Preludio

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Hay momentos que te cambian, te transforman en una persona que no conoces. Momentos que te destrozan como un plato de cerámica, y luego tienes que recomponerte, como los japoneses hacen con el kintsugi, pero nunca vuelves a ser la misma, eres una reconstrucción de lo que eras.
Eso me pasó con él, me destrozó y luego tuve que buscar durante años esas piezas para volver a encontrarme, aunque nunca lo conseguí del todo.
Cuando quieres con toda tu alma a una persona y te destroza, nace un nuevo sentimiento, algo igual de potente que el amor, y es el odio.
Tenía dieciséis años.
Ahora tengo veintiuno, y juro para los restos, que ningún capullo va a volver a jugar conmigo.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora