así sería. Jamas permitiría olvidara esta derrota.

Ansiaba ver aquellos indiferentes ojos consumidos en la decepción.

Aquella seria una herida especial que Keeran le provocaria; no sangraria, su piel no tendría un solo rasguño.

Pero su moral, su orgullo, jamás sanarian.

No podría reponerse.

Claro; eso no significaba que su cuerpo quedaría intacto.

Destrozaria todo de ella, y también lo tomaría todo.

Cadenas y mordidas.

El futuro se veía prometedor.

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora