Capítulo 43: Motivos para Quedarse.

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Frio.

El frio recorrió mi cuerpo, atraves de cada vía sanguínea, sentía como helaba mis venas.

Mis manos no se movían.

Mis pies no eran capaces de andar.

Y las palabras, no salían de mi boca.

Reproche, culpa, gritos, tristeza, indiferencia.

Nada, estaba completamente en blanco.

Tal como un espectro, mis ojos observaban a los tres hombres frente a mi que discutían vividamente, pero sin prestarles atención, solo podía mirarlos.

Porque un pensamiento, una única oración llenaba toda mi mente, inundaba mis sentidos y era incapaz de alejarla para siquiera, pensar en una solución coherente.

Si es que la había.

Y lo cierto, es que lo dudaba.

<<Keeran y Orión... ¿En La Corte?>>

Parecía una broma, una simple pesadilla, algo que dentro mío, suponía que jamás sucedería.

Porque de hacerlo, sería el final de todo.

Y aquel juego que inició como una única salida de escape, finalmente había terminado como mi condena.

El final propiamente dicho.

Pues si los Emperion se las habían arreglado para entrar en La Corte, un lugar herméticamente cerrado por siglos, entonces eso significaba una sola cosa.

Los demonios pronto pondrían un pie en el paraíso.

¿La culpa?

Sin duda era mía, nuevamente.

Inclusive si había sido por Azmerel, el motivo al final, siempre había sido Nei.

Si Lyna salía lastimada, era mi culpa. Si Anne era usada, era mi culpa.

Si morían cientos de personas en una masacre, era mi culpa.

Y si los Emperiom lograban meter su presencia en La Corte, ¡La culpa sigue siendo mía!

<<Es... Frustrante.>>

Incluso si yo no movía un dedo, seguía siendo el motivo por el cual actuarían de esa forma.

Y ahora...

¿También había condenado a este lugar?

El recuerdo de las personas riendo y jugando en la capital paso por mi mente como una suave brisa.

<<¿Lo romperán todo?>>

Con cuidado lleve la mano hacia mi corazón.

Dolia, dolia demasiado aquella presión.

<<Si mueren, ¿Será mi culpa?>>

Senti mis ojos arder. No sabia si era la furia que comenzaba a sentir o si en realidad, era el dolor que me provocaba saber que era el inminente final.

<<¡Lo sabia!>>

Nunca debí intentar relacionarme con nadie. Jamás debí haber aceptado venir a este lugar.

Debería haber corrido, huido cuando se me presento la oportunidad.

Quizás debí escapar la misma noche en que desperté en este cuerpo.

¿Que le había atraido a la gente a mi alrededor?

Desdicha, dolor y problemas.

Me aferre a la luz de aquellos que me sonrieron con calidez y a cambio, por mi deseo egoísta, ahora, caerían en desgracia.

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora