Capítulo 2: La Primera Decisión

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Imposible.

Ciertamente, lo que veía frente a mi, era imposible.

<<Imposible. Una locura. ¡Irrazonable!>>

Y aun así, allí estaba parada frente a mi, la joven mas rara que yo había conocido.

Bueno, la segunda.

Largo cabello negro, cual tinta, caía desde su cabeza hasta terminar en su espalda baja, con un flequillo que intencionalmente tapaba de forma perfecta sus ojos.

Pálida piel que junto con la luz lunar parecía aun mas blancuzca y un holgado camisón blanco cubría su cuerpo.

Eso era lo que veía en este instante.

<<Pero sus ojos son la peor parte>>

Pues si las gemas rosas, que irradiaban ternura, de Lyna Equa me parecían raras, entonces los profundos orbes violetas, escondidos en aquel bosque de cabello, que me miraban hostiles desde el extremo opuesto del espejo, eran la cosa mas irreal hasta ahora.

Y quizás, yo no tenia certeza de donde estaba, o que sucedía, pero algo era evidente.

<< ¡Este no es mi jodido cuerpo! >>

Una vez que la señorita a quien llame Lyna Equa, con una enorme sonrisa, y diciéndome que en la mañana me encontraría mejor, se fue, me abalance hacia aquel tocador que yacía en la esquina del medieval cuarto.

Y obviamente, lo que vi en su espejo, no era lo que esperaba encontrar

A pesar de que eso resolvía la pregunta del porque no sentí ningún dolor a la hora de despertar, realmente dejaba muchísimas mas cuestiones que contestar.

<<Como por ejemplo, ¡¿Como demonios termine en el cuerpo de esta joven?!>>

Lo recordaba muy bien, luego de una misión que realmente salio mal, muy mal, yo había muerto en aquel callejón,

Recordaba la nieve y las calientes heridas entumecidas por el frió, que las hacia mas dolorosas.

Recordaba la oscuridad y el momento donde mis sentidos se fundieron en la misma nada y claro que también recordaba la voz...

<< Espera. ¿La voz?>>

Efectivamente, antes de que todo fuera oscuridad, pude escuchar una voz, una suplica, cargada de arrepentimiento y culpa.

<<Pero, ¿Que era lo que decía?>>

Salvala.

Aquella triste voz me pidió que la salvara, incluso antes de morir.

Recuerdo pensar que era un locura.

<<Porque yo no fui entrenada para salvar a nadie.>>

En realidad, era todo lo contrario.

Pero yo me había roto, algo en mi se había quebrado, el deseo de ser alguien antes de morir, me había quebrado.

La búsqueda de aquel incomprensible calor, la duda clavada en mi corazón cada vez se hacia mas grande.

Aquella duda que me impidió acabar con la joven.

<<Y aun así, me pides que salve a alguien, es irónico. >>

Incluso si esto realmente es un mundo de novela, ¿A quien podría salvar?

Lo pensé con cuidado.

Si realmente era la novela que creía, la que necesitaba ayuda, no podría ser otra que...

¡Salvare a la Rosa de Marchitarse!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora