capitulo 45

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Emilio  estaba sentado en su oficina con un sobre entre las mano, pero no era cualquier sobre. Ese sobre tenía el veredicto final del juez en el caso de Joaquín.

Los dos abogados, él y el abogado de Andrés  ya sabían que había dictaminado el juez, ellos tenían la tarea de comunicárselo a sus respectivos clientes; y en esa hoja dobla, protegida por un sobre estaba escrito como debían proceder ambas partes.

Pero Emilio  no le había dicho el resultado a Joaquín, no quería hacerlo por teléfono, así que solo le pidió que fuera a su oficina para decírselo. Así que ahí estaba él, sentado, un poco tenso, jugando con sobre en sus manos y en completo silencio.

Prácticamente podía oír el tic-tac del reloj... y la puerta se abrió, dejando ver a una nerviosa Joaquín.

- ¿Qué pasó, Emilio? Vine en cuanto pude - dijo con voz apurada.

Él asintió solemnemente y con un gesto de la mano la invitó a sentarse frente a él. El se sentó en silencio frente a él.

Emilio le dio el sobre. Joaquín  lo miró a los ojos. Después abrió el sobre y empezó a leer.

El corazón le latía a mil por hora, y con cada palabra que leía esa velocidad aumentaba. Para cuando terminó de leer la hoja, una sonrisa se dibujaba en sus labios.

Miró a Emilio , él también estaba sonriendo y lo único que se le ocurrió hacer fue ponerse de pie, ir hacia donde él estaba y abrazarlo. Y así lo hizo.

No supo cuanto tiempo permanecieron los dos unidos en aquel abrazo hasta que el dijo: - Gracias.

Emilio se separó de el para poder verla mejor. - No tienes que agradecerme.

El no dijo nada, él tampoco. Simplemente las palabras sobraban. Entonces el lo besó y el se olvidó del mundo. Sintió sus manos en su cintura abrazándolo y el le rodeó el cuello con sus brazos, y se entregó por completo al beso.

Diego caminaba metido en su mundo. Por algo había estudiado leyes, pensó, los términos médicos lo ponían nervioso. Y después de la cita con el doctor de Renata su mente elaboraba miles de imágenes sobre lo que podría pasarle a su pierna, y cada imagen era peor que la anterior.

Se estremeció al pensar en la última pero rápidamente trato de alejarla de su cabeza.

- Mmmmm - dijo, si eso se puede considerar una palabra.

La secretaria de Emilio  no estaba, eso era algo muy extraño. Miró su reloj. 

Bueno, no era tan extraño, eran las 12:47, era la hora del almuerzo. Eso también podría explicar porque el resto de la oficina estaba vacío.

Pero Emilio podría seguir ahí. Nada perdía con ver: si estaba ahí le podría decir que se iba a ausentar más tiempo y si no estaba ya se lo diría por teléfono.

Así que tocó la puerto, pero no esperó a que le respondieran para abrirla... y se quedó paralizado cuando vio que Emilio si estaba en su oficina, pero no estaba solo. Estaba con un hombre. No supo qué sintió cuando lo reconoció, pero algo le decía que...

- Emilio - dijo muy serio y frío.

Inmediatamente Emilio y Joaquín  se separon a mirar a la puerta. El pudo sentir la tensión en el cuerpo de Emilio a pesar de que no se estaban tocando.

Ninguno dijo algo, por supuesto esperando que otro empezara, pero no fue así... todo se quedó en silencio. Diego no le quitaba los ojos de encima a Emilio y viceversa.

- Joven -, le dijo a Joaquín sin mirarlo  y en un tono sarcástico, obviamente pensaba que la palabra joven no se acoplaba a el-, ¿ya ha recibido alguna respuesta del juez para su caso?

- Sí - fue todo lo que dijo el.

- Bien. Le voy a pedir que se retire y que no regrese más a este despacho. Si quiere tomar cualquier medida contra lo que ha dictaminado el juez, búsquese otro abogado.

Joaquín ahogó una exclamación, por el tono despectivo en el que le habló Diego . Se giró a mirar a Emilio , pero él no la veía seguía con su mirada clavada en Diego. Los dos tenían la misma expresión de enfado en la cara.

- Váyase por favor - le repitió Diego en un tono cortes, pero no por eso menos frío.

Joaquín sabía que lo mejor para Emilio era que el se fuera para que los dos hombres pudieran hablar, pero cuando pasó al lado de Diego , éste le dijo: - Y, por favor, no regrese.

No lo dijo en un tono bajo, seguro que Emilio también había escuchado. De hecho, tal vez lo dijo para provocarlo, pero si tuvo la reacción esperada en Emilio él no lo demostró, no dijo nada, no se movió.

Joaquín salió de la oficina. Y mientras se alejaba esperando que Emilio dijera algo sus esperanzas morían con cada paso que daba.+

Pero él no lo  llamó, no lo detuvo.

Dejó que se fuera.

Seduciendo a un Caballero (adaptación) EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora