capitulo 54

497 69 13
                                    

Para cuando el beso terminó los dos tenían el cabello alborotado, los labios hinchados y las respiraciones agitadas.

- Te amo - repitió Joaquín en voz baja.

Esa declaración volvió a Emilio a la realidad, rompiendo el abrazo se separó de el. Se acercó a una de las pinturas, sin mirarlas realmente y le preguntó: - ¿Cómo es posible?

Joaquín sabía que no se refería al "te amo", se refería al hecho de que estuviera embarazado.

- ¿No crees que es tu hijo? - preguntó al punto de la indignación.

- Te hiciste una prueba que salió negativa... y el doctor dijo que tenías semanas... ¿Cómo es posible? - repitió.

- No tengo unas semanas, tengo casi dos meses. Haz cuentas. Y sí, la prueba dio negativa pero no era segura.

- ¿Quién era el hombre que fue al hospital?

- ¿Quién era? - preguntó Joaquín ahora sí enojada, la pregunta sugería que tal vez el hijo no era suyo. - ¿Quién era? ¿Qué importa quien fue? Te estoy diciendo que vas a ser padre, que te amo y ¿tú me preguntas quién era? No sé, lo conocí ayer en la exposición. Nunca antes lo había visto. Un mes, Emilio. Un mes te olvidaste de mí y ahora quieres que te dé explicaciones?

- No me olvidé de ti - respondió él con convicción.

- ¿Entonces por qué no me has buscado en más de un mes?

- ¿Por qué no fuiste tú a verme? - contratacó Emilio.

- Sabes qué, esto no tiene sentido. No quiero discutir, a qué viniste.

- A ver los cuadros... Ayer en la noche vine a buscarte y me encuentro con que estás embarazado después de un mes sin verme... la situación es un poco increible.

- Y sin embargo es cierta... si no me quieres creer, no tienes que hacerlo. - En completo silencio, salió de la galería.

Y Emilio se quedó solo en la galería.

Entonces por fin vio los cuadros que Joaquín pintó. Todos se le hacían vagamente familiares.

Empezando por la pintura de una niña que vendía rosas, acompañada de su madre. Igual que la señora que le había dicho a Joaquín que estaba embarazado.

Había otro que era una celebración, un grupo de amigos sentados a la mesa, que le recordó a la boda de Renata y Diego, cuando Joaquín estaba acompañado de Tomás, Teo, Harry y sus respectivas parejas.

Después vio un retrato, era el perfil de un hombre... Era Emilio, de perfil sonriendo y con un jardín lleno de flores blancas con una puesta de sol increíble.

Siguió viendo el resto de los cuadros, todos parecían un pequeña parte de la vida de Joaquín , él formaba parte fundamental de los cuadros, aunque su rostro no apareciera en el cuadro.

Hubo otro más que le llamó la atención.

Otra vez era un hombre, otra vez era él, pero esta vez estaba dormido, en su habitación, con el pecho descubierto.

Sonrió.

Y llegó al último cuadro que le quitó el aliento. Ahí si no quedaba duda de quienes eran las personas que estaban en la pintura. Joaquín y Emilio y  también recordó ese día como si hubiera sido ayer. Los dos estaban desnudos, en el baño, abrazados. Él la abrazabo como protegiendolo de cualquier cosa y el se veía vulnerable, pero feliz.+

Igual que él.

Emilio salió corriendo de la galería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Emilio salió corriendo de la galería. Miró primero hacia la izquierda y después a la derecha buscando a Joaquín. Entonces la vio.

El estaba no más de cinco cuadras después, iba caminado y Emilio corrió para alcanzarla.

- ¡Joaquín! - gritó él, pero si el lo escuchó no se giró. Siguió caminado.

Con forme se acercaba a el corriendo siguió llamándolo y el aumentó el paso.

- Joaquín, espera por favor - le dijo cogiéndolo de la mano. El por fin se giró a verlo, pero Emilio tenía la cabeza agachada tratando de recuperar su ritmo normal de respiración.

- Perdón - dijo después de un largo respiro, pero todavía con la cabeza baja. - Perdón. Ayer vine a buscarte para decirte que había hecho una idiotez por no volverte a buscar, y volví a cometer otra idiotez al pensar que... - no dijo qué -. Perdón.

- Emilio ... - dijo el  en un tono de cariño y compasión.

- Me equivoqué - dijo por fin mirándolo a los ojos. - Ya sé que soy un idi0ta, lo sé. Pero te voy a compensar.

- No tienes por qué hacerlo.

- Pero quiero hacerlo, por ti y por mí... este ha sido el mes más horrible de mi vida, triste y solitario. Un asco. Yo quiero estar contigo, Joaco . No me importa nada más que tú.

- Y nuestro hijo - puntualizó el. Era entre una pregunta y una afirmación.

- Y nuestro hijo - repitió Emilio con una tímida sonrisa. - ¿Me perdonas?

El se le quedó mirando, como reflexionando su respuesta. - ¿Alguna vez te han dicho que cuando pides disculpas pareces un niño chiquito? - respondió el con la voz llena de ternura.

- ¿Eso es un sí?

- ¿Sabes que responder una pregunta con otra pregunta es tonto?

- Tú también lo estás haciendo.

Joaquín fingió que daba un largo suspiro de resignación.+

- ¿Me perdonas? repitió Emilio.

- Sí, Emilio.

Entonces él se acercó más a el, tomo su cara entre sus manos y acerco su boca a la de el, pero a milímetros de distancia una boca de la otra dijo: Te amo - y la besó.

Pero el beso no duró mucho, porque unos aplausos empezaron a sonar un momento prácticamente inmediatamente después de que sus labios se tocaron.

Los dos se separaron para ver de donde provenían los aplausos. Al mirar a un lado se percataron de que habían estado frente a un restaurante y que todos los comensales estaban prestando toda su atención a lo que ocurría entre ellos.

- Dios mío - dijo Joaquín-, qué pena.

- ¿Te da pena que nos vean besándonos? - preguntó Emilio medio en broma y medio en serio. - A mí me parece que les gustó.

- En esta clase de cosas no debería haber público, Emilio.

- Y me lo dice una artista... No lo puedo creer.

- ¿Qué? ¿Qué ahora todas estás personas saben que nos peleamos?

- Y que nos reconciliamos - dijo él -, no, no me refiero a eso. Este es el mismo restaurante en el que nos conocimos. - Joaquín se dio cuenta de que Emilio tenía razón. - Cuando te pusiste celoso porque estaba saludando a Renata que estaba en otra mesa.

- No estaba celoso.

- Claro que sí. Estabas celoso. Acéptalo, te enamoraste de mí desde que me viste.

Y antes de que el pudiera contestar lo volvió a besar. Las personas en el restaurante volvieron a aplaudir y los hombres empezaron a silbar.

- Emilio , las personas... - dijo Joaquín intentando separarse de él.

- ¿Qué con ellas? Les gusta, ¿no ves? Ahora deja de hablar y bésame.

Y lo besó.

Seduciendo a un Caballero (adaptación) EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora